Capítulo 4 - Extraña sensación

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- ¿Debo repetírtelo?

El hombre la miró como si fuera un reto dispuesto a aceptar.

- Suéltala o empiezo a gritar - insistió, no iba a irse de allí sin la pelirroja.

El hombre bufó y soltó a la chica.

Ainhoa se alejó.

- Eres un gilipollas, vete ya - le ordenó dando un paso hacia él.

Les echó una mirada, que a Ainhoa le dio asco, y se fue.

Se secó las lágrimas y se acercó a la persona que la había ayudado.

- Doctora La-

Pero Luz la interrumpió.

- ¿Estás bien? - le preguntó la morena.

No, no lo estaba, joder. No estaba ni cerca de estar bien.

Pero su compañera no debía saberlo.

No debía saber que había estado bebiendo su dolor.

No debía saber que era una cobarde que recurría al alcohol cuando el monstruo aparecía.

No podía permitir que Luz conociera esa oscuridad.

Se abrazó para cubrirse del miedo y del frío.

Un escalofrío le recorrió la espalda.

Sentía la mirada penetrante de Luz sobre ella.

Como si observara cada pequeño movimiento que diera.

Como si intentara descifrarla.

Estaba esperando una respuesta.

Y Ainhoa entendía que había elegido la pregunta más simple y no las miles que seguro quisiera hacerle.

Y la miraba con esa intensidad que a Ainhoa le impedía apartar sus ojos de ella.

Entonces, hizo un gesto con su hombro para dar respuesta a la pregunta.

Y suspiró bajito.

-Vale ... - respondió Luz.

La pelirroja tambaleó en su lugar, estaba intentando hacer su mayor esfuerzo para disimular su estado frente a Luz.

El frío , el miedo ... la borrachera.

-Creo que deb- pero Luz no pudo terminar porque Ainhoa volvió a trastabillar en su lugar. -Ven, ven aquí ...- dijo, y como pudo se acomodó el cuerpo de su compañera a su lado, mientras la tomaba de la cintura para que ésta se apoyara sobre ella.

Por unos segundos Ainhoa volvió en sí y sintió el calor del cuerpo de Luz.

La miró mientras la morena tenía la mirada centrada en el frente.

La invadió su perfume.

Olía a rosas blancas, pensó.

Olía a calma y claridad.

Todo lo que ella no tenía.

No podía dejar de mirarla , la invadió la actitud de Luz, tan diferente a como se había comportado aquella mañana.

Tan cercana.

Atrás había quedado su frialdad y su indiferencia.

O eso pensaba Ainhoa.

- ¿Qué pasa? - preguntó Luz de repente volteando a verla.

Y por un segundo , el mundo se detuvo.

Sus rostros quedaron a escasos centímetros.

Un acto de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora