Capítulo 4

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—Me voy a trabajar.—Grita Kim antes de abrir la puerta para irse.—Ah, Damián, ¿cómo estás?—Murmura sorprendida al verlo afuera con una bolsa en sus manos.—Adelante, pasa.—Se hace a un lado para que pueda entrar.

—María José no está en el hotel. Pensé que estaría en casa.—Dice el chico entrando a la casa.—Mira esto. Traje pescado.—Le pasa la bolsa, teniendo cuidado de que no se vaya a dar vuelta.—El que pesqué con Kiraz.

—Muchas gracias. Qué amable.—Responde la rubia.—María José tuvo un compromiso de negocios.

—Un compromiso con Daniela Calle, supongo.

—¿Y cómo la conoces?—Replica Kim confundida.

—Es que Majo me dijo que había sido su socia.

—Ah...¿Eso te dijo? Pues es su antigua socia. Muy antigua, en realidad. Se irá de aquí en unos días. Nunca se queda mucho tiempo en el mismo lugar.—Contesta la rubia.—Voy a guardar el pescado.—Le avisa.—Y yo ya iba de salida para el servicio nocturno. Podemos irnos juntos si quieres. ¿Está bien?—Le pregunta y Damián asiente estando de acuerdo.

Deja guardado el pescado y ambos salen de la casa.

(***)

—¿Qué?—Murmura Daniela sintiéndose observada por la morena.

—Cuando estaba en Italia, estaba en un restaurante junto al mar. Vi a una mujer y pensé que eras tú.—Cuenta María José divertida.

—Ah, vaya. Habrás querido lanzarte al mar.—Responde la castaña..

—Algo parecido.

—Claro. ¿Y qué te pareció Italia?

—Precioso.—Admite la morena.—Pues no sé...Arquitectura, su historia, paisajes... Me dio mucha riqueza. Y lo académico fue bueno.

—Excelente. Ese fue un beneficio de nuestra separación.—Contesta Daniela con un dejo de tristeza.—Si te hubieras quedado más tiempo a mi lado, quizá no hubieras terminado.

María José le sonríe con melancolía antes de responder.

—Lo que aprendí contigo valió la pena.—Dice con sinceridad.—Ojalá hubieras ido a mi graduación.

—Me habría gustado.—Replica la castaña.—Bueno, vamos a empezar.—Señala los platos de comida.

—Sí, claro, se ve delicioso.

—Supongo que querrás que pele los camarones.—Murmura Daniela y la respuesta de María José es girar la cabeza para no tener que ver la cabeza de los camarones.—Muy bien, ahora lo hago.—Toma la fuente para limpiarlos.

—Por favor.—Responde María José agradecida.

—¿Todavía detestas las cabezas?

—Prefiero no verlas.

—Está bien.—Contesta Daniela comenzando a pelarlos.

Y la morena no puede evitar sonreírle complacida.

—Está listo.—Avisa la castaña acercándole la bandeja con camarones.

—Muchas gracias.—Responde la morena.—Toma, tú come pan.—Le entrega la panera.

—¿Es tan obvio?—Replica Daniela divertida, poniendo un trozo de pan en su plato.

María José suelta una carcajada, pues a pesar del tiempo, ambas mantenían ciertas costumbres.

—¿Calamar?—Ofrece la castaña, mostrándole otro plato.

—Gracias.—Recibe el plato y se sirve un poco.—¡Papas! Mis preferidas.—Murmura feliz llenando su plato.

¿Será qué es amor? 2 - Adaptación Caché Donde viven las historias. Descúbrelo ahora