Misión en Yokohama | Dazai Osamu

3.- En el muelle Osanbashi

El muelle Osanbashi estaba relativamente cerca del museo, así que decidiste correr para alcanzar a tu objetivo cuanto antes. Después de unos minutos notaste como la fuerza en tus piernas empezaba a flaquear. Una cosa te quedó clara, no ibas a ser atleta olímpica ni en tus mejores sueños. Ralentizaste tus pasos para que tu corazón pudiera recobrar su ritmo cardíaco normal.

Aquel muelle al que te estabas dirigiendo es el más antiguo de Yokohama. Oficialmente es conocido como "Terminal Internacional de Pasajeros Osanbashi", ya que, después de más de un siglo y tras varias reconstrucciones; ahora presta servicio a los cruceros internacionales que visitan la zona. Aun así, está abierto a cualquier persona, pues es también un área de descanso en la que se puede pasear y disfrutar de servicios de ocio como tiendas, restaurantes, cafeterías, etc. También desde allí se puede disfrutar de unas vistas espléndidas de la ciudad. A ti te gustaba mucho ir a pasear con tu novio por el muelle, especialmente al anochecer, y contemplar desde allí la ciudad cuando se empezaban a encender las luces de Yokohama. Además, no importa en qué dirección mire uno, siempre será espectacular.

Conforme te ibas acercando, aquel paisaje hizo que tu cabeza empezara a divagar. Desde siempre habías sido bastante inquieta mentalmente. Una persona muy curiosa, te costaba encontrar personas con quienes hacer bailar tu mente. Amabas las conversaciones profundas, impredecibles, existenciales, esas que son transformadoras y catárticas. A raíz de aquella charla que habías recordado en el museo surgieron muchas más de esas que tanto te apasionaban. El recuerdo de cómo Dazai y tú continuasteis aquella tarde en la cual os conocisteis irrumpió en tu mente. No había manera de que ninguno de los dos cerrara la boca debido al entusiasmo mutuo. Ni idea de cómo llegasteis hasta el muelle Osanbashi, simplemente andabais sin rumbo fijo. Lo único que os importaba en ese momento era el sentido de la muerte, la vida y el sufrimiento.

Flashback

—¡Pero no lo entiendo! —Se echó las manos a la cabeza y revolvió su pelo desesperado—. Si es cierto que te sientes tan perdida y vacía... ¿Por qué no te animas a cometer un doble suicidio conmigo? ¡Eres la mujer perfecta para cumplir mi sueño! 

Su frustración se podía sentir a kilómetros de distancia. No, se podía sentir en toda Yokohama. ¿Por qué demonios te resultaba tan divertida aquella escena? Lo que te acababa de proponer era algo bastante trágico y, aun así, lo hacía ver como si fuera un chiste. ¡Qué hombre tan extravagante y enigmático! Y he aquí un problema. Todo lo raro, excéntrico y misterioso llamaba poderosamente tu atención.

—¡Tú no te quieres morir! —Reíste antes de añadir—: Al menos por ahora.

—¿Qué te hace pensar eso? —Te miró curioso parpadeando varias veces.

—Intuición —dijiste sin más dedicándole una tierna sonrisa.

Aunque podías enumerarle algunas razones, fruto de tus apreciaciones sutiles, ciertamente no podías explicarlas con la lógica. Era inútil. De nuevo estaba ahí esa poderosa sensación, simplemente algo en ti lo sabía.

—Pues la tienes totalmente estropeada... —Ese comentario suyo expresando su decepción te hizo reír de nuevo y te encogiste de hombros—. ¡Por supuesto que quiero morir ahora!

Se plantó frente a ti enfurruñado poniendo sus brazos en jarras.

—Escucha esto e intenta argumentar en contra. —Te retó y aceptaste, estabas preparada para la acción—. La tasa de mortalidad por el acto de vivir es del 100%. Significa que la muerte humana no es más que una función de la vida. No es más que una promesa escrita en el guion de la vida como un final. Y aunque a todos se nos prometió la muerte, desde un principio todos los seres humanos nacemos con un deseo preestablecido llamado "no quiero morir". Esto también es del 100%. —Asentiste con la cabeza, todo bien por ahora—. Pero ese deseo nunca se cumplirá. ¿Para qué alargar la espera si jamás obtendrás lo que deseas?