5.-Complicado

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Un mes después...

―Entonces, Jimin, ¿Cómo va tu trabajo? ―. Jimin, acostado en el clásico sofá del consultorio, estaba absorto mirando un cuadro que exhibía la palabra Libertad en grandes letras, mostrando un paisaje de caballos corriendo en una pradera. Al escuchar la pregunta, volvió a la realidad.

―Emm, lo siento, no le escuché―, se disculpó avergonzado ante la profesional.

―Te decía, ¿cómo te fue en tu trabajo? Me contaste que abriste un centro estético―, remarcó Elena tratando de sonar tranquila y serena.

Jimin suspiro profundamente, con la mirada perdida en el cuadro de la pared.

―Pues bien, en realidad yo no hago mucho allí. Más bien, ocupé parte del dinero que me dejaron mis padres―, dijo Jimin, mostrando su cabello ahora rubio. ―Tae, mi amigo, es quien se encarga de todo. Tiene mucha habilidad para eso.

―Ya veo. Pero es bueno que tratas de mantener tu mente ocupada en esto. Cada una de las cosas que hacemos, por pequeñas que sean, son importantes, Jimin. Cada paso, por diminuto que sea, te ayuda a llegar mucho más rápido a ese objetivo―, respondió Elena.

Jimin desvió la mirada hacia la ventana. Permaneció en silencio algunos instantes, con los ojos perdidos en el horizonte. Luego volvió a mirar a la psiquiatra.

―Sé que tiene razón, doctora. Y se lo agradezco. Trato de mantenerme activo, pero a veces la tristeza y los recuerdos me superan. Me invade una oscuridad que no me deja respirar―, admitió con voz temblorosa.

Hizo una pausa, resistiendo las lágrimas. ―Tan solo quisiera poder superar este dolor, ser libre otra vez. Pero no sé si algún día lo lograré―.

Elena lo miró con empatía y le puso una mano sobre el hombro. ―Lo lograrás, Jimin. Y yo estaré aquí para ayudarte en cada paso del camino―.

―Háblame más de tu hermana―, mencionó la psiquiatra, cambiando de tema.

Jimin esbozó una leve sonrisa. ―Mi hermana ha sido mi mayor apoyo. Cuando desaparecí, ella nunca dejó de buscarme, nunca perdió las esperanzas. Y cuando me encontro en aquel lugar y en ese estado, me acogió sin hacer preguntas―.

Su mirada se llenó de gratitud. ―Gracias a ella tengo un techo, comida, amigos. Estoy vivo aún. Sé que no le he contado toda la verdad y eso me pesa, pero tengo miedo de su reacción. No quiero defraudarla después de todo lo que ha hecho por mí.

―Cuéntame, Jimin, ¿cómo te sientes con tu nueva vida? ―, preguntó la psiquiatra con tono comprensivo.

―No fue fácil, doctora. Cuando mi hermana me encontró, estaba devastado, física y emocionalmente. Lo único que quería era desaparecer, que la tierra me tragara. No tenía fuerzas para contarle la verdad―.

Hizo una pausa, aclarándose la garganta. ―Además, Jungkook la hace feliz. Tiene poder e influencias, le da una buena vida a ella ya mis sobrinos. Si le cuento quién es en realidad, ¿me creería? ¿Arruinaría su matrimonio y la estabilidad de su familia sólo por vengarme?

Elena se mostró comprensiva. ―Te entiendo, Jimin. Pero guardarte esto te está consumiendo por dentro. Tarde o temprano, tendrás que enfrentarlo si quieres sanar―.

―Mi hermana es una mujer muy buena. Si no fuera por ella, probablemente no estaría aquí. Habría muerto a manos de algún cliente―, admitió Jimin, agradecido por la intervención de su hermana.

Jimin no pudo evitar que las lágrimas nuevamente surcaran sus ojos, y la psiquiatra le ofreció un pañuelo.

―Cuéntame de tus sobrinos―, sugirió la mujer. Jimin inmediatamente se emocionó al recordar a sus pequeños sobrinos, unos traviesos llenos de alegría que solían visitarlo en la casa que su hermana le dejó como herencia junto a Tae.

The shadow of the pastDonde viven las historias. Descúbrelo ahora