La vida cotidiana de una pareja de omega y alfa. La convivencia nunca fue tan difícil.
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Aclaraciones:
⚠️ Los personajes pertenecen a Shungiku Nakamura.
⚠️ La historia es completamente de mi autoría.
⚠️ Basado en el manga y anime: Sek...
-No puedo creerlo...-Onodera trataba de mantenerse lo más estático posible sobre la mesa. Tenía los brazos de su editor en jefe rodeándolo y su estúpido pene atorado en su trasero.
-Perdón.-
-¡Perdón ni que nada!-El mero hecho de moverse hacia que el nudo se frotara contra su interior y el omega solo podía morderse la lengua.-¿No pudiste encontrar un peor lugar para anudar?-
En medio de uno de los tantos acosos del editor en jefe hacía su subordinado, habían terminado encerrándose en una de las salas de juntas y uno cosa había llevado a la otra. Pero Onodera no esperaba que el alfa fuera tan descarado de anudarse a él en medio de la editorial.
-Lo siento, es que tus feromonas...-El pelinegro sabía que el omega acababa de pasar por un celó complicado donde no permitió que el alfa entrara en su apartamento para ayudarlo, por lo que todas esas hormonas acumuladas... simplemente no pudo soportarlo.
-¿Ahora es culpa mía?-Se agarro mejor de la mesa donde tenía apoyado medio cuerpo, haciendo que el nudo se volviera a frotar contra él.-Mmm...-Cerró los ojos.
-Solo será un momento.-Takano estaba soportando magistralmente las intensas ganas de empezar a moverse de adelante hacia atrás, de rasgar la piel y de hacer que el nudo cumpliera con su objetivo de tapón, pero el menor no dejaría que él se corriera dentro de nuevo. Aunque ya había calmado al omega de Onodera, para su alfa, una sola vez no era suficiente.
-¿Y si alguien entra?-El pelinegro colocó sus manos en el trasero del menor para alzarlo y hacer que se abrazara a él.-¡Takano-san!-Sus mejillas se sonrojaron.
-Así será más cómodo.-Y no mentía. Los acomodó a ambos en una de las sillas, suplicando que la hinchazón se fuera rápidamente.
De repente, el omega se tensó al escuchar como alguien tocaba la puerta.
-¿Buenas?-La voz de una chica se escuchaba al otro lado.-¿Hay alguien adentro?-Giro la perilla pero está estaba cerrada con seguro.
No había escapatoria, incluso si eran capaces de ocultar su indecente unión, el olor a sexo que había en el lugar combinado con todas las feromonas los delataría de inmediato.
-¿Qué vamos a hacer?-Susurro Onodera, nervioso y asustado. Se aferró con fuerza al alfa en busca de alguna clase de consolación.
-Shhh.-Takano le tapó la boca y rezó porque el silencio y la puerta cerrada fuera suficiente para alejar a la chica.
-Sí.-Alguien más apareció, haciendo que el omega escondiera su rostro en su pecho. El pelinegro lo rodeó con sus brazos, si llegaban a entrar, tomaría toda la responsabilidad así que no permitiría que involucraran a su subordinado.-Está ocupado, hay una reunión.-La voz masculina se les hacía conocida.
-Oh, disculpe, ¿pero demoran mucho? Tenemos reservaba esta sala.-
-Deles media hora más, por favor.-Hubo unos intercambios de palabras más y luego escucharon como ambas personas se alejaban poco a poco.
-No me digas que fue...-Takano casi le podía dar un nombre a aquel salvador.
Pasaron unos minutos y el nudo por fin se deshizo. Onodera casi brincó cuando sintió su libertad regresar. Ambos se acomodaron y limpiaron lo que pudieron para después salir con disimulo.
-Ven.-Takano se asomó por la puerta para asegurarse de que no haya nadie por el pasillo y le hizo señas a Onodera para que saliera.-Cielos.-
El omega salió casi corriendo de la habitación, alejándose rápidamente de él pero no sin antes decirle:-Nunca más.-
Y Takano decidió que la editorial no era un buen lugar para anidar... tal vez para coger fuera otra cuestión.
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-¿Mmm?-Takano caminaba por los pasillos de la editorial cuando se encontró al otro editor en jefe, Kirishima Zen.-Buenos días.-Saludo tranquilamente con un asentimiento de cabeza.
-Buenos días.-Respondió el otro alfa, sonriendo. Antes de que el pelinegro pudiera alejarse, Kirishima lo detuvo.-¿Cómo esta Onodera-san?-
-¿Eh? Bien, sí.-Trago saliva.
Lo sabía.
-Que bueno.-El rubio se acercó a él y lo agarró de un hombro.-Ahora supongo que me debes una, Takano-san.-Y la maliciosa sonrisa en los labios de quien era novio de su mejor amigo le pareció aterradora.
Ahora le debía el alma al mismísimo diablo.
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