Hermione

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Hermione, se encontraba en su habitación escudriñando en su closet, en búsqueda del traje apropiado para llevar al trabajo.  ¿Por qué era tan difícil encontrar algo? Ya había  descartado una montaña de ropa y nada le parecía lo suficientemente adecuado, para ella era mucho más sencillo realizar un examen de aritmancia. Por supuesto, que ella no era de esas mujeres que se preocupaban mucho por lo que llevaba puesto, pero hoy era un día distinto, porque no todos los días te ascienden en el  departamento de aplicación de la ley mágica.

Cuando llego al ministerio, tenía veinte minutos de retraso y eso era algo verdaderamente inusual en ella; pero es que no fue fácil encontrar el bonito traje color crema que llevaba y mucho menos cargar con una gran pila de carpetas que parecían pesar toneladas. Irrumpió en la oficina de Harry casi sin aliento y se sintió avergonzada al notar que Ron había llegado antes que ella, porque él era quien usualmente se retrasaba.

-Se te pegaron las cobijas hoy, Hermione- dijo Ron, sin siquiera tomarse la molestia de disimular una sonrisa triunfadora.

Ella lo fulmino con la mirada y ya iba abrir la boca para protestar e iniciar sus acostumbradas peleas con Ron, cuando Harry intervino.

-En diez segundos se activa el traslador y de verdad no quiero perderlo, porque más tarde tengo una reunión con el ministro.

Este comentario solo hizo que Hermione se avergonzara mucho más, ella sabia que no era obligación de sus amigos acompañarla, pero ellos habían insistido tanto, que había sido imposible negarse. Por alguna razón, que ni ella sabia muy bien porque, había decidido pasar las primeras horas de su nuevo  trabajo en Askaban, claro que tenia varios motivos, como por ejemplo: revisar que las condiciones de la prisión respetaran al menos mínimamente los derechos humanos de los reos y hablar con algunos prisioneros que habían solicitado la revisión de su caso, la cual era la razón por la que llevaba todas esas carpetas. Hubiera sido mucho más sencillo darle esa tarea a un subordinado e incluso dejarlo para después, pero sentía que tenia que ser ella quien lo hiciera y en ese momento.

Fue sacada de sus cavilaciones por el grito de Harry para que tomara el traslador, y al instante sintió como si un gancho la jalara detrás del estomago. Nunca había estado en Askaban, siempre había escuchado que era un lugar horrible, pero ciertamente esa palabra quedaba corta para describirlo. Casi inconscientemente se estremeció y llamo la atención de sus amigos.

-Por eso no queríamos que vinieras sola- le dijo Harry,  y ella no pudo evitar aferrarse a su brazo.

En esa isla en medio del mar, hacia un intenso frió que le llegaba a los huesos y ella no tardo en descubrir el porque. Al otro lado de la isla, se alcanzaban a ver unas figuras con capa negra que no podía ser otra cosa que dementores. También estaba ese insoportable olor a pescado podrido y el silencio sepulcral que inundaba el lugar, a excepción del murmullo del mar y su golpeteo con las grandes rocas que los rodeaban. En definitiva, todas estas características lo hacían el lugar más escalofriante del mundo y de verdad sintió pena por todas las personas que estaban allí recluidas.

Caminaron unos metros, hasta la entrada de una imponente torre, allí los estaban esperando un pequeño grupo de aurores, que le quitaron la varita por motivos de seguridad. Harry y Ron pudieron conservar sus varitas, dada su condición de aurores. Les asignaron un auror como guía, que resulto ser nada más y nada menos que Dennis Creevey, quien al parecer había heredado de su hermano mayor la fijación por Harry.

El primer punto del itinerario consistía en hacer un recorrido por la prisión. Dennis no resulto ser un buen guía, puesto que la mayor parte del tiempo se la paso hablando de Harry, quien estaba visiblemente incomodo e irritado y a Ron esto le hacia mucha gracia. En la parte baja de Askaban estaban los reos menos peligrosos, los cuales tenían bastantes libertades y gozaban de las mismas condiciones que los presos en las cárceles muggles.  Hermione tenia la impresión que a medida que ascendían, ese lugar se hacia mas tenebroso.

Los demonios de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora