Veinticinco

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JANE DEE

No lo decía, pero su mirada me lo confesaba todo con claridad. Apostaba a que pensaba que la casa era todavía más lujosa por dentro. Blake me dijo lo mucho que le impresionaba que Tim no presumiera sobre nada de esto. Y tenía razón. Un chico normal de su edad estaría alardeando sobre todo el dinero que tiene su familia y el lugar en el que duerme.

—Estoy muy seguro de que, si Kyle tuviese la edad de Tim y viviera en un lugar como este, siempre estaría presumiendo. Solía hacerlo de pequeños. Un ejemplo de ello fue cuando sus padres le compraron una consola de videojuegos nueva, estuvo alardeando sobre ella durante un mes completo. Todos estábamos hartos de su actitud.

Había unas cuantas cervezas y bebidas energizantes en el refrigerador. Al final, opté por tomar dos sodas medianas.

—Acompáñame. Hay un lugar que quiero mostrarte.

Lo guíe a la terraza para sentarnos en un sofá redondo bastante cómodo. Al no estar nadie en casa, yo era la reina del lugar y podía hacer lo que quisiera. Incluso subir al lugar prohibido de la casa con el chico del que estoy enamorada.

—¿Por qué tendrías prohibido subir a la terraza de tu propia casa?

—Es el lugar privado de Minnie. No deja subir a nadie, ni siquiera a mi padre.

—¿Minnie?

—La mujer que viste salir la vez anterior. Ella es Minnie.

Asintió lentamente luego de tomar un sorbo de su soda.

—No creí que tu madre fuese tan joven.

—¿Mi madre? Oh, no. Minnie no es... Ella es novia de mi padre. Yo no tengo una madre. Nos dejó a Tim y a mí hace mucho tiempo con mi abuela.

Fue una noticia inesperada que le fue difícil de digerir. Y para mí fue algo nuevo, ya que nunca le había hablado a alguien sobre lo que hizo mi madre con tanta confianza.

—No tenía idea de eso.

—Nunca te lo dije y tampoco creo que lo haya hecho mi hermano. Él detesta hablar de lo que hizo nuestra madre.

—Entonces, por lo que veo, Minnie es una madrastra malvada, ¿no es así? —Reí—. Lo supuse. Es decir, lo fuerte que te gritó aquella vez me pareció más duro que una simple llamada de atención. ¿No se supone que debería ser amable contigo por ser pareja de tu padre? No lo sé, aunque sea ayudarte.

—¿Te digo algo? Nunca he necesitado a nadie para que me ayude. Todo lo que he logrado es gracias a mi propio esfuerzo y al de mi hermano, sé que no es mucho, pero estoy feliz con lo que tengo. Mi abuela Gabby siempre me enseñó a ser alguien independiente y nunca pude ponerlo a prueba hasta el día que ella se marchó y Tim y yo tuvimos que mudarnos con mi padre y Minnie. Desde el principio supe que mi vida iba a ser diferente a la de los demás porque mientras los otros niños hacían amigos y se divertían, yo tenía que recoger a Tim de la escuela y buscar un trabajo con un buen sueldo. Y no me quejo, es decir, me agrada el haber madurado tan rápido, pero a veces me gustaría que mi padre se preocupara más por nosotros que por su estatus como golfista y su novia malagradecida con cara de troll que disfruta hacer mi vida imposible.

—Tu padre suena como un completo imbécil.

Bufé.

—Lo es. No ha cumplido con su papel de padre de la mejor manera y justo por esa razón lo odiaba mucho. Yo no tenía amigos por culpa de su irresponsabilidad hacia nosotros. No tienes ni idea de las tantas veces en las que quise terminar con la pesadilla de vida que tenía. Y cuando dejaron de ser tan solo planes e intenté hacerlo, apareciste tú y prácticamente me dijiste que era una tonta egoísta por dejar a mi hermano solo y escapar de mis problemas de esa manera.

—¿Yo?

Afirmé.

—En los columpios de ese parque tú me encontraste y las palabras que me dijiste me ayudaron a recapacitar por completo que no podía morir —Hubo silencio. Mi corazón estaba roto, sabía que él no iba a recordarlo, pero necesitaba confesárselo para que estuviera enterado de la conexión que tenemos y que siempre he sentido entre nosotros—. Sé que no lo recuerdas, pero yo sí. Todas las noches pensaba en ti y nunca tuve la oportunidad de volver a encontrarte hasta esa noche en la que te arrojé las flores y tú me hablaste. Cuando te miré a ti y a ese abrigo negro que sueles usar, supe que eras el mismo chico que me había hecho sentir mariposas en el estómago por lo atractivo que era y al que le agradecía el haber aparecido de la nada frente a mí en ese parque. Supe que me gustabas desde esa noche, pero no quería aceptarlo porque me daba miedo el que no me recordaras.

Sentí su mano rozar la mía y me esforcé por no mirarlo a la cara.


—Lo cual es estúpido porque yo sabía que no me recordabas, pero simplemente no quería que tú lo dijeras. Me parecía que no sería real si solo yo lo pensaba. Pero ahora me doy cuenta que ya no me importa porque lo único que quiero es que sepas que te conocía desde antes. Que rechacé a cada chico que llegaba a mi vida porque mi corazón siempre ha estado enamorado de ti y al único chico que esperaba que llegase a mi vida otra vez eras tú.

Sentía su respiración cerca de mi rostro y no alcé la vista hasta que entrelazó sus dedos con los míos. Su mirada era de tristeza y sorpresa. Era cálida y fría a la vez. Estaba llena de miedo y de felicidad. Yo no pude separar mis ojos de los suyos porque me parecieron hipnotizantes.

—¿Dijiste que rechazaste a varios chicos por mí?

—No... Sí. Bueno... No lo sé. Tal vez lo hice.

—¿Por qué nunca me dijiste nada? Dee, pudiste haberme dicho y...

—No quería hacerlo —Interrumpí—. Creí que la primera impresión que te había dado no había sido buena, así que preferí que te quedarás con la segunda. Además, tenía miedo. Tenía miedo de decirte lo que sentía porque sé que es raro e intenso, pero aun así ya no me importa porque de la única cosa de la que siempre voy a estar segura es que estoy enamorada de ti, Blake.

Siempre pensé que de nosotros dos yo siempre era la que mostraba sus emociones de más o que tenía formas extrañas de reaccionar a las situaciones. Sin embargo, creo que me equivoqué, porque las lágrimas están acumuladas en los ojos grises de Blake y ni siquiera sé por qué. No quería que llorase por culpa de mi confesión. No quería que él llorara por culpa de nada ni nadie.

—Apenas sabes algo de mí. No entiendo. ¿Por qué estás enamorada de mí? Soy la última persona de la que te quieres enamorar, Dee.

—¿Qué? —Me acerqué para tomar su rostro y limpiar sus lágrimas—. No es verdad, ¿por qué dirías algo así?

Blake miraba sus manos y se negaba a alzar su rostro para verme.

—No soy una buena persona. Soy egoísta y siempre lastimo a los que me rodean. No puedes amarme, Jane —Fue como una patada en el corazón—. No soy digno de ti y nunca lo seré.

—Blake...

—Le hago daño a las personas que están conmigo. No quiero hacerte daño a ti. No puedo. Me niego a lastimar esa hermosa sonrisa que tienes.

Lo obligue a mirarme y el darme cuenta de que su nariz estaba roja y sus ojos inundados en tristeza, no me permitió ser fuerte del todo porque en verdad parecía que a Blake le estaban dando la peor noticia de su vida.

—No eres una mala persona, Blake, créeme. Sé que no serías capaz de lastimarme ni aunque quisieras. Dime, ¿por qué lloras? ¿Por qué te da tanto miedo?

Sacudió su cabeza, negando, con sus ojos cerrados y labios contraídos.

—No lo entiendes.

—Blake...

—Si le permito a alguien entrar, temo que el desastre que está aquí los afecte también.

—¿De qué estás hablando?

—No tienes idea de lo desagradable que puedo llegar a ser, Jane —Quitó mis manos de su rostro—. Y no quiero que lo averigües.

Mis ojos estaban más secos que un desierto y mi corazón estaba igual de roto que un cristal. Blake se había ido. Cuando caí en cuenta de lo que había sucedido, me solté a llorar como una pequeña niña indefensa.

La última flor para el inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora