Sobrevivir en las despiadadas calles de Seúl habiendo escapado del acoso escolar que destrozó su infancia se había transformado para Jimin en una lucha agobiante día tras día. Cada jornada transcurría entre rebuscar entre los contenedores de basura algún trozo de comida aún masticable con que llenar su estómago famélico, intentar guarecerse del implacable frío o la lluvia en rincones semi techados de parques, estaciones abandonadas o debajo de puentes peatonales.
Y a la noche, cuando lograba quedarse dormido por el cansancio, las pesadillas lo acosaban reviviendo los golpes, burlas y vejaciones de Jungkook y su banda de abusones escolares. Despertaba agitado, muchas veces gritando de pavor, y le costaba horrores volver a conciliar el sueño.
El miedo era su fiel compañero en esas largas noches a la intemperie. Temor a que algún maleante o pandilla callejera lo atracara, golpeara o abusara de él, tan indefenso y desprotegido. También le aterraba que la policía lo arrestara por vagancia y lo enviara a algún instituto de menores donde quizás le esperara otra versión de los horrores ya conocidos.
Durante el día, Jimin pasaba hambre constante había pasado ya 3 meses desde que huyo. Estaba tan delgado que casi podía traslucirse sus huesos bajo la sucia y andrajosa ropa. Sólo alguna tira deshuesada y fibrosa de pollo frito encontrada entre la basura orgánica de los contenedores traseros de restaurantes amainaba por hora su angustiante vacío estomacal.
Jimin se sintió un vagabundo despojado de toda dignidad. La dureza de la calle había diezmado su inocencia y esperanzas de vivir, convirtiéndolo en un torso fantasmal demacrado que se arrastraba de un lugar a otro en busca de un refugio que nunca hallaba. Sus vivencias habían erosionado hasta su propia humanidad.
Una noche especialmente fría y lluviosa, Jimin estaba acurrucado bajo un puente peatonal tiritando de frío y con amargura existencial. Ya no sabía quién era ni qué sería de él en el futuro. ¿Sobreviviría ni siquiera hasta el invierno? Parecía imposible.
De pronto unas luces altas enfocaron directo hacia Jimin, quien alarmado pensó que podrían ser pandilleros que venían por su presa nocturna. Pero en vez de eso, del vehículo se bajó un hombre bien vestido y de mirada amable...
Dong-Sun, con una sonrisa amigable, rompió el hielo invitando a Jimin a subir al auto. La llovizna se intensificaba, y el calor del vehículo ofrecía un alivio bienvenido al cuerpo entumecido de Jimin. Aunque inicialmente receloso, el joven finalmente aceptó la oferta. Una vez dentro, la atmósfera del automóvil se tornó acogedora.
Dong-Sun, mostrando una genuina preocupación, le ofreció un sándwich y café caliente, un banquete comparado con las magras comidas de Jimin de los últimos días. Mientras devoraba el alimento con ansias, Dong-Sun compartió sus motivos. Explicó que lo había estado observando durante semanas, preocupado por su situación en las despiadadas calles de Seúl. Las palabras de Dong-Sun eran un bálsamo reconfortante para Jimin, quien comenzó a sentir que quizás no estaba solo en este mundo hostil.
Durante el tiempo que pasaron juntos, Dong-Sun aseguró a Jimin que podía contar con él en cualquier momento y para cualquier problema. Además, le entregó dinero para que pudiera pasar la noche en un hostal barato. Jimin, con el estómago lleno y una nueva chispa de esperanza en sus ojos, bajó del auto agradecido.
En los días siguientes, Dong-Sun no solo se convirtió en un benefactor, sino en un amigo cercano y casi un hermano mayor para Jimin. Lo llevaba a comer a restaurantes, le proporcionaba ropa limpia y, en ocasiones, le permitía descansar en el sofá de su confortable departamento. La confianza entre ambos creció rápidamente, y Jimin comenzó a abrirse, compartiendo con Dong-Sun fragmentos de su agonizante pasado y las pesadillas que lo acosaban a diario.
Los diálogos entre ellos se volvieron más fluidos, y Dong-Sun, con empatía y paciencia, escuchaba las historias de Jimin. Juntos, empezaron a construir una conexión única, una amistad que iba más allá de la asistencia inicial. En cada gesto amable de Dong-Sun, Jimin encontraba una razón más para creer que, a pesar de su pasado oscuro, el futuro podría depararle algo mejor.
Pero una noche en el departamento de Dong-Sun, luego de brindar con champagne, le ofreció otro trago ámbar antes de dormir para "entrar en calor". Jimin lo bebió ingenuo, agradecido como estaba por las atenciones. Pero en minutos se sintió mareado, fuera de sí.
Al recuperar la lucidez a la mañana siguiente, amaneció desnudo en la cama de Dong-Sun, con un fuerte dolor en su parte baja. Lo invadieron la vergüenza y repulsión al confirmar que Dong-Sun había abusado sexualmente de él aprovechando su indefensión.
Destrozado, Jimin no podía creer cómo aquel hombre que había sido su salvador, que juró cuidarlo diligentemente, terminó aprovechándose de su vulnerabilidad de la peor forma. Intentó vestirse con sus ropas esparcidas para huir de allí, pero Dong-Sun lo detuvo para decirle.
—No te pongas melodramático, solo quise hacerte pasar un buen rato. Además, conozco muchos sujetos que pagarían bien por pasar una noche contigo... podríamos beneficiarnos mutuamente.
Y así, Dong-Sun lo introdujo de lleno en las redes de prostitución y pornografía infantil que manejaba. Jimin intentó resistirse inicialmente, pero entre chantaje emocional, drogas para tenerlo sumiso a sus deseos y amenazas de abandono en la calle, el muchacho terminó claudicando resignado a su destino.
Con apenas 14 años su cuerpo era vendido al mejor postor casi a diario. Junto con su dignidad ya resquebrajada, Dong-Sun le arrebataba cada día más su inocencia, sus ganas de vivir. Jimin subsistía insensible gracias a potentes drogas que mitigaban parcialmente la repulsión, el dolor, la vergüenza.
Pero en ese inframundo de horror y desolación conoció un hálito de luz: Taehyung, un chico de su misma edad también víctima de la perversión de Dong-Sun. Rápidamente se congeniaron en medio de tanta podredumbre y comenzaron a apoyarse, consolarse, curarse sus heridas luego de algún ultraje con algún cliente especialmente despiadado o sádico.
—Algún día saldremos de aquí, ya lo verás —le decía Taehyung mientras lo acunaba en sollozos después de una nueva golpiza propinada por Dong Sun para castigarlo por quién sabe qué falta inventada.
De poco, Jimin y Taehyung se hicieron amigos inseparables, hermanos en esa cloaca de horrores en la que se había convertido su cotidianidad. Intercambiaban anhelos, sueños imposibles, rememoraban con añoranza cuando aún eran niños felices e inocentes y no simples juguetes sexuales de adultos degenerados. Eran su único asidero de cordura para intentar no perder la esperanza.
Así transcurrieron meses y luego años para Jimin, anclado a esa infinita pesadilla por temor, manipulación, culpa y falta de alternativas. Pero la entrañable amistad con Taehyung le daba fuerzas día a día para murmurar cada noche, antes de entregarse una vez más a la nada: "Algún día saldremos de aquí..."
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The shadow of the past
Fanfiction¿Qué harías si tuvieras que enfrentarte al hombre que te hizo la vida imposible en tu infancia? ¿Y si ese hombre fuera el esposo de tu hermana? Jimin regresa a su casa después de 15 años de huir del acoso escolar. Pero se encuentra con que el esposo...