Capítulo 02

623 63 2
                                    

Jimin se despertó mareado y adolorido, con toda una orquesta desafinada en su cabeza. Cuando trató de alcanzar su frente, se dio cuenta de que tenía las manos esposadas al respaldo de la silla, y la silla en sí no se movía en absoluto, como si alguien la hubiese atornillado sobre el suelo.

La mente de Jimin todavía estaba un poco confusa, pero estaba bastante seguro de que le habían electrocutado con un taser. Como si fuera un maldito perro. Trató de tirar de la silla unas cuantas veces más antes de resignarse a quedarse quieto y sentado en su lugar.

Tenía suerte de estar vivo, considerando cuánto dinero le costó al tipo que lo contrató. Dejó que su cuerpo se relajara vagamente y miró alrededor, frunciendo el ceño cuando notó algunos puestos con pesas libres y otros equipos de gimnasio por toda la pequeña habitación sin amueblar. Las paredes eran de un color verde enfermizo, y la lámpara sobre su cabeza parecía que pertenecía más bien a la sala de estar de alguien: era un accesorio de metal a la que solo le servían dos bombillos de seis.

Sin ventanas, solo una puerta. Estaba jodidamente atrapado. ¿Querían torturarlo primero? Era un tipo fuerte, pero no importaba cuánto tensara los músculos y tirara de las esposas, todos sus esfuerzos parecían inútiles. El sudor le cayó por el cuello y se deslizó por su pecho cuando el calor del espacio cerrado lo azotó, aunque todo lo que llevaba puesto eran un par de pantalones cortos hasta las rodillas, los mismos que había usado durante la pelea. El regusto de la sangre de Goliat todavía estaba en su boca, y en ese momento, anhelaba más para calmar la sed. Al menos eso le daba a Jimin un poco de satisfacción sobre la triste situación en la que se encontraba.

No estaba seguro de cuánto tiempo había pasado, pero cuando finalmente escuchó el ruido de pasos detrás de la puerta, todos los tendones de su cuerpo se tensaron con la necesidad de pelear. Dos pares de pasos. Dos voces masculinas y bajas. No podía identificar lo que estaban diciendo, pero mientras que uno estaba claramente agitado, el otro tenía el todo de voz melódicamente monótono y relajado que Jimin aprendió a asociar con los fumetas.

Jimin tenía ambos tobillos atados a las patas de la silla, por lo que patear a su interrogador también estaba fuera de discusión. ¿Qué iba a decir de todos modos? ¿Que perdió la cabeza porque se dio cuenta de que su crush de secundaria estaba allí? Eso no funcionaría, incluso si mintiera y dijera que se había tratado de una mujer. Necesitaba pensar en algo mejor. Solo que ahora se dio cuenta de que había dejado el teléfono en aquel lugar. Toda la sangre desapareció de su rostro justo a tiempo para que se abriera la puerta. Y Jimin se quedó en blanco.

Jungkook lo miró fijamente, apoyado contra el marco de la puerta tal como Jimin recordaba que hacía cuando estaban en la escuela secundaria. Con las manos en los bolsillos de unos jeans holgados que lograban mostrar todas las deliciosas líneas de las caderas de Jungkook, se veía masculino y sexy sin siquiera intentarlo. Su camiseta negra sin mangas revelaba un par de hombros tonificados, y los brazos que solían ser solo piel clara ahora estaban recubiertos por tatuajes de manga completa. La mirada de Jimin fue atraída hacia el águila de vieja escuela que Jungkook se había tatuado en la parte de atrás del brazo, pero que ahora, estaba entretejida en una colorida jungla de animales salvajes que se mostraban en medio de una pelea a muerte. Jungkook siempre había sido guapo, y todavía usaba su cabello rubio arena con el mismo estilo: recogido en una coleta corta, aunque ahora, sus rasgos eran mucho más masculinos. Sus ojos color avellana más brillantes. La nariz ancha y perfecta y esos deliciosos labios que parecían casi obscenamente hermosos. El gran globo rosa de chicle que salió de los labios de Jungkook fue lo que sacó a Jimin del estupor.

El globo estalló y Jimin seguía sin saber qué decir. Jungkook no parecía sorprendido o molesto por la posición en la que estaba Jimin, y el corazón de Jimin se hundía cada vez más con cada segundo. Sus ojos se desviaron hacia el cabello rubio que cubría la tinta colorida en los antebrazos de Jungkook. Por él, lamería cada uno de ellos. Sin embargo, las fantasías incumplidas eran lo último que debería tener en mente, y Jimin apretó los dientes con más fuerza.

Love & Fists [Kookmin] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora