Debido a que he vuelto a ir a clases, mi inspiración ha vuelto con ello. A lo que voy es que por alguna razón mi imaginación explota por las mañanas, o sea en el horario de clases, así que me puse a escribir después de terminar una prueba y pues salió esto. Quiero dedicar este OS a todas aquellas personas que se sienten como Megan en la escuela, una de esas soy yo.
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—Todo estará bien, estamos contigo pequeña Megan.
—Ya no soy tan pequeña —hice un pequeño puchero.
—Siempre serás mi pequeña —rió papá.
Mamá y papá besaron mi frente con cariño y comprensión, como suelen hacerlo todas las mañanas.
Al contrario de muchos otros adolescentes, a mí no me da vergüenza que mis padres o familiares muestren ese tipo de cariño por mí en frente de mi escuela, por no decir que me encanta.
Suspiro.
«Solo es una nueva escuela. Sola, sin conocer a nadie y sin siquiera saber socializar, no es para tanto».
No podía convencerme por mucho que lo repitiera.
«Es fácil; entras, vas a clase, no hablas ni haces nada vergonzoso y así todos los días».
Supongo que nadie podía evitar lo inevitable.
El extraño dolor en mi barriga no me dejaba pensar con claridad, mas escondí mis manos temblorosas y oculté mis ganas de vomitar.
A paso decidido (aunque por dentro estuviera a punto de llorar) entré y seguí a los demás hasta llegar a las escaleras que daban a las clases, entre ellas la mía.
Unos cuantos muchachos y muchachas me miraban desde sus asientos, con curiosidad, así que me senté en el fondo sola.
Dos minutos después la profe entró, dando los buenos días para dar paso a la clase de biología. Mi cabeza no dejaba de martillear nerviosa por hacer o decir algo con lo que mis compañeros podrían burlarse de mí.
Mientras la profe explicaba se abrió la puerta, por ella entró un chico —bastante atractivo, a decir verdad — con el pelo recogido en un moño. Era un poco más alto que yo segurísimo y se le veía un poco agitado, como si acabara de venir corriendo.
—¿Cuál es la razón de su tardanza, alumno Mora?
«Así que Mora...»
—Tuve un inconveniente con mis hermanos, le juro que no se volverá a repetir Sra. Torres —su voz era linda...
—Eso espero, por favor siéntese con Megan.
Su cara de duda lo decía todo, así que con toda la vergüenza del mundo y las mejillas a punto de explotar levanté la mano levemente, solo para que él pudiera verme.
