11. If she runaway (come back home )

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Euijoo no lograba recordar todo lo que pasó esa noche, o al menos no de una manera clara. Todo sucedió en un abrir y cerrar de ojos una vez que abrió la puerta de su habitación. No recuerda que dijo o que hizo al ver a Nicholas llorando sobre el cuerpo de Yudai, el sonido que emitía parecía rebotar en sus oídos como si estos tuvieran algodón, todo se escuchaba lejano. Sus ojos viajaban entre ambos alfas y su visión parecía borrarse de momentos, pero de todas formas se acercó como pudo hacia el mayor, sosteniéndolo en sus brazos y gritando por ayuda.

De pasar a momentos en que sentía que el tiempo se había detenido, a pasar a instantes en que todo iba tan rápido que no lograba hilar sus pensamientos. Cuando entraron al refugio fue uno de esos momentos.

El omega sintio que había parpadeado cuando la gente se aglomeró a su alrededor, de un momento a otro ya no tenía a Yudai en sus brazos y Nicholas era dormido con calmantes, cayendo al piso y llevándoselo a quien sabe dioses donde.

Negaba, rogando para que no alejaran a sus alfas de él, pero los pensamientos no parecían formarse en su cabeza y menos salir por su boca, titubeaba y temblaba mientras veía a todos marcharse del lugar con urgencia.

Euijoo finalmente se quedó solo en medio del caos, su corazón latiendo descontroladamente y su mente atrapada en una maraña de emociones. El cuerpo inerte de Yudai y la imagen de Nicholas inconsciente siendo llevado a la fuerza se grabaron en su mente con fuego.

"¿Cómo pasó esto?", susurró Euijoo para sí mismo, su voz quebrada por el dolor. Sentía que el mundo a su alrededor se desmoronaba una vez más.

...

Nunca fue el cachorro más fuerte de la manada, ni el más ágil, ni el más rápido, y lamentablemente era algo que ya sabía, sus pares se lo recordaban todos los días, sus amigos, sus familiares y su padre, sobre todo su padre.

Y es que no parecía ser bien visto no sobresalir en algo cuando tu tío era el líder y uno de los alfas más fuertes de la manada, siendo sus hijos la viva copia de él. Euijoo, en cambio, no se parecía a ellos y mucho menos a su padre. Nació como un hombre omega en una familia donde todos los hombres habían sido alfas o, en su defecto, betas. Donde el honor radicaba en que los varones de la familia fuesen fuertes protectores y líderes natos.

Desde pequeño, Euijoo había sentido el peso de las expectativas sobre sus hombros. Fue el primer hijo de su padre y el primer omega varón de la familia, pero su padre, un alfa imponente y respetado, apenas podía ocultar su decepción desde mucho antes de su presentación. Cada mirada de reproche, cada comentario mordaz, eran como espinas que se clavaban en el corazón de Euijoo.

E intentó dar lo mejor de sí, intento demostrarle que podía lograr lo mismo que sus primos, pero cada vez que lo intentaba solo resultaba en otra mirada de decepción.

Su madre siempre lo iba arrullar en las noches, dándole todo el cariño que nunca tuvo de su progenitor. "Eres un omega igual que yo hijo", dijo borrando el rastro de lagrimas sobre las mejillas de un joven Euijoo, "Y el haber nacido así no nos hace menos que los alfas, eres mi preciado cachorro, ya llegará la oportunidad en que tu padre pueda apreciar eso"

Amaba mucho a su madre y lamentó con todo su corazón verla destrozada cuando la oportunidad llegó.

Se había desatado una guerra y era ahora cuando iba a probar que todos se equivocaron con él.

Levanto la mano sin titubeos y fue el primero en ofrecerse como voluntario para ir a apoyar. Los alfas lo miraron con escepticismo, pero Euijoo no se dejó intimidar ante las risas de los demás, ni de la furia de su padre. Insistió y ante la sorpresa de muchos, el líder acepto.

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