Misión en Yokohama | Dazai Osamu

8.- En el Observatorio Harbor View Park

El Observatorio Harbour View Park, también conocido como "Parque Minato-no-Mieru-Oka", está situado en una colina a unos 35 metros de altura. Las vistas que ofrece también son muy bonitas, especialmente de noche. Desde allí se puede ver tanto el puerto de Yokohama como el puente de la bahía y el muelle Honmoku. En aquel lugar, que fue residencia del cónsul británico en el siglo XIX y sirvió también como campamento de la guarnición militar británica, crecen una gran variedad de flores. En esta época del año, el jardín de rosas se encontraba en todo su esplendor.

Al ser un parque tan grande, también alberga en su interior el Observatorio Meteorológico de Yokohama, el Museo de Literatura Moderna de Kanagawa, el Salón Conmemorativo de Osaragi Jiro, entre otros. Aunque tu lugar favorito estaba al lado de la gran fuente, la cual estaba rodeada de hermosas flores y bancos donde Dazai y tú solíais quedar para comenzar muchas de vuestras citas al principio de la relación.

Sin embargo, en esta ocasión, aunque estabas justo enfrente de la fuente esperando y mirando absorta cómo los chorros de agua caían enérgicos; tu novio no fue el que apareció.

—¿(TN)-san? —Una voz desconocida te llamó por tu nombre.

Cuando te diste la vuelta encontraste a un hombre trajeado, de rostro tranquilo y sereno. Su pelo era oscuro, bastante repeinado con la raya en medio. Llevaba unas gafas de montura redondeada y destacaba el lunar sobre su labio en el lado izquierdo de su cara. Jamás te habías cruzado con él y, sin embargo, te resultaba conocido.

—Sí, soy yo —respondiste.

—Encantado de conocerla. Me presento. —Del bolsillo de su chaqueta sacó una placa identificativa que te mostró de inmediato—. Mi nombre es Sakaguchi Ango. Soy un agente del gobierno que trabaja para la División Especial de Poderes Sobrenaturales.

—¡ALELUYA! —exclamaste internamente—. Un placer Sakaguchi-san. Supongo que entonces es usted el hombre al que llevo persiguiendo todo el día.

—¿Todo el día? —preguntó confuso—. Estuve toda la mañana y parte de la tarde en la oficina, echando algunas horas extra. He llegado al parque hace unos diez minutos.

Aquella declaración te dejó perpleja. ¿No era él? ¡Pero si te había dicho que trabajaba para el Gobierno! Él notó el desconcierto en tu rostro y te propuso sentaros en un banco cercano para poder aclarar el asunto.

—Realmente, ¿a quién está buscando? —Te interrogó con la mirada.

—A un hombre del gobierno, pero no sé más detalles. Se suponía que en cuanto me viera se dirigiría a mi. Por eso pensé que era usted —explicaste intentando encontrarle la lógica a la situación.

—¿Y la caja? —Había duda e incertidumbre en aquella pregunta.

Tus ojos se abrieron alertados, no sabías qué pensar. Si no era él a quien habías estado buscando, ¿por qué sabía de la caja? ¿Estaba tanteándote? ¿Y si se estaba haciendo pasar por alguien del gobierno y esa no era su verdadera identidad?

Por su parte, Ango parecía entender mejor. Era como si dentro de su cabeza encajara las piezas del puzzle. "La caja que lleva en realidad es suya". Eso fue lo que le dijo cuando habló con aquella persona por teléfono hace como una hora. Le informó de que estarías en el observatorio y decidió ir para encontrarse contigo, pero su interlocutor no fue todo lo preciso que le hubiera gustado.

—Lleva una caja con usted, ¿no es así? —Insistió al ver tu reacción.

—¿Por qué sabe eso? —Te dirigiste a él con total desconfianza.

Inconscientemente te aferraste más a tu bolso, a modo instintivo, en un acto de proteger aquello que se te había confiado. ¿Qué harías a continuación?