Summer
Un enorme peso se apoderaba de cada centímetro de mi cuerpo a medida que ascendía las escaleras. Era como si más que de carne y hueso mis piernas fueran de titanio, como si el trayecto hacia mi habitación fuera un camino minado, jamás recorrido.
Llevé la mirada por encima de mi hombro y vi la sonrisa de Roy. No podía mostrar más felicidad. Me había acompañado todo el camino desde la sastrería a la casa, y cuanto se dio cuenta de que ni mi padre ni mi hermana estaban allí, sugirió galantemente que le mostrara mis apuntes de diseño, aunque ambos sabíamos que su verdadera intención era ingresar a mi habitación.
Había llevado a pocos amigos a mi casa, aún más a ese, mi lugar de inspiración privado, pero no podía negarme cuando le había prohibido acercarse a mí en lugares donde hubiera gente. La expresión de Sam cuando nos encontró besándonos bajo el puente me dio todas las razones que necesitaba para desear llevar aquello de una forma más discreta.
A pesar de eso, me faltaba aire en los pulmones. Apenas podía respirar. No sabía si estaba asustado, feliz o confuso. Ese no saber qué me pasaba se había vuelto parte de mí. Lo llevaba grabado en los huesos.
Roy no era así. Era tan seguro, tan confiado, tan libre. Sí, libre. El que fuera así de libre era lo que nos había llevado a ese momento en primer lugar.
—Puedes dejar tus cosas sobre la cama mientras yo... —No alcancé a terminar.
Roy pateó la puerta con la parte trasera de su talón y me rodeó con sus brazos. Estaba atornillado alrededor mío. Me besaba apasionadamente. Siempre me besaba apasionadamente.
—Espera... mi hermana llegará en cualquier momento. Al menos déjame cerrar bien la puerta.
—No te preocupes. Escucharé sus pasos cuando venga por el pasillo. —En ese momento Roy mordisqueaba mi cuello. Se me había erizado la piel al sentirlo.
Aunque una parte de mí me gritaba que debía pararlo, no hice más que tomar su rostro y besarlo con la misma intensidad. Nos halábamos de la ropa, mientras nuestras lenguas danzaban. Estaba demasiado extasiado.
Con mi primera novia no me sentía de esa manera. Siempre conseguía ser el prudente, pero Roy sabía exactamente qué hacer para enloquecerme. Sus manos se deslizaban a través de mi cuerpo como poseídas, continuaba quitándome la respiración con cada roce de sus dedos.
En esos momentos nos hallábamos tendidos sobre mi cama, y ni siquiera estaba seguro de como llegamos allí. Así de frenético era esto. Impetuoso, arrobado, sin sentido común.
¿No sabíamos que las personas nos odiarían por esto, que nuestros familiares no lo entenderían? ¿Por qué continuábamos entonces? ¿Por qué no podíamos alejarnos uno del otro?
La esbelta figura de Roy se irguió sobre mi cuerpo al tiempo que se deshacía de su camisa. Empezó a desnudarme también. Sus mechones dorados me rozaban la barbilla al tiempo que besaba mi pecho despojado por completo de cualquier cobertura.
Se había convertido en una especie de costumbre las últimas veces. Intentaba convencerme de que llegáramos al último piso. Yo siempre le decía que no. Aún no llevábamos ni un mes saliendo. Era demasiado pronto, ¿no? Ni siquiera me había acostumbrado a la idea de que me gustara otro chico. Necesitaba un poco más de tiempo... e intenté hacérselo saber.
Lo tomé de los hombros para detenerlo e intenté incorporarme. Un escalofrío polar recorrió cada centímetro de mi sistema. Los ojos de mi padre nos observaban desorbitados desde la puerta.
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¿Y si no me gustan los príncipes? #dyjawards24
Romantizm¿Y si se supone que te gustan los chicos, pero comienza a llamarte la atención la mejor amiga de tu hermana a quien, por cierto, le gustan las chicas? ¿Qué podría salir mal? Samantha y Summer parecen vivir en mundos aparte: sus únicos lazos son su...