Misión en Yokohama | Dazai Osamu

6.- En el Jardín Sankeien

Tras una larga travesía, al fin pusiste un pie en tu siguiente destino. En pleno corazón de Yokohama aun te resultaba impactante encontrar un sitio como aquel.

El jardín Sankeien, de tradicional estética japonesa, deslumbraba por su belleza. Inaugurado en 1906, cuenta con casi 175.000 m² y alberga en su interior gran cantidad de edificios históricos, piezas de la colección personal del que fue una vez su propietario, un rico comerciante de seda; estanques, puentes y rocas. Todo se entrelaza en perfecta armonía en aquel entorno natural. Estar paseando por allí ahora compensaba tus penurias del día de hoy. Este jardín tiene la peculiaridad de ofrecer exposiciones florales durante todo el año y son muchos los visitantes a los que acoge especialmente a finales de marzo y gran parte de abril, cuando los cerezos están en plena floración. Es entonces cuando la gente se reúne allí para hacer un picnic llamado «Ohanami» y aprovechan para compartir alimentos y bebidas mientras contemplan las flores de cerezo caer.

Sin embargo, uno de los momentos que más te habían marcado a fuego en aquel vergel no se dio en primavera, sino en otoño, cuando en lugar de celebrar el «Ohanami» se celebraba el «Otsukimi». «Otsukimi» significa literalmente "contemplar a la luna". Este festival japonés rinde homenaje a la maravillosa luna llena otoñal del mes de septiembre. Se dice que esta época del año es ideal para observar nuestro satélite porque está más brillante. Además, se muestra gratitud por la cosecha recogida y se reza para tener una buena cosecha el próximo año, por lo que también se conoce como el festival de la luna de la cosecha. La tradición cuenta que, cuando observas la luna llena, puedes ver un conejo amasando mochi con un mazo, y tú aprovechaste eso para aquella ocasión tan especial.

Flashback

Aquel día decidiste hacer «tsukimi dango», unos pastelitos redondos que se parecen a la luna llena, pero les dibujaste ojos y orejas para que parecieran conejos. Toda una lindura. Ya te estaba dando pena comerlos y eso que no les habías dado ni un mordisco. Dazai te dijo que él pondría el sake para el evento.

Estabas super nerviosa porque era la primera vez que ibais a salir con más gente. Él insistió en presentarte a sus camaradas de la agencia, los cuales habían propuesto la celebración, y no querías causar mala impresión. ¿Les gustarían aquellos dangos? ¿Hiciste pocos o eran demasiados? ¿Los verían infantiles? ¿Y si lo que no les gustaba eras tú?

Pero aquellas inseguridades se esfumaron en un abrir y cerrar de ojos. En cuanto os vieron llegar juntos apreciaste sus sonrisas de bienvenida. Tu intuición te dijo que eran buenas personas y te relajaste de inmediato pudiendo así disfrutar del inicio de la noche. Fue realmente divertido aunque el presidente no se encontrara allí, en otra ocasión lo conocerías.

A Kyouka y Ranpo te los ganaste sin esfuerzo, aquellos pastelillos de conejo fueron toda una delicia para ambos. Con Atsushi conectaste rápido, el muchacho derrochaba bondad y él parecía haber percibido lo mismo de ti. Kunikida te aceptó llorando de alegría por ser, según él, el motivo de que hubiera más paz en su vida ideal. Al parecer, las quejas que llegaban a la agencia sobre las fechorías de Dazai se habían reducido a más de la mitad en aquellos meses; seguramente debido a que quedaba contigo cuando no estabais trabajando. Ya no podía invertir tanto su tiempo "muerto" en trollear al personal.

La doctora Yosano se ofreció para curarte siempre que lo necesitaras con mucha insistencia y tú accediste encantadísima. En ese instante, todos se te echaron encima diciéndote que no era para nada buena idea, pero les hiciste caso omiso justificándote con que eras capaz de soportar un tratamiento ultra hiper mega doloroso si eso significaba tu sanación. No podías evitarlo, ser hipocondríaca te traía por la calle de la amargura. Aquello iba a ser interesante. ¿Quién sería más cansina respecto a las revisiones médicas? ¿Yosano o tú? En cuanto a los demás... bueno, eran todos peculiares, tan peculiares como sus comentarios.