V. Remordimiento.

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Quedan 30 horas.

—¿Qué edad tienes? —pregunta Bullfrog.

—Más que tú, lo más seguro.

Rebota la pelota contra el techo, cayendo a mis pies. La recojo para lanzársela. 

Está a la otra punta de la celda.

—Dicen que es grosero que una persona pregunte por la edad de la otra.

—Da igual —digo—, ya no tendré más cumpleaños. 

No tenía a nadie para esperar, tomaba cocteles hasta caer dormido en la terraza del hotel donde me hospedaba, cuando aun era una estrella.

—Ya en serio, ¿Qué edad tienes? —insiste.

Le aviento la pelota en la cara, dejando una marca roja.

—Treinta y dos. Y ahora preguntaras cuánto me mide, ¿verdad? —bromeo, recibiendo la pelota en el ojo.

Le maldigo, acariciando mi ojo todo golpeado.

—Veintiocho. Y no, no quiero saber cuánto te mide. Por cierto, sin sin ningún fin de ofender, pensé que tendrías más de cuarenta.

—¿Por qué tendría más de cuarenta?

La rana se encoge de hombros.

—¿Qué hacías antes de todo esto? Antes de ser un rebelde.

—Oye, Bullfrog. ¿Por qué de repente estás preguntándome estas cosas?

—Moriremos. Vamos a estar juntos hasta que debas irte, y quiero saber cómo pasaste de estar en el noticiero, a ser un "asesino". Y lo digo entre comillas porque tienes buenas razones, aunque matar es obviamente un crimen, y todo eso...

—Literalmente eres parte de un culto de asesinos, también lo eres como yo. 

Al menos acepto serlo.

—No es un culto.

—Ya sé, un gremio o lo que sea. 

—Lo que intento decir es, tenemos nuestras razones para hacer lo que hacemos. Lo hacemos para levantar la voz, y claro que hay maneras muy distintas, y tranquilas. Ah, ¿por qué no mejor me puse a pasear con un cartel y una frase motivadora? —se pregunta con las manos en la cabeza.

—Porque es tonto.

—Si fuera tonto, no habrían marchas ahora mismo. Antes de entrar a Supermaxx, escuche que empezaron protestas cercas del capitolio. Hubo una marcha de híbridos cuando fue mi juicio. 

—¿Y me importa?

Lo que me importa es que me pase la pelota, antes de agotarme la paciencia.

—Sí, Rayman. Debería.

—¿Para qué? Ya no me interesa ser el símbolo de nada. Si soy del estrellato, vienen personas famosas a idolatrarme falsamente con que "me alegro por ti", y están pateándome el culo detrás del telón con fobia —le reclamo—. Si soy un rebelde, llevo a cientos de personas directos a la muerte. Por alguno de los dos lados tengo gente creyendo en lo que diga, y lo que termino diciendo, o me manda a vivir en la calle, o ser sentenciado a muerte.

—Cuando llegué no parecía que te importara.

—Mira que sí me importa, he llevado vidas siempre conmigo que me ven como, ¿Una salvación? ¿Un entretenimiento? ¿Qué soy además de un objeto para las masas? Nada, Bullfrog. Nunca seré lo que quieren que sea, pues hasta yo creo que me faltan pantalones para...

T R O U B L 3 - [  RAYFROG ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora