Capítulo 1; Romina

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                            ─── Seguramente pronto sea la coronación, ya casi no se ve al rey en actos oficiales ─── Aelin siempre me daba charla en el trabajo, desde que conseguí empleo en la farmacia herbolaria.

Ya no conocíamos desde pequeña, creo que le caí tan bien por que era de las pocas que no pedía que se callara cuando comenzaba con sus fantasiosas charlas que yo prefería ver como relatos de su imaginación, admiraba eso de ella, la capacidad de crear una gran historia con tan poca información. 

─── No creo que cambie nada cuando su hijo llegue al trono ─── La miré de reojo, sabiendo que pondría esa expresión, esa donde arrugaba su nariz respingona y se quedaba pensativa.
─── Dicen que es muy guapo, pero por aquí ni se acerca la realeza, somos el pueblo más perdido de la mano de los dioses ─── Estaban de acuerdo en eso, nunca llegaba nada interesante a Rovkever, las noticias eran tardías, así como las novedades o avances que hacía el reino en la capital. 

A Aelin le encantaba fantasear con la monarquía, los príncipes las princesas y los reyes siempre eran su tema de conversación favorito, desde pequeñas me convencía de ser la villana de sus historias, jugar a que Aelin era el príncipe que luchaba contra el malvado dragón, papel que yo interpretaba encantada. 

Su padre nos hacía algunos accesorios, con telas viejas o maderas que sobraban de sus trabajos como carpintero, mucho después fue que fundó la farmacia, donde prácticamente nos criamos las dos juntas, íbamos de la casa de una a la de la otra, mi madre adoraba a Aelin y eso hizo mucho más fácil tener mi primera amiga. Ella era de las pocas personas que conocían la historia de mi familia, de las cosas que estudiaba en casa o de las que era capaz de hacer, aunque su favorita siempre fue la lectura de cartas. 

─── Podrías mirar si me voy a casar con el nuevo rey ─── Siempre quería saber con quién se iba a casar, y yo no sabía cómo explicarle que no era tan sencillo ver eso.
─── Las cartas me dicen que el futuro rey saldría huyendo de tus descarados coqueteos.
─── ¡No soy descarada! ─── Me dio un pequeño golpe en el hombro con el puño y terminamos por reírnos. Realmente lo era, hizo que el panadero, el cual tenía un verdadero interés en ella, desistiera totalmente cuando le preguntó si estaba dispuesto a firmar un contrato prenupcial. 

Volví a la zona del herbolario para ordenar las nuevas plantas que habían llegado aún escuchando a mi amiga renegar de la reciente charla. Me gustaba trabajar con ella tenía suficiente para contribuir en casa y llegaba lo suficientemente temprano para poder aprender con mi madre en casa. A veces me seguía sintiendo como una niña a pesar de estar a punto de cumplir veintidós años, cosa que no le impedía a ella organizarme una fiesta sorpresa que nunca lo era, pero yo fingía que no me la esperaba para nada.  

Faltaban aún un par de días, este año sería en fin de semana así que asta el señor Hondell podría asistir junto con Aelin, mi tía y mi madre. Bajé la cabeza con una sonrisa apretada, me hacía gracia llamar fiesta sorpresa a una donde asistía tan poca gente. 

─── Ah Romina, toma, estas son para tu madre me las pidió la semana pasada ─── El señor Hondell era un hombre demasiado bondadoso, siempre podía percibir un aura en él de un color cálido, un abrazo acogedor en ese invierno tan frío. ─── Sostenme esto, voy a envolverlas para que no se te estropeen. 

Le dediqué una sonrisa antes de agarrar el periódico que traía en una de sus manos, era la edición de ayer, pues allí nunca llegaban las recientes. Hablaban de la coronación que mencionaba Aelin, al parecer sería después del invierno y con el inicio de la primavera, no daban muchos detalles, pero a pie de página podía verse un retrato del actual rey Mongomery notablemente envejecido sentado en su trono, a su diestra de pie se hallaba el príncipe Xavier, le habían retratado con un semblante serio aunque su mirada reflejaba orgullo, incluso esperanza, dos mechones rizados y rubios le caían por la frente, todos tenían la misma genética al parecer. Aún recordaba imágenes del rey más joven, con ese mismo tono de cabello rubio blanquecino a juego con su piel clara pero siempre todos de ojos oscuros, tan marrones que en retratos  parecían negros.

─── ¿Te interesa la coronación? ─── La pregunta me sobresaltó soltando el periódico sobre la mesa frente a nosotros. 
─── No realmente, solo me fijaba en el rey y su hijo, en sus ojos ─── Dudé al decirlo, a pesar de que el señor Hondell era un hombre amable y generoso con nosotras siempre había evitado el tema de la magia, hace mucho que notábamos que le ponía nervioso. 
───Si son muy oscuros, y eso que varios de los reyes se casaron con mujeres de ojos claros, al final parece que esa genética es predominante. ─── Me dio las hierbas envueltas en papel para mi madre, no quedaba mucho para terminar mi turno, incluso algunas veces me dejaba irme antes en invierno para que no me cayera la noche encima volviendo a casa ─── Te noto el pelo mas rojo, como tu madre ¿Habéis usado algún tinte de la farmacia? 


CIÁN y el sello liberadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora