Capítulo 07

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Jimin estaba solo en la cocina, lavando todos los platos que quedaron después de la cena. Jungkook no le hablaba más que con algunos insultos, por lo que Jimin se había retirado a la seguridad de no hablar, no conectar y no hacer contacto visual. Al menos Bamdi estaba allí para él con su bonito hocico blanco y ojos azules. Ella lo seguía por toda la casa, como si sintiera su angustia de una manera que ningún humano podría.

¿Realmente había hecho tan mal con lo del teléfono? ¿No era justo para él querer deshacerse del material de chantaje? Jimin trató de compensar su presencia en la casa de Jungkook haciendo cualquier tarea que se le ocurriera, pero eso no parecía ser suficiente. Nada de lo que hiciera sería suficiente pago para formar parte de esta bonita vida suburbana. Jimin no encajaba en la imagen.

Alguien le dio unos golpecitos en el hombro y estuvo a punto de dejar caer el plato que sostenía, antes de darse cuenta de que solo era Cassie. Ella le sonrió. —No necesitas hacer eso. Tenemos un lavavajillas —dijo, apagando el agua.

—Oh, eh... sí, yo solo... quería ser útil —Jimin respiró hondo y guardó el plato limpio. Probablemente parecía un matón con el ojo morado y los labios llenos de moretones.

Cassie le dio una palmada en la espalda. —Si no lo usamos a diario, apesta. Solo ponlo todo allí.

—Lo siento, no sabía cómo usarlo, así que pensé en lavarlo todo yo mismo.

Ella hizo un gesto con la mano. —Está bien. Lo haré después de leerle el libro a jihyuk.

Esto era otra cosa que Jimin no podía comprender. Los adultos de la casa se turnaban para leerle Peter Pan a jihyuk, y eso también incluía a Jungkook. No era algo común de donde Jimin venía.

—¿Hay algo más que pueda hacer? —Jimin deseaba desesperadamente ser útil en esta casa, que estaba tan perfectamente organizada sin él.

Cassie suspiró, apoyándose contra el mostrador mientras lo miraba de arriba abajo. —¿Por qué no hablas con Jungkook? Ustedes dos están actuando raro.

Jimin no se dio cuenta de en qué momento se inclinó, pero su corazón dio un salto. —
¿De verdad? ¿a qué te refieres?

Cassie se encogió de hombros. —No lo sé. Supongo que parece más callado de lo habitual. Y no vio el partido de ayer. Eso no es normal.

—Lamento haber hecho que todo se pusiera raro. Probablemente me iré en una semana o dos —O justo después de la pelea.

Cassie frunció el ceño. —¿Lo harás?

Jimin jugó con los dedos, más nervioso con cada segundo. —Supongo que sí. Solo necesito encontrar un lugar donde quedarme. No sé qué te ha dicho Jungkook sobre mí, pero dudo que quiera que me quede.

Ella apretó los labios, alejándose lentamente. —Uh-Hum. Ustedes dos de verdad necesitan hablar.

Pero para Jungkook, Jimin solo era un "maldito estúpido". Era difícil discutir contra eso.

Jimin le dio a la perra más golosinas de las que debería y jugó con ella por un rato, tomándose el tiempo de decidir si realmente quería hablar con Jungkook o no. Jimin parecía un cachorro desesperado, deseando la atención de Jungkook, incluso después de haber recibido el castigo del collar de electrochoque. En lugar de estar enojado por eso, sus primeros pensamientos habían sido que era mucho mejor que ser sometido con un taser.

Ahora, con el video fuera de la mesa, ya ni siquiera sabía qué hacer en cuanto a la pelea. Pasó una buena media hora en la ducha, reflexionando sobre qué curso de acción tomar. ¿Impresionaría a Jungkook si a pesar de todas las amenazas, Jimin ganaba? ¿O consideraría esa otra bofetada en la cara y lo mataría esta vez? Jimin sabía lo que diría su padre. En su libro se trataba solo de ganar y ganar. Un perro que perdía era un perro que moría. De ahí el tatuaje en el pecho de Jimin.

Pelear o morir.

Respiró hondo, de pie frente a la puerta del dormitorio de Jungkook en medio de la noche. No era bueno para hablar, pero ¿tal vez podrían resolver las cosas con el lenguaje corporal?

Todavía había tiempo para dar marcha atrás, pero Jimin se negaba a fallar de nuevo. Esta era una de las veces en que tenía que luchar por lo que creía, así que puso su mano en la manija de la puerta y la presionó suavemente. Se quedó quieto, escuchando los sonidos provenientes de la oscuridad, y cuando no pasó nada más, abrió la puerta por completo, tratando de hacer sus movimientos lo más suave posible.

La habitación de Jungkook era grande y aireada, con un armario empotrado que cubría toda la pared y una cama enorme debajo de la ventana. En el momento en que Jimin ingresó, su nariz percibió el aroma de Jungkook: a lino limpio con un toque de tabaco y limón.

Jimin respiró hondo y se bajó los pantalones del pijama. Estaba dispuesto a dejar que su cuerpo hablara. Su estómago se retorció y se hizo un nudo ante la idea de tener sexo completo, pero sabía que nunca estaría más listo que ahora. Tragó y se deslizó debajo de las mantas con el rugido ensordecedor de la sangre que palpitándole en los oídos.

Jungkook dejó escapar un gemido y acercó más su almohada, completamente en paz bajo la luz azulada que entraba por las persianas. Era un espécimen de hombre tan jodidamente hermoso, con su largo cabello desordenado y los labios ligeramente separados. Jimin pasó las yemas de los dedos por los antebrazos de Jungkook. Realmente no se habían tocado mucho más que en el sexo, y por mucho que Jimin deseara el contacto, estaba demasiado aterrado como para dormir con otro hombre en la misma cama. Eso significaría algo más además de lujuria.

Jungkook suspiró y apretó los ojos con fuerza. —¿qué diablos? —murmuró —. ¿Quién te dejó entrar aquí?

Jimin se mordió el labio. —No estaba cerrada con seguro —Movió la mano hacia el estómago de Jungkook y un escalofrío recorrió su espalda. Era un cuerpo para morirse. Y Jimin haría lo que fuera para mantenerse en la buena disposición de Jungkook, pero ¿qué iba a decirle? “¿Yo haría cualquier cosa que tú me pidieras?” Eso no lo dejaría en la mejor de las posiciones.

El estómago de Jungkook se movió bajo el toque de Jimin, tan cálido creando un camino hacia abajo desde su ombligo. A Jimin le encantaría sumergirse debajo del edredón y seguir ese rastro.

—Yo nunca te invité —dijo Jungkook con voz ronca.

El filo de esas palabras se hundió en el pecho de Jimin, pero aun así se empaló más profundo al intentar acercarse. —¿Pensé que te gustaría que estuviera aquí de todas formas…?

Jungkook se echó a reír y se puso de espaldas. La escasa luz mostró su amplia sonrisa. —Te lo dije. Si quieres que te folle, tienes que perder la puta pelea de mañana.

—Vamos —siseó Jimin, feliz de que estuviera oscuro porque podía sentir su cara calentarse —. No se trata solo de eso, ¿verdad…? Dijiste que te parecía caliente —Ahora él mismo estaba empezando a no creerlo. ¿Podría ser que todo esto hubiera sido solo una estrategia retorcida para hacerlo cooperar?

—Como muchos otros. ¿Acaso pensaste que eras especial o algo así? —susurró Jungkook, pateando suavemente a Jimin debajo del edredón. Se sintió como un golpe en el estómago —. Traicionaste mi confianza dos veces ya, y no pienso recompensarte con mi polla.

Jimin se apartó, dolorosamente consciente de que la angustia tenía que estar pintada por toda su cara. En primer lugar, nunca debió de haberle chupado el pene a Jungkook. Realmente era un maldito estúpido. —Solo quería un polvo rápido antes de acostarme así que no lo hagas la gran cosa —Jason se retiró de la cama, desesperado por dejar de avergonzarse a sí. ¿Dónde había dejado caer sus malditos pantalones?

—Espero que no te hayas masturbado mientras me veías dormir — gruñó Jungkook, dándose la vuelta para encarar otro lado. Era una humillación impresionante.

—Vete a la mierda, imbécil. El experimento ha terminado —gruñó Jimin en respuesta y se puso el pantalón. Le dolía todo ante el rechazo que retorcía su cuchillo dentro de él. Por primera vez en su vida, había decidido ir a por ello y había recibido a cambio el dedo medio. Qué apropiado para un perdedor tan jodido como él. Su padre tenía razón. Valía tan poco como su propio perro, y su padre había colgado al pobre Yio de un árbol.

Salió a trompicones de la habitación, con la voz en la parte de atrás de su cabeza cada vez más fuerte. Diciéndole que se muriera de una vez por todas.

Love & Fists [Kookmin] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora