5. Mago

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No fue sorpresa para nadie que Harua continuara con ellos, pasaron días, semanas y meses, hasta que más de un año se cumplió. El verano se fue, las estaciones cambiaron y los fríos días dieron la bienvenida a otoño.

La búsqueda por Hirota Riki dio frutos las primeras semanas. Harua junto a Yudai fueron al pueblo más cercano que quedaba a 30 minutos de la casa.

No sabían por dónde empezar. Harua no tenía ninguna fotografía del su amigo, estaba confiando en su memoria y los recuerdos que tenía de él.
Estuvieron vagando por las calles de aquel pueblo por varias horas, y a pesar de eso, los rodeaba un silencio incomodo. K hacia el intento por entablar una conversación, pero no le funcionaba de la mejor forma, el menor le contestaba con monosílabos y asentimientos de cabeza, intimidado no solo por la diferencia de edad, sino que también de estatura.

"Así que Harua-chan, te puedo decir así, ¿cierto?", salieron de un restaurante sin buenas noticias y continuaron su camino por la cuadra.

"... Si, no hay problema", la verdad a Harua no le gustaba que lo trataran con ese sufijo, pero decirle eso haría las cosas más incomodas entre ellos, pensó.

"Deben ser muy amigos con él ¿también es de los nuestros?"

"Riki... llego cuando más necesitaba de alguien", un pequeño suspiro salió de los labios del menor, "Quiero creer que yo también fui de ayuda para él y no, él no es uno de nosotros, nunca pude oler algo más allá del típico aroma de humano, pero es mejor así, con ser abandonados en ese lugar es suficiente, no necesita más problemas"

A pesar de que a K le hubiese interesado preguntar sobre la vida que tuvieron en el orfanato, había algo que llamo más su atención y es algo que no había pensado, al menos no conscientemente.

"Los lobos... ¿Cómo es la situación acá?"

"Como en todos lados, depende de la zona, en Nagoya las cosas eran tranquilas supongo, pero las relaciones en otros lados no son iguales... hay manadas que aun creen en la supremacía, pero esas están instauradas en las grandes cuidades, estarán bien acá"

Las palabras del más bajo no dejaron tranquilo al mayor. Su pecho comenzaba a quemar y podía sentir su respiración más agitada. No es momento para esto, pensó, enfoquémonos en ayudar a Harua. Con grandes bocanadas de aire logró calmar su acelerado corazón.

Siguieron caminando hasta que pasaron por la casa de una persona mayor. El caballero se encontraba sentado en la entrada de su casa. Vestía un sweater verde, junto con unos pantalones holgados azules y estaba tallando un trozo de madera.
En la entrada de su hogar estaba un cartel, que decía <Las reliquias del Sr. Haku>

"Ojii-San, perdón por molestarlo", hablo K, acercándose mientras realizaba una reverencia, el menor le imito y el hombre mayor correspondió el saludo.

"¿Turistas?", dijo sin dejar de realizar su trabajo. "No viene mucha gente por acá"

"¿Se nota mucho que no somos de por acá? Nos mudamos hace poco"

"Por supuesto que se nota, he vivido toda mi vida en este lugar"

"Ojii-San", se atrevió a decir el menor, "Usted ha visto a un chico aproximadamente de mi misma estatura, cabello castaño rizado, lunares en su rostro y que cuando sonríe se le forman dos hoyuelos en sus mejillas".

"Uhm... no es muy precisa esa descripción chico, te podría decir que mi sobrino pero estoy seguro que no es él a quien buscas", levanto la mirada y la fijo en Harua, quien pudo sentir como si una corriente eléctrica pasara por su cuerpo.

"P-perdón, no tengo ninguna fotografía de él"

"Dijiste que lo había adoptado una pareja, ¿te acuerdas como eran?", dijo K, apoyando al chico. Comenzaba a sentir vibras extrañas por parte del mayor y no sabía cómo sentirse al respecto.

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