Cuando Lilah termina de hablar con el duque se dirige a donde está el rey. Es recibida con una expresión molesta, al parecer a este no le gustó nada el acercamiento de su primo al oído de su prometida.
―¿Ocurre algo? ―pregunta Lilah al acercarse.
―Deberías preguntar qué no ocurre, no sabía que eras tan cercana a tu acosador ―da media vuelta y se va.
Lilah que lo sigue comienza a explicarle que solo necesita respuestas y la mejor manera de obtenerlas es liberando al duque. Esto solo lo hizo enfadar aun más, rompiendo la aparente paz que habían tenido antes de que todo esto pasara.
«Debería darle un beso, ¿se sentirá mejor?»
La prometida del rey lo jala del brazo haciendo que estén frente a frente, se coloca de puntillas para prepararse y besarlo, pero este la interrumpe.
―No es buen momento, tengo cosas serias de las que encargarme ahora. Ya llamé al chofer para que te lleve al palacio, no salgas de allí. Confía en mí, aunque sea una vez, no te debe ser difícil ya que confías fácilmente en otras personas.
―¡Como lo ordene, su majestad! ―después de decir esto se fue trazando una línea entre ambos.
Mansión de Charles
El rey fue a visitar a su amigo, necesitaba poner su cabeza en orden. Si algo bueno tenía Charles Grayson eran sus consejos. Entro fácilmente a que tenía la contraseña de la puerta, pero lo que no esperaba era encontrarlo en la cama junto a Rebecca.
―¡Oh, por dios! ―cubre sus ojos.
―Amigo, ¿qué haces aquí a esta hora sin avisarme? ―pregunta Charles, mientras tapa su parte intima con un cojín y Rebecca con las sabanas.
―¡El mundo se acaba fuera y tú ni por enterado! Vístanse, en cinco minutos los espero afuera ―cierra la puerta de la habitación.
―Con un minuto nos vestimos y nos quedan cuatro, ¿seguimos? ―pregunta.
―¡Estas loco! Del susto se me quitaron las ganas, aparte parece que es importante. Seguimos a la noche, ¿okey? ―lo besa.
Después de vestirse los dos salen para preguntar qué ocurría con su amigo y este le enseña de su teléfono las noticias.
―Dios mío, ¿cuánto tiempo llevamos encerrados en la habitación? ―habla Rebecca.
―Mucho y todavía aguanto ―responde Charles.
―¡Ya me estoy planteando el haber aceptado tu propuesta!
―Y yo el haber venido aquí ―interrumpe el rey.
―¡Discúlpanos, puedes seguir!
Después de comentarles absolutamente todo, inclusive el deseo de su prometida de liberar a su primo y su desplante, su amiga es la primera en darle su opinión.
―¡La estas regalando en bandeja de plata, ella te necesita y tú la tratas mal! No me sorprende si te deja en un futuro, a las mujeres no nos gustan los hombres inseguros y en ese aspecto el duque te da dos vueltas.
―Se le acercó al oído y miraba en la pantalla. Sabía que los estaba viendo y lo hacía para molestarme.
―Entonces eres estúpido por caer en su juego, sabias lo que buscaba y aun así caíste. No entiendo como eres de inteligente en la carrera y cero en el romance. Lo que tienes que hacer es preguntarle qué le dijo y como pareja que son decidir qué hacer. Ese momento que ella quiso tomar la iniciativa y besarte debiste de haberla besado con tanta fuerza que ella olvidara todas sus preocupaciones.
―¿Tú que opinas? ―le pregunta a su amigo.
―Yo iba a decir que necesitaba espacio y tiempo para que se calmara, pero después de escucharla cambié de opinión.
―Ustedes los hombres piensan que nosotras actuamos igual que ustedes, ni siquiera entre nosotras pensamos igual. Si deja que el tiempo pase la situación entre ellos se enfriara y será peor. ¿Sabes qué debes hacer? No lo pienses más, acércate a ella y has lo que te nazca.
―¡Me voy entonces! Por cierto, préstame un auto que vine en un taxi.
―¡Coge el que quieras, las llaves están en el garaje!
―Esta conversación me acaloró un poco, seguimos en lo que estábamos.
―¡Por supuesto!
Palacio de Aylord
El rey dejó el auto en la entrada ignorando a los paparazzi y se dirigió a su habitación. Comenzó a aflojar el nudo de su corbata y se acercó a su prometida que estaba sentada frente al espejo, bruscamente mueve la silla acercándola hacia él y tomándola desde la nuca la levanta para besar sus labios con mucha pasión. Al principio ella estaba un poco sorprendida, pero luego cerró sus ojos y se relajó dándole paso a hacer lo que su rey apeteciera. Besó su cuello y fue subiendo hasta su oreja donde Lilah deja escapar un suspiro.
―Discúlpame por haberte hecho enojar ―le dice su prometida y le abraza.
―¡No, es culpa mía, no manejé mis sentimientos correctamente y te dejé sola!
―Ya pasó, ahora solo quiero hablar contigo.
―Está bien, cuéntame qué te dijo.
―Dice que no tiene a mi madre y que hay alguien más conspirando cerca.
―¿Tiene alguna prueba o pista de eso?
―Aunque no confío cien por ciento en él, tendría mucho sentido.
―¿Por eso quieres que lo libere?
―¡No!, él dice que la persona que está detrás se encargará de todo. Lo he pensado mejor y debemos confiar en eso. Es la única pista que tenemos. Si el objetivo de esa persona eres tú y que sea tu primo el que haga el trabajo sucio no dudara en liberarlo para su bien mayor. El duque dijo que solo falta esperar. Pronto habrá un movimiento.
Nota de la autora:
Este capítulo lo quise hacer un poco corto, los próximos si serán ya más largos.
El capítulo 20 será narrado por una persona misteriosa, veremos qué tal cuenta su historia.
Espero que les esté gustando la historia
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Vendida a mi Yuanfen
RomanceLilah perdió a su familia a una edad temprana y es criada por su padrastro; un hombre que la maltrata, le encanta beber y apostar. A cambio del perdón de sus deudas, él vende a Lilah a su deudor, que era el primo del rey y duque de Aylord. La venta...