Capítulo Extra: Repercusión.

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Los hechos del siguiente contenido extra son continuación del capítulo 9, esto como celebración por cumplir otro año más la historia, que debí hacer hace meses pero lo olvide

Disfruten de lo que se viene


*   *  *


Un manojo de problemas eran los Niji que traían los colores del maldito arcoíris y te dejaban anonadados con sus poses extravagantes, o lo ridículo que se oían en diálogos pre-preparados por los apoyos financieros al sistema de seguridad que le daré una buena prueba de qué tan efectivo es, de si es capaz de detener a un alienígena y una rana francesa que trae más delineado que cualquier mujer que haya entrevistado en el pasado.

En las mentiras descubrí que cambiar de nombres es más rápido que cambiarse de domicilio. Obstante a olvidar que nunca tuve uno porque era patrocinado y a mis derechos no estaba.

Los escalones se agujeren en pares a llegar a la maceta que Bullfrog toma del reposa manos. A contra esquinas de la recepción a bajar por la salida rodeada de guardias con chalecos de artillería pesada, tomo escondite bajo el barandal de las escaleras y cayendo bajo el espacio de estas en un llamado a la rana toro que llega deprisa. Los escalones retienen las ráfagas que cuartean al espacio dentro en que dan aviso los guardias, iniciar el movimiento delantero.

Por los laterales del pasillo en subida en la recepción, descienden más de los que podría contar si no los escuchase nomás, y al diablo, estamos yendo de mal a peor.

El cejotas extiende de las mangas, dos dagas que se detienen al guante de las palmas. 

—Préstame una —lanzo el agarre, pero él se ladea.

—En la tela de las mangas está el sistema que las mueve, no puedes solo quitarlas y así. ¡Es peligroso! 

—Cielo, ya te robé una —le presumo, tendiendo a su nariz, la empuñadura que saqué de los cables que la retraían dentro del uniforme suyo—. Abre más esos ojos que tienes, alguien podría hacer lo mismo.

Se dobla hasta el hombro, la manga del brazo izquierdo y los cables de la daga están rotos con otras piezas saltantes que Bullfrog se retira, evitando que le rasguñe la piel. Maldición, desearía que él no tuviese la razón. Le ayudo a retirar una liga que rebota al otro lado bajo los escaloncillos, y le pega al visor de un hombre que falla al disparar. La liga rompió el visor, es increíble que esta pequeña ranita tenga tanta arma en ese cuerpo chaparro. 

Lo estoy igual o peor, pero la apariencia que doy es la obvia que dan a otros correctas supersticiones, Bullfrog no. Es todo un amor a pesar que está protegiendo mi espalda de policías que intentan electrocutarnos con varas de treinta aros que lanzan disparos por nuestro escondite. Le tomo de la mano a la rana, saliendo debajo de la escaleras y tomando un respingo contra una columna de macetas que nos cubren de una oleada de explosiones de gas.

Tomo el arma del guardia que tiene la liga en la nariz, y aprieto al blanco de los que corren al repasador de las escaleras, dándole a varios hasta quedarme con el sonido solitario del gatillo. Destiendo el cartucho. Me malgaste las balas y todavía la seguridad anda accionando a lo idiota, y es mucho que decir, considerando que el maldito de Bullfrog está rebotando por los tablones de cristal hacia el techo en punta, que simulan una espiral a un candelabro de araña.

—¡La pelea es acá abajo! —digo con las manos como megáfono.

Se rasgan mis pantalones por unos tiros y una patada me saca del macetero que se desploma por el enorme brazo de un hombre que recarga un orbe eléctrico. Incorporo el paso, cubriendo mi cabeza de los veinte cuerpos alrededor del piso que atacan a Bullfrog sin verme. El del brazo me alcanza, tomando de mi nariz.

T R O U B L 3 - [  RAYFROG ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora