Capítulo 29

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El sol comenzó a salir mientras que un grupo de hombres caminaban por la jungla estos eran un pequeño grupo de comerciantes del dorado los cuales después de algúnas semanas estaban regresando hacia la ciudad, uno de los pocos guerros que custodiaba al grupo se percató de algo extraño la jungla estaba en silencio ni siquiera sé escuchan a las aves cantar o a los monos moverse entre la vegetación era como si todos ellos hubieran huido del lugar.

Un fuerte estruendo rompió el aterrador silencio y puso a todos en el grupo en alerta, uno de los guerreros cayó al suelo gracias a un pequeño proyectil metálico, todos estaban desconectados por la situación la cual lo iso más que empeorar de la vegetación surgieron más chispas y humo lo que indicaba el disparo de un arcabuz.

-Corran!!!

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-Corran!!!.

Grito el ultimo guerrero antes de caer herido, los pocos sobrevivientes de la masacre comenzaron a huir a toda prisa dispersos por la jungla.

-Vayan detrás de ellos!.

Ordenó cortes enviando a varios de sus hombres a caballo no quería que ninguno de ellos, ordeno al resto de sus hombres revisar a los caídos en búsqueda de algo de valor todos los castellanos se alegraron al ver que entre las pertenecías de los salvajes habían objetos de oro como monedas rústicas y joyeria como pendientes.

-El salvaje no mentía.

Dijo Cortés mientras revisaba uno de los pendientes que le entrego uno de sus soldados, si podía acabar con estos salvajes y quitarles todo su hora podría regresar a su tierra en donde sería recompensado por sus reyes por su éxito.

-Ahg...

El guerrero herido estando en el suelo intentó usar sus pocas fuerzas para intentar escapar debía alertar al jefe sobre el peligro que se acercaba, Cortés al percatarse de que aun uno de esos salvajes siguió vivo desenvaino su espada y camino hacia donde estaba el moribundo guerrero para después aplastar la espalda del hombre con su pie para evitar que escapara.

-Estos salvajes solo tienen lanzas y están semi desnudos será fácil aplastarlos.

Dijo Cortés para si mismo para después decapitar sin piedad al hombre en el suelo, todo esto fue contemplado por Tzekel-Kan el cual contemplaba la escena con una tétrica sonrisa no podía esperar el momento en el que su señor llegará a la ciudad.

Mientras tanto en la ciudad el grupo de guerreros dirigidos por Tekati escoltavan a Carlos y compañía al centro del pueblo, en su camino los habitantes de la ciudad que no sabían aún la verdad por lo que no entendían lo que estaba pasando hasta que el jefe junto a Katzel se interpusieron en su camino.

-Tekati! Por que el señor Carlos y la consejera Chell tienen atadas las manos?.

Cuestiono el jefe Tanabok molesto ante tal falta de respeto.

-Jefe nuestro supuesto dios es en realidad un mortal que decidió burlarse y aprovecharse de nuestras creencias para hacerse pasas por nuestro señor.

Las palabras del nuevo sacerdote llenaron de asombro a todos los ciudadanos presentes y al jefe Tanabok.

YO en el Camino Hacia El Dorado  V. 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora