𝐊𝐈𝐍𝐃. 𝙼𝚒𝚐𝚞𝚎𝚕 𝙼𝚘𝚛𝚊 - 𝗼𝗻𝗲 𝘀𝗵𝗼𝘁𝘀.

ONE SHOT 15.

MIÉRCOLES

—¡Mikey! —me llamó mi mamá—. ¡Mikey! —volvió a repetir.

—¡Ya voy, mamá! —cerré mi ordenador y después de levantarme de la cama me dirigí hacia donde escuché los gritos de mi mamá.

Me di cuenta que estaba esperándome en la entrada.

—Vamos —cogió las llaves de la pequeña mesita que adornaba la entrada—. Ponte el abrigo.

—¿A dónde vamos, mamá? —me acomodé el gorro del abrigo.

—¿No me dijiste esta mañana que ibas a hacerle una sorpresa a tu novia?

Abrí los ojos como platos.

Me olvidé.

Otra vez.

Siempre lo mismo.

Mamá y yo salimos de casa luego de asegurarnos de que la puerta trasera estaba cerrada, para progresivamente cerrar la puerta de la entrada y montarnos en el coche.

Iba a ser un viaje un poco largo, así que conecté mi móvil al coche y puse my playlist de música favorita.

All I Want Is You de Miguel empezó a sonar y mamá yo nos pusimos a tararear la canción.

Según Google Maps tardaríamos más de cuarenta y cinco minutos en llegar al lugar donde recogería la sorpresa.

Opté por distraerme con el móvil. Básicamente contestando algunos correos de marcas de ropa para colaboraciones, o de cualquier otra petición. Obviamente con la supervisión de mamá.

Realmente eran muchos los correos, supongo que me tomarán más de diez minutos contestar cada uno de ellos.

Al poco rato terminé de responder a todos los correos así que revisé un poco mis redes sociales y después de eso me puse a jugar un jueguito llamado Dumb Ways to Die.

El juego estaba bueno, por lo menos me distraía y eso es lo que busco en este momento para no morir del aburrimiento.

Estuve prácticamente todo el rato hasta llegar al lugar jugando aquel juego.

Ya que al fin llegamos nos bajamos del coche, nos acercamos a la enorme casa y tocamos un pequeño timbre.

No tardaron en abrir la puerta dos señoras de edad adulta. Viéndolas así, sin conocerlas de nada, diría que tienen entre treinta y seis y cuarenta y tres.

—¡Hola, bienvenidos! —la señora de la izquierda, la cual tenía pelo corto de color castaño y ojos verdes, con la cara un poco regordeta y de altura media nos sonrió.

Imitamos su gesto y mi mamá no tardó en entablar una conversación con las dos mujeres.

Ya sabía como se llamaban. La que acabo de nombrar, se llama Lisa y es la encargada de este lugar junto a la otra señora. Con lo poco que la he escuchado hablar, es una señora dulce y amable.

La otra señora es más alta, rubia y con el pelo largo recogido en una cola de caballo. Tiene los ojos marrones y es más alta que su compañera pero no me alcanza en altura. Su nombre es Giselle y a comparación de su compañera es mucho más apática.

Seguimos a Lisa por un pasillo decorado con unos pocos cuadros de perritos y gatitos. En este habían cuatro puertas pero todas estaban cerradas.