Capítulo 6 ; Romina

8 1 0
                                    

Me temblaba todo el cuerpo y el frío había dejado de ser un facto influyente en eso, tenía miedo, terror de que abriera el libro por que sí, aunque seguía sellado, alguien tan corpulento como ese hombre podría arrancar el sello del cuero, destrozarlo, y nunca me habían explicado que pasaría si eso sucediera.

─── Tiene pinta de ser muy caro niña, y el viaje como es obvio no os iba a salir gratis ─── Parecía calmado al hablar, se sentía dueño de la situación eso hacía que me hirviera la sangre. ─── Venga bonita ¿Cómo se abre esta cosa? Seguro tiene buenos secretos en su interior.

Su risa me dio asco, me estaba dando asco que sus dedos callosos se paseasen por los lomos del libro, que lo apretaran forzaran, casi estaba sintiendo celos de eso sin entender de donde nacían. 

─── No se puede a la fuerza, hay que hacer un hechizo de apertura ─── Alcé las manos, con cuidado di un par de pasos al frente, lentos y temblorosos, me frené en seco cuando Theodore me miró amenazante, el filo de su cuchillo relucía bajo el cuello de mi amiga, no me dejarían moverme más. ─── Si lo rompes, ya no tendrá valor, nadie quiere un libro roto. 

Me alzó una ceja y miró a su compañero, no se que se dijeron con la mirada, pero Pol me permitió avanzar hasta entregarme el libro, cuando al fin lo tuve en mis brazos, volví a recuperar un poco de calma. 

" 𝐄𝐬𝐞 𝐭𝐢́𝐨 𝐡𝐮𝐞𝐥𝐞 𝐪𝐮𝐞 𝐝𝐚 𝐚𝐬𝐜𝐨, 𝐬𝐚́𝐜𝐚𝐦𝐞 𝐑𝐨𝐦𝐢𝐧𝐚, 𝐭𝐞𝐫𝐦𝐢𝐧𝐚𝐫𝐞́ 𝐜𝐨𝐧 𝐞𝐥𝐥𝐨𝐬 𝐚𝐧𝐭𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐞𝐫𝐦𝐢𝐧𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝐩𝐞𝐬𝐭𝐚𝐧̃𝐞𝐚𝐫"

Nadie le escuchó, hablaba como una persona, alguien con una personalidad completa, con un alma ¿Sería ese el secreto entonces? ¿Qué no escondía secretos si no a alguien con secretos? ¿Alguien con poder encerrado en un libro por siglos? 

─── ¡Rápido niña, no vamos a estar aquí toda la noche! A mi compañero le empieza a temblar el pulso y eso no es bueno para el precioso cuello de tu amiga.

─── No... No sé cómo se abre ─── Sus miradas se clavaron en mí, amenazantes, no saberlo no era una opción. Aelin seguía demasiado pegada a Theodore, no podía usar mi fuego o la terminaría quemando a ella también, era una encerrona de la que no encontraba salida. 

"𝐂𝐚𝐫𝐢𝐧̃𝐨, 𝐧𝐨 𝐭𝐞𝐧𝐠𝐚𝐬 𝐦𝐢𝐞𝐝𝐨, 𝐲𝐨 𝐦𝐞 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐨 𝐨𝐜𝐮𝐩𝐚𝐫 𝐝𝐞 𝐞𝐥𝐥𝐨𝐬, 𝐲 𝐞𝐬𝐭𝐚 𝐩𝐞𝐬𝐚𝐝𝐢𝐥𝐥𝐚 𝐭𝐞𝐫𝐦𝐢𝐧𝐚𝐫𝐚́ 𝐦𝐮𝐲 𝐫𝐚́𝐩𝐢𝐝𝐨 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐭𝐨𝐝𝐨𝐬, 𝐲𝐨 𝐬𝐞𝐫𝐞́ 𝐥𝐢𝐛𝐫𝐞, 𝐭𝐮 𝐞𝐬𝐭𝐚𝐫𝐚́𝐬 𝐜𝐨𝐧 𝐭𝐮 𝐚𝐦𝐢𝐠𝐮𝐢𝐭𝐚, 𝐲 𝐞𝐬𝐭𝐨𝐬 𝐭𝐢𝐩𝐨𝐬 𝐧𝐨 𝐯𝐨𝐥𝐯𝐞𝐫𝐚́𝐧 𝐚 𝐫𝐞𝐬𝐩𝐢𝐫𝐚𝐫 𝐜𝐞𝐫𝐜𝐚 𝐝𝐞 𝐧𝐚𝐝𝐢𝐞, 𝐞𝐬 𝐞𝐥 𝐭𝐫𝐚𝐭𝐨 𝐩𝐞𝐫𝐟𝐞𝐜𝐭𝐨, 𝐥𝐨 𝐬𝐚𝐛𝐞𝐬 𝐑𝐨𝐦𝐢𝐧𝐚... ¡𝐒𝐚́𝐜𝐚𝐦𝐞 𝐝𝐞 𝐮𝐧𝐚 𝐯𝐞𝐳! "
 
Sentí como sus gritos traspasaban mi pecho, como el libro vibraba a cada palabra suya, estaba contra la espada y la pared, mis ojos no dejaban de mirar aquel cuchillo bailar sobre el cuello de Aelin, que sollozaba y trataba de negar con la cabeza, ella no merecía sacrificarse por él, ninguno merecíamos sacrificarnos por este maldito libro. 

─── ¿Cómo te llamas? ─── Mi mente trabaja de recordar, aquellas lecturas clandestinas a los libros privados de mi madre, aquellos a los que no me dejaba acceder, pero yo igualmente lo hacía, antes me hubiese sentido mal, ahora presentía que podía salvarnos la vida.
─── ¡¿Por qué tardas tanto niña, con quién hablas?!
─── ¿Quieres que lo abra? Entonces dame un momento ─── Todo seguía en silencio, sólo los sollozos de mi amiga y algunos suspiros hastiados de esos nombres lo interrumpían ─── ¿Cómo te llamas? 

"𝐂𝐢́𝐚𝐧"

Su nombre se paseó por mi cuerpo junto con su voz, levantando cada vello y erizando mi piel, por fin lo sabía, ahí dentro había alguien, y si era un alguien había un alma al que ligarse.

─── Bien Cían, es un placer conocerte al fin, para que salgas necesito que repitas conmigo unas palabras, si tienes tantas ganas de salir dudo que te resistas ¿Verdad? ─── Pude escuchar que mascullaba algo, quizás una maldición ni él se fiaba de mi ni yo de él, quedó claro en ese instante. 

"𝐌𝐮𝐲 𝐛𝐢𝐞𝐧 𝐛𝐫𝐮𝐣𝐚, 𝐭𝐮́ 𝐠𝐚𝐧𝐚𝐬. 𝐃𝐞 𝐦𝐨𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨."

Miré de nuevo a ambos hombres, no habían cambiado sus posiciones, ni tan solo se habían relajado un poco, seguían alerta a todas mis palabras y movimientos, Pol en concreto miraba como si estuviera loca hablando sola. 

─── Repite conmigo las palabras que voy a pronunciar ahora ─── Lo alejé de mi y miré de frente, ese ojo dibujado en la solapa que siempre parecía que te veía hasta el alma ─── Concedo me tibi Cían, permitto me ad animam tuam ligari et ese fidelissimum militem tuum usque ad fractionem sigilli. 

"¿𝐏𝐢𝐞𝐧𝐬𝐚𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐨𝐲 𝐞𝐬𝐭𝐮́𝐩𝐢𝐝𝐨? 𝐍𝐨 𝐦𝐞 𝐯𝐨𝐲 𝐚 𝐚𝐭𝐚𝐫 𝐚 𝐭𝐢 𝐞𝐧 𝐮𝐧 𝐣𝐮𝐫𝐚𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐦𝐚́𝐠𝐢𝐜𝐨"

─── Entonces te quedarás ahí dentro, en manos de ese apestoso que te cae tan bien, destrozaran el lomo y no te aseguro que eso funcione para que te saquen ─── Silencio, lo estaba pensaba pensando, pero no hablaba y a mi se me agotaba el tiempo ─── Además, presumes mucho de poder arreglar todo muy rápido ¿Un simple ligamento es un problema para alguien como tu? Entonces ni serás para tanto... 

"... 𝐁𝐢𝐞𝐧, 𝐥𝐚𝐬 𝐝𝐢𝐫𝐞́. 𝐓𝐮́ 𝐩𝐫𝐞𝐩𝐚́𝐫𝐚𝐭𝐞 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐜𝐮𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐬𝐚𝐥𝐠𝐚 𝐛𝐫𝐮𝐣𝐚 𝐞𝐧𝐝𝐞𝐦𝐨𝐧𝐢𝐚𝐝𝐚"

─── ¡Venga niña, estas dando muchas vueltas, pareces una loca!
─── Seguramente ni sea una bruja de verdad, de esas ya no quedan, todo esto parece un engañabobos Pol ─── Era la primera vez que Theodore hablaba en todo el tiempo que llevábamos ahí, su voz se sentía agotada, sumisa, seguramente el otro era el que estaba al mando. 

Cían y yo repetimos las palabras, en mi diestra sentía el ardor de las cadenas marcarse, era un viejo sello de los libros de mi madre, dictaba que las personas que poseyeran esas cadenas se darían lealtad obligada hasta que el mismo ello se rompiera por acción de uno de los enlazados, la acción que lo rompería no venía relatada en el libro eso o no tuve tiempo de leerla, pues siempre me tenía que estar escondiendo cuando accedía a esos libros. 

Las cadenas se dibujaron en mi muñeca, la izquierda, por su dirección al corazón, se entrelazaron y subieron a mi dedo medio, dejando un triángulo sobre el dorso de la mano, en el centro, podía verse el sello circular y lleno de cadenas anudadas, ya estábamos enlazados. 

"𝐐𝐮𝐞́ 𝐭𝐚𝐭𝐮𝐚𝐣𝐞 𝐦𝐚𝐬 𝐟𝐞𝐨, 𝐭𝐢𝐞𝐧𝐞𝐬 𝐮𝐧 𝐠𝐮𝐬𝐭𝐨 𝐡𝐨𝐫𝐫𝐢𝐛𝐥𝐞"

Posé los dedos en el sello, no tenía la menor idea de como se abría, era un trozo de metal dorado que cubría el dorso sobre las páginas, hice lo que mejor se me da, con el índice tracé una línea, de arriba hasta abajo ardiente, hasta derretir el metal, se reblandeció suficiente para abrirlo con un poco de fuerza y fue entonces abierto que pude ver el universo en sus páginas, unos segundos de fascinación hasta que saltó de mis brazos al suelo y comenzó a sumirse en un aura oscura. El suelo temblaba a medida que esa aura crecía, retrocedí unos pasos y miré hacia Aelin, aún estaba apresada en los brazos de Theodore, pero este había bajado el cuchillo, tenía la misma cara de miedo que el otro, era el momento. 

Me agazapé entre las sombras y el humo que el mismo libro, o los restos de él estaban creando, el corazón se me iba a salir del pecho, un movimiento en falso y cualquiera de las dos podría acabar con esa arma clavada en el cuerpo, esperé, unos segundos y bajó la muñeca, me abalancé a ella y la apresé con mi mano ardiente, el alarido del hombre alertó a mi amiga que no dudó en echar su cabeza atrás con todas sus fuerzas y darle un buen golpe en la barbilla al tipo.

─── ¡Romina, está saliendo! ─── Se abrazó a mi cintura cuando yo empujé a Theodore al suelo que se sujetaba la mueca con gesto de dolor.

El humo y las sombras empezaron a disiparse, todos volvimos la mirada, allí estaba un hombre joven, vestido completamente en un traje negro de chaqueta, una que terminaba larga por su espalda y le daba aires de riqueza. Sus cabellos eran tan negros como su ropa, y eso hacía resaltar lo claro de su piel, sus facciones finas y juveniles, y sus ojos, azules como el cielo, pero un cielo donde brillase el sol, un cielo oscuro y lleno de estrellas. Se enderezó y pudo escucharse perfectamente el crujir de cada uno de los huesos de su espalda, hizo lo mismo con su cuello y entonces se quedó viendo a los dos hombres, esos que en ese instante estaban temblando con la boca abierta mientras lo miraban sin pestañear.  
  

─── Odio que me manoseen, mas sin mi permiso,tus dedos me han dado tanto asco que pensaba que iba a vomitar dentro de ese libro y ¿Sabes? Allí no hay gravedad, todo termina flotando en un inmenso vacío tan o más aburrido que vuestras míseras vidas. Así que imagínate, por tu culpa me habría quedado ahí flotando con mi propia bilis ─── Pude ver su mueca de asco antes de que diera un par de gráciles y elegantes pasos hacia sus objetivos ─── Menos mal no ha sido así, y por eso, lo haremos de forma rápida e indolora. 


El tono de su voz no reflejaba nada, era relajado, pedante, me parecía de los mas engreído mas no abrí la boca, menos cuando dos cortes surgieron en el aire directos a las gargantas de los hombres, no eran perfectos, eran desfilados, anchos y entre ellos, podía verse el universo, como si acabase de cortar ese pedacito de mundo hacía otro diferente. La ilusión desapareció y el grito de mi amiga me hizo darme cuenta como la sangre brotaba en ríos rojos desde el cuello al pecho de ambos varones, sus ojos ya no tenían vida. 

Todo había sido provocado por un simple movimiento de su mano, la misma que ahora estaba adornada por unas cadenas gemelas a las mías, Cían se quedó viéndolas por unos segundos antes de volver su cuerpo al completo hacía nosotras. 

─── Bien, he cumplido lo que te dije con anterioridad, Bruja. Y como soy un hombre de palabra, nos quitaremos esta chorrada y cada uno seguirá con su vida sin complicaciones, soy alguien generoso si tu eres generosa conmigo ¿sí? ───No había rastro de amabilidad o ¡generosidad en su voz, era una amenaza disfrazada entre palabras suaves. 
─── No, de ninguna manera, sigues bajo mi responsabilidad, mi misión... ─── Los brazos de Aelin se ciñeron a mi cintura, aún estaba escondida tras de mí, pero su mirada no estaba con nosotros si no con Renny, tendido en el suelo unos metros atrás.
─── ¿Misión, qué misión? Romina ya has fracasado, estoy libre, el libro esta abierto. Soporta.
─── No, yo no acepté ese trato. Estamos enlazados así que no podrás alejarte demi, ni hacerme nada...  
─── ¿Ni hacerte nada? ─── No era una pregunta, era una amenaza. Sus pasos comenzaron lentos hacía nosotras, el fuego se prendió en mi mano. Estaba lista para defenderme.
─── Los ha matado romina, con solo un movimiento... ¿Y si los dejas ir? ─── Entresollozos Aelin trataba de alentarme, pero rendirme, dejarlo ir y fracasar enuna misión que por generaciones había estado bajo nuestros hombros, no me veíacapa de tomar una decisión así, en ese momento sólo deseaba que mi madreestuviese ahí, escuchar su voz su consejo.
─── ¿Piensas en mamá? Qué linda, dudo mucho que tenga algo para decirte, es más, desde que me encontraste en la casa te dije, que la muerte estaba atrás ───Lo estaba disfrutando, de alguna forma podía ver en el brillo de sus ojos que Cían disfrutaba de aquello.  
─── ¿Qué quieres decir?
─── Detrás, detrás de a casa está la muerte, no entraste por ahí ¿Verdad?

Abrí y cerré la boca, no pude hablar. Era cierto, entramos por la principal,cogimos lo necesario y nos fuimos por la misma entrada, nunca entré al jardín trasero ni al invernadero. El fuego de mi mano se apagó tanto como mi rostro,me sentí palidecer presa de los peores pensamientos y eso pareció divertir al hombre frente a mí, pues su carcajada hizo vibrar cada uno de mis huesos. 

Una flecha ardiente pasó como un rayo entre nosotros y se terminó por clavar en un árbol cercano, de ella colgaba una bolita que estaba a punto de prenderse,bajo ella una note con una letra temblorosa "Cubríos". 

Hice caso, sin saber por que tape la boca y nariz de mi amiga e hice lo mismo con las mías, Cían camino confiado a la flecha. La explosión de humo nos dejó sin visión de él, cosa que aprovechamos apara alejarnos y estar mas cerca de donde Renny estaba tendido aún, Aelin se quedó viéndolo a él, a mí, buscando mi ayuda, que no llegó. Ya no confiaba en ninguno. 

─── Al chico le han dado un buen golpe, pero aún respira. El otro... No le queda mucho para caer ─── Alastir apareció a nuestra espalda, o a lo mejor ya estaba ahí, en su mano aún estaba el arco que seguramente usó para lanzar la flecha ───Es un somnífero, debería al menos relajar a esa cosa.

Pero esa cosa como él lo llamó aún seguía ahí de pie, mirando sus dedos sosteniendo lo que quedaba de la flecha quemada, su expresión reflejaba incertidumbre,curiosidad, entonces me miró directamente, como un niño que no entendía algo. 

─── ¿Por qué me he quema...do? ─── Cayó al suelo al terminar su pregunta, como una viga hizo un sonido sordo, estaba completamente dormido. 

CIÁN y el sello liberadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora