9.- En el Parque Yamashita (cont)

103 13 5
                                    

 —(TN), por todas estas cosas —volvió a hablar pero con voz grave—, me gustaría pedirte algo.

Su expresión también se había tornado seria, pero con un toque sereno. Con una de tus manos le indicaste en un gesto que esperase un poco. Rebuscaste dentro de tu bolso y le tendiste la caja, ya no tan misteriosa. Intuiste que de lo que te iba a hablar ahora tendría que ver con lo que aún no habías conseguido desvelar con exactitud. El moreno sonrió de lado cuando la pesó un poco en su mano y notó que el peso había variado ligeramente, estaba vacía. Te miró expectante.

—No sé si lo he interpretado bien, pero... ¡Déjame intentarlo! —exclamaste emocionada.

No era justo que solo él te hubiera pillado por banda para decirte lo que sentía de manera tan sincera y hermosa, era tu turno. Volviste a meter la mano en tu bolso para sacar otra caja, algo más pequeña que la de la supuesta misión. No dijiste nada, simplemente la pusiste en su otra mano y con una sonrisa le indicaste que era para él.

Dazai se quedó mirándola. Aquella pequeña caja de papel lo dejó algo sorprendido. ¿La habías hecho tú? Identificó el peculiar papel de inmediato. La textura, el color, los bordes dorados y la caligrafía del presidente que asomaban por algunos pliegues le sacó una risita de incredulidad antes de gritar dramáticamente.

—¡¿Qué has hecho, (TN)-chan?! —exclamó como si el mundo se fuera a acabar en ese instante—. ¡Un papel como este vale miles de yenes! El señor presidente no puede permitirse el lujo de comprar más, era el único permiso que teníamos en la agencia para utilizar en las misiones de alto secreto y máxima prioridad.

—¡¿QUÉEEE?! ¿Es tan así? —Sentiste que tu presión arterial, tus niveles de glucosa y tu vida entera descendían en picado hasta los niveles más extremos.

—Solo estaba bromeando —dijo ahora con la cara llena de diversión al ver tu reacción.

—¡Serás...! —Tu voz volvió a recuperar su fuerza.

¿Cómo podía jugar así con tus constantes vitales? No se merecía ese regalo tuyo por insignificante que fuera. Te abalanzaste sobre él para arrebatárselo de sus manos, pero giraba su cuerpo y estiraba su brazo al máximo para que no pudieras alcanzarlo.

—¡Ay! Ay ya yay, ¡dueleeeee! —Intentó detenerte con aquel quejido fingido.

—¡Maldito embustero! —espetaste enfurruñada.

Al fin lo dejaste ir, ¿por qué siempre se tenía que salir con la suya? Te cruzaste de brazos y ahora fue él quien se abalanzo sobre ti para cubrir tu rostro con pequeños besos. Sabía perfectamente cómo bajarte los humos.

—Pero qué adorable eres incluso enfadada —dijo juguetón—. ¡Muchas gracias, amor!

Volvió a mirar con detenimiento la caja. Dos pequeñas solapas formaban un corazón en la parte superior. Desde pequeña fuiste muy habilidosa con las manualidades, era algo que disfrutabas y te parecía lindo, así que la papiroflexia era para ti como un juego de niños.

Antes de abrirla la pesó también con su mano, ahí estaba la llave. Sí, definitivamente adorabas las cosas lindas, pero ¿solo cambiaste la llave de caja por una simple cuestión estética? Te interrogó con la mirada y le explicaste por encima.

—Pensé que la llave simbolizaba que querías abrir mi corazón, así que ahí lo tienes —aclaraste sonrojada—. Evidentemente no puede expresar al detalle todo lo que siento, pero sí lo más importante.

Tu novio devolvió su atención a la caja con más interés después de escucharte y tiró de ambas solapas. Efectivamente ahí estaba la llave. La tomó y por fin pudo ver con claridad lo que habías escrito con tu bonita caligrafía en el fondo de la caja.

Misión en Yokohama | Dazai OsamuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora