ONE SHOT 15 (pt 2).

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SÁBADO

La pequeña gatita, todavía sin nombre, me mantuvo ocupado todo el día.

Al parecer la dulce y calmada gata que vi en la protectora de animales, no es más que una pequeña traviesa, hiperactiva e inquieta gata.

No sé que voy a hacer con ella. He estado desde temprano por la mañana (donde por cierto, ella fue la que me despertó con sus maullidos) cuidándola, evitando que mordiera uno que otro cable, que no comiera algo que no debía o cualquier otra cosa que veo que pueda llegar a hacer, no me sorprendería.

Hablando de sus travesuras, justo ahora mismo que le estoy preparando su comida, está escalando mi pierna mientras chilla como si le estuviera haciendo algo malo cuando lo que le pasa es simplemente, que tiene hambre.

Meneo el bibi que sostengo en una mano, teniendo en cuenta que tengo una cachorra colgada en mi pierna.

—Vale —cojo a la gatita—. Shh, ya...—le acerco el biberón al hocico y una vez que ya se ha aferrado a este, lo inclino para que la leche baje, pero tampoco tanto porque no quiero atiborrarla.

Por muy pequeño que sea su cuerpo, sus cacas son del tamaño de la pata de un elefante, y huelen tan horrible que me dan ganas de arrancarme la nariz.

Bueno, tal vez estoy exagerando un poco...

«Pobre Mack, lo que le espera...»

No sé que estoy haciendo, pero una vez que termina de beber el resto de la leche, le doy golpecitos en la espalda cual bebé.

¿¡Qué!? Lo leí en Google.

Me sorprendió bastante cuando la gata sin nombre, soltó lo que parecía ser un eructo, seguido de varios.

Es tan delicada que después de bastantes segundos, se quedó dormida sobre mi hombro.

—Quizá debería tomar una siesta yo también —caminó hasta el sofá, supervisando a la gata.

Ya una vez me tumbo, mis ojos se sienten tan pesados que se cierran sin mi permiso.

(...)

—Meow —logro escuchar, aunque estoy totalmente seguro de que estoy soñando—, meoowww —esta vez el maullido es más fuerte lo que me hace abrir los ojos.

—Déjame dormir —gruño viendo directamente a la pequeña en mi pecho.

Cierro los ojos, dispuesto a dormir.

Esta vez, la pequeña es más lista y me muerde la barbilla.

—¡Hey! —la aparto—. ¡Eso no se hace! —acaricio mi barbilla, ¡mi pobre barbilla!

Suelto un profundo suspiro echando la cabeza hacia atrás.

—Te voy a cambiar el nombre —me responde con un simple maullido, que interpreto como un sí —. De ahora en adelante, te llamarás uhm...

Me quedo pensando, con la mente en blanco. Quiero algo sencillo...

—¡Jett! —la gatita me mira—. Ese será tu nuevo nombre, ¿te gusta?

Parezco idiota, hablándole a un gato que ni siquiera me entiende.

—Dime —le doy un beso en la frente—, ¿estás emocionada por tu nueva dueña, uh?

El ruido de la puerta suena y por ella entran mis padres quienes me miran con cara rara.

—¿Tienes fiebre? —suelta mi mamá.

𝐊𝐈𝐍𝐃. 𝙼𝚒𝚐𝚞𝚎𝚕 𝙼𝚘𝚛𝚊 - 𝗼𝗻𝗲 𝘀𝗵𝗼𝘁𝘀.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora