Capítulo 11

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Bar Luis&Violeta, Aylord

Parecía una guerra en la cual perdía el que parpadease primero. El rey y el duque no apartaban su mirada del otro, mientras Lilah se encontraba en el medio de ambos. Ella estaba realmente cayendo en los efectos del alcohol, las copas de vino que bebió, más su nerviosismo y su poca experiencia con la bebida le estaba comenzando a pasar factura.

—¡Wow!, estoy realmente sorprendido primo. Nunca has querido venir aquí, a pesar de que te he invitado varias veces antes y por Lilah lo haces sin pensarlo dos veces. -se podía notar su tono sarcástico y soberbio-

—¿Lilah? Ya no usas honoríficos con ella, parece que se llevan bien.

—Bueno, se supone que, si pasas la tarde con una persona tomando unos tragos puedas sentirte en la confianza de llamarla por su propio nombre. ¿No es así?

—Realmente no me interesa con que apodo te refieras a ella, lo único que me importa es que no olvides que es mi prometida, mi futura esposa. Así que, por favor compórtate y mantén una distancia. Pronto va a ser una figura pública y no quiero que los periodistas creen chismes innecesarios sobre la realeza. Hay que evitar darles noticias exclusivas a la prensa, que no dudaría en desprestigiarla aun sabiendo que pronto va a casarse.

—¿Casarse? —pregunta Lilah —. ¿Quién se va a casar?, ¿yo?; ah verdad, que nosotros habíamos...

—¡Estás borracha!, mejor te llevo a casa —interrumpe el rey, para que no dijese algo que no debería.

—¡Estoy bien, no te preocupes! —contesta mientras se ríe.

—Lilah, si quieres puedes descansar aquí, en el bar hay una cama.

—No hace falta, solo recuerda lo que te dije. Si de verdad la quieres considerar tu amiga, cuídala —contesta el rey.

Aramis Wang se encontraba realmente molesto en ese momento, el duque había colmado su paciencia con sus palabras impertinentes

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Aramis Wang se encontraba realmente molesto en ese momento, el duque había colmado su paciencia con sus palabras impertinentes. Quería irse de allí cuanto antes, agarró a Lilah por la cintura y haciendo una maniobra la cargó. Ella puso sus manos sobre su espalda y su cuello, se sujetó con fuerza como si abrazara a un árbol y no dejó de mirarlo en ningún momento desde que salieron del bar.

En el camino a casa, no hablaron nada; el rey con ambas manos en el volante y ella jugando con la visera parasol, la subía y bajaba a cada rato y se quedaba hipnotizada mirándose en el espejo.

Palacio Real, Aylord

Llegando al palacio, Aramis Wang se bajó del auto y pidió a Lilah hacer lo mismo. Ella hizo caso omiso a él por lo que volvió a cargarla, pero esta vez de manera diferente, de la misma forma que los bomberos cargan a las personas que rescatan. La llevaba apoyándola en su hombro derecho, con su brazo sujetaba sus piernas, para que no se cayese. El cuerpo de ella rodeaba su espalda y su cabeza se encontraba recostada a su hombro izquierdo, por un momento parecía haberse quedado dormida.

Vendida a mi YuanfenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora