7. Cabaña

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Jo se mantuvo alejado de ellos, incluso cuando iban de camino a la cabaña, casi obligados, ya que Fuma no quería que extraños se acercaran a su hogar, pero lamentablemente para él, era lo más cercano que había para curar al chico herido.
El silencio pesaba entre los presentes, solo se podía oír los quejidos que salían de la boca de Nicholas, quien se aferraba a la consciencia con dificultad.

Con paso renuente, el de yukata lideraba el camino hacia su destino, Yuma junto con el otro chico humano ayudaban al herido a caminar, mientras eran seguidos por los dos lobos más jóvenes, y el tercero, un gran lobo gris, iba un poco más atrás de él, tomando distancia para tenerlos a todos bajo su vigilancia.
Se le erizaba la piel ante la presencia de aquel lobo, no podía evitar sentir un escalofrió cada vez que volteaba a ver a sus espaldas y sus ojos se cruzaban.

Dioses, odiaba esto, la situación con sus mejores amigos lo desanimaba, pero sabía en el fondo que se arreglaría, la pregunta era cuando.
Siempre era lo mismo, como un ciclo recurrente en que Yuma desaparecía, Fuma se enojaba, como buen tercer amigo debía mediar a ambos, finalmente se reconciliaban y los tres se iban a pescar al rio.
Sin embargo, algo era diferente esta vez, no podía evitar sentirse inseguro, era la primera vez que Yuma desaparecía por tanto tiempo, casi un año entero sin dar una señal o alguna pista de su paradero, había cortado todo contacto con ello de un día para otro.

No iba a ser fácil poder perdonar a Yuma.

La cabaña estaba a pocos pasos de distancia cuando Fuma se giró en 180° grados quedando frente a ellos, apuntando a los tres lobos y diciendo con voz firme "Se transforman en humanos o no los dejare pasar, no acepto perros en mi hogar"
Yuma parecía que iba a decir algo, lo más seguro que a quejarse y contraargumentar, pero quedo en la nada, porque lo único que salió de sus labios fue un suave suspiro derrotado.

Por otro lado, el chico alto a su lado si expuso sus pensamientos, "Pero estarán desnudos" su tono parecía dejar claro que era ridículo lo que había dicho el mayor.

"No es mi problema", con el gesto de su mano abrió la puerta a sus espaldas, entrando solo y dejándolos atrás.

Jo conocía a Fuma como la palma de su mano, él no iba a perder el tiempo en discusiones, si querían de su ayuda iba a ser a sus termino o no lo haría, y es que estaba harto de tener que hacer las cosas bajo las condiciones de otras personas. Por lo que podía observar cuando estaban junto es que estaba cansado de tener que arreglar los problemas de otras personas, de aguantar a los ancianos del pueblo, los cuales apreciaba, pero todos tienen un límite, ya que al final del día lo forzaron a tener su posición actual.

Jo adelanto su paso y se recostó en uno de los pilares de la entrada, iba a asegurarse que la palabra de Fuma se acatara, era lo mínimo que podía hacer en estos momentos. No era la persona más intimidante, para nada de hecho, su altura podía estar sobre el promedio, pero era demasiado introvertido y tímido como para ser una amenaza.

"Chicos, tienen que hacer lo que dice, esperar afuera con este tiempo... en cualquier momento podría venirse una tormenta, lo huelo en el aire", Yuma dirigió su mirada al gran lobo gris más que nada, sabía que si él aceptaba los menores lo seguirían sin preguntar.

"Entren rápido, está haciendo frio y su amigo está cada vez se ve peor", Jo dijo apuntando al chico de la mirada afilada que poco a poco se iba poniendo más pálido. Yuma y el otro chico alto lo ayudaron a entrar, pero los tres lobos seguían rondando afuera.

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