Ya ha hecho esto tantas veces... Reconoce el sentimiento de muerte en los pasillos, camina al pabellón psiquiátrico, antes de quedarse inmóvil ante la puerta de la tan conocida habitación 23, recordada por salvaguardar, el bienestar de los countryhumans desde 1970, poco después de ser inaugurado aquel hospital, empuja la puerta con una mirada distante, en búsqueda de aquel alemán.
— ¡TN! — exclama una enfermera que bien conoce, la dama de 45 años de sonrisa radiante se le acerca, con un portafolio, mueve las hojas — el está en el pabellón infantil, insistió en ser remitido allí, nos aseguramos de que fuera una zona aislada, sin ningún riesgo para los pacientes
— oh... Eso es interesante — definitivamente estuvo bien traer la caja de madera, agradece la información antes de caminar al viejo pabellón infantil con pinturas de animales en las paredes, pasa sus manos por los dibujos, infantiles y acogedores.
Encuentra un aroma metálico al entrar a la sala asignada al nazi, al entrar se encuentra con un hombre de espalda, agachado, con sus tobillos elevados y de puntitas.
— ehem! — carraspea su garganta para hacerse presente el hombre voltea con una mueca molesta.
— yo solicite estar en completa soledad... — susurra, con un gruñido y aquellos dientes afilados como cuchillas, tan características de el.
— lo lamento, pero debo continuar con mi trabajo, señor Reich — dice con una voz tranquila, paternal, a lo que la otra persona en la sala responde con una mirada cansina
— y quien se supone que eres tú? Desperté con una herida de bala y en vez de ver a mis hijos o mis aliados te veo a ti con una mirada de idiota — dice con aquellos dientes apretados por el enfado, adelante de el está un lienzo bocetado con lápices infantiles de calidad baja, pone la caja en el piso, y abre la tapa, un set de pinceles viejos y algunos nuevos, y acuarelas de tonos pasteles y también neutros, en adición a lentes de montura redonda.
— ... De donde... De donde mierda sacaste estos? — pregunta el alemán, tomando los lentes, y acomodandolos sobre su nariz, el puente de su nariz levemente arqueado probablemente por una factura previa, cierra ambos ojos, y volviendo a abrirlos esos ojos verdes olivos, resaltan en un tono sucio y oscuro bajo los viejos lentes.
— el ático de Alemania, y me tomé la libertad de traerte pinceles y acuarelas, se que te gusta pintar
— puedes responder mi pregunta? — insiste refiriéndose a su desconocimiento ante la identidad de la organización.
— puedes llamarme TN —
— TN... Puedes decirme por que mis hijos no están aquí? — el hombre toma las acuarelas, dirige su mirada al más alto, antes de acomodar sus lentes y sacar los pinceles de la caja, la organización le pasa con cuidado una botella de agua que el hombre abre para mojar los pinceles
— usted sabe porque Alemania no está aquí, lo sabe mejor que nadie
El alemán suspira, dejando las acuarelas sobre el colorido piso y agachándose sobre el lienzo en el caballete de tamaño infantil, moja el pincel levemente, antes de pasar la brocha por el tono rosado más claro de la paleta.
— el pequeño ingrato les mintió, no fui tan malo con el — afirma con aquella voz ronca y a la defensiva, manchando el lienzo con el tono rosado, y luego tomando un poco de negro con la misma brocha, y algo de rojo a continuación, un carmesí oscuro.
— oh hazme un favor y no seas tan hijo de puta — susurra, sin medir sus palabras por su cerebro actuando de manera peculiar ante la incapacidad de dormir correctamente. — podría decirme dónde estaba antes de llegar malherido a una de las instalaciones de las naciones unidas
La organización pide, sentándose en el piso, y apoyando una hoja de papel en blanco sobre la carpeta gruesa, y tomando un bolígrafo de sus bolsillos.
— responde tú primero, se tu nombre, no quien eres, o por que estabas a mi lado cuando desperté, TN — exige, con sus manos y mirada centrada en el lienzo, voltea levemente dando una mirada afilada y desconfiada.
— soy una organización, completamente enfocada en el bienestar de los countryhumans y los intereses de la humanidad, me viste al despertar, porque estaba en el hospital esperando a que despertaras para hacerte unas preguntas — contesta amistoso, aunque sus manos juegan de forma nerviosa, casi obsesiva con el bolígrafo en sus manos, el alemán conoce bien eso. Ira.
— bien y yo soy putas Pedro Picapiedra, vete a la mierda — se burla, con un sonido de cerdo después de una corta carcajada, una risa nasal que viene desde su garganta.
— responde mis preguntas, y me iré a la mierda — responde con sarcasmo, mientras juega un poco más con el bolígrafo, este hombre lo saca de quicio lo enloquece y eso lo frustra! Nadie es más molesto que el facista alemán.
— bien, recuerdo que estaba en un bosque alemán, en una de las cabañas de mi propiedad, me dispare en la cabeza y luego desperté, la casa era un desastre, no había sangre, bueno, no fresca, y después de eso se me borra la memoria, lo más reciente que mi mente guarda es tu cara de imbecil mientras despierto en un hospital americano — contesta con condescendencia el alemán, con un deje de desespero y cansancio.
— gracias — responde con una sonrisa, una que muestra sus dientes, alineados en una postura organizada, en forma de paleta.
— ... No es nada... — vuelve a su pintura, el cuadro de un rostro, el rostro que vio al despertar, en tonos rojos, ya tiene la última pieza, cuando despertó no pudo ver la sonrisa de aquel hombre, ahora la tendrá grabada por un buen tiempo.
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¡!Oh no¡! [Third Reich x Male Reader]
FanfictionUna organización dedicada a la paz y la re-acomodación de países retirados, con uno de los más problemáticos, aquellas alas de cuervo, y esa bandera tan polémica y recordada, incluso el, en su tierna edad de creación, teme de forma ferviente a aquel...