¿Tenemos un vigilante?

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Volví en menos de 24 de horas ¿Es sorprendente, no? Debo agradecer enormemente a todas aquellas lectoras que han estado pendientes de está historia, es por ustedes que decido continuar. Así que gracias a que me encuentro inspirada, y a que tengo muchas ideas para escribir, les informo que si de aquí al sábado, me escriben 4 comentarios, publicó un nuevo capitulo. 

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El plan para interrogar a un ex mortifago, había fracasado por completo. Sin saberlo, ese día había terminado con novio, y no tuvo más remedio que aceptar una velada con Harry, Ginny y... Draco, quién había adoptado el nombre de Sam Harington. Su "historia de amor", consistía básicamente en que se habían conocido en un reciente viaje que ella había hecho a Noruega. Sam Harington, era un mago dedicado a los negocios, de origen estadounidense (Draco, había resultado muy bueno neutralizando su acento británico), que viajaba constantemente, y estaba de visita en Londres por Hermione.

-¿Dónde te estás quedando?- le preguntó Harry.

-En el apartamento de Hermione- respondió él, antes de darle oportunidad a ella.

-¿Por qué no nos habías contado?- le reprochó más tarde Ginny, en el tocador.

-Yo... solo quería llevar las cosas con calma, es algo a distancia y apenas nos estamos conociendo.

-Es muy apuesto- declaró Ginny.

Su amiga había quedado encantada con su nuevo novio, Harry no tanto. Ella pensó que podía sospechar algo, pero al final concluyó que era más por el instinto protector de su amigo.

Ya a solas, de vuelta a la casa de sus padres, Hermione tenía muchas ganas de lanzarle una maldición imperdonable a Draco.

-¿Qué fue todo eso?

-¿Qué cosa?- Contra preguntó él con sonrisa socarrona, ya sin los efectos de lo poción multijugos.

-No te hagas el tonto, Malfoy. Sé que algo planeas con todo esto.

Hermione tenía razón, Draco había visto a Potter con la hermana pequeña de Weasley, y en unos segundos orquestó un excelente plan. Hermione, lo mantenía todo el tiempo encerrado, así que pensó, que si se hacía pasar por su novio delante de sus amigos, está se vería forzada a sacarlo con mayor frecuencia. Por tanto, estaría más cerca de su círculo cercano, para así lograr escapar y además ajustar unas cuantas cuentas.

Ellos habían adoptado la rutina diaria, de que en la noche, Hermione curaba las heridas de Draco. En una semana había mejorado bastante, incluso había subido de peso. Sin embargo, para ella resultaba muy extraño el hecho de tener contacto directo con su piel y verlo sin camisa. 

-Te la pasaste muy bien hoy- dijo Hermione para distraerlo. Cuando sanaba ciertas partes, Malfoy se estremecía del dolor.

-Si...- dijo con la mirada perdida, parecía recordar algo.

-Le gustaste a la camarera.

-¿Celosa?- se burló él.

-No, pero es bueno saber que sigues siendo Malfoy- declaró mirándolo fijamente.

-¿Te parece eso bueno? Pensé que nunca te había agradado.

-Y eso es cierto, nunca me agradarás. Pero ahora, te creo, sé que tú no lo hiciste ¿Qué paso en realidad, Draco?

-Lo que tú sabes.

Al día siguiente en el ministerio, se ocupó de un asunto que había olvidado debido a todo lo que había pasado. Fue hacia Neville, le pidió permiso para el acceso a los expedientes de Malfoy, y se dirigió hacia la oficina vigilada por la poco amable bruja.

Los demonios de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora