capitulo 8

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Hazel

Había casi metido la pata.

—¡Piensa bien, cabron!—espetó Christian sobando su cien con la yama de sus dedos.

—No hize nada—murmuré negando mordiendo mi labio inferior. Si, no hize nada pero estuve a punto de hacerlo, estuve a punto de decirle a Maya toda la verdad.

—¿Sabes que pasa si esto se pone peor?—caminó a mi bajando la vos—. No sabemos cómo va a reaccionar ella. Corre peligro al igual que todos en esta casa y si ella llega a odiarte antes de que Jacob esté a salvo, ¿No crees que sería capaz de decir todo lo que sabe solo por joderte?—negó—ten paciencia, ya llegará el momento de decirle la verdad.

—Te pedí que me apoyaras a hacerle recordarme.

—¡No es el momento!

—Pero siento que las cosas irán peor si sigo como si nada, como si no la conociera—agaché la cabeza con resignación. Cristian tenía razón, si Maya llegase a odiarme al recordarme y después de eso quisieran sacarle información o le llegará a pasar algo, era mejor que no tenga memoria de nada y así también podría pasar desapercibida.

—Hazel—tomó mis hombros dando un respiro hondo—Hazlo por Jacob, espera a que esté todo tranquilo y podrás hablar con ella.

Asentí.

Solo asentí y me quedé ahí en esa habitación. Ví como Christian salía a toda prisa y yo me quedé allí solo.

¿Pero saben que?

No me importaba, no me importaba nada más que eso. Maya lo entendería, se que lo entendería. Tenía que decirle, tenía que hacerle recordar.

Sabía que la vida de Jacob estaba en peligro pero esto me llenaba de un estrés y una frustración inmensa. Quería decirle la verdad y nada más que la verdad.

No habia pasado mucho tiempo de aquello. Unos minutos en la que mi cabeza debatió que si y que no debería hacer.

Abrí la puerta ya salí al pasillo buscando la pieza de Maya. Ni siquiera toqué, solo abrí la puerta y miré adentro: allí estaba ella, sentada sobre el suelo frente de los ventanales, tenía una pijama de dos piezas, cortas y sensuales. Lili dormía plácidamente en la cama. Y ella, Maya, parecía extrañamente distraída mirando al frente atraves de las ventanas abiertas.

—Perdón por irrumpir así—carraspeé y me adelante unos pasos. Ella me miró de golpe y limpió unas cuantas lágrimas que resbalaron sobre sus mejillas—. ¿Está todo bien?— caminé rápido a ella y me coloqué de rodillas a su lado.

Maya no dijo nada, se quedó en silencio y cuando intenté tomar su rostro ella retrocedió un poco con su cuerpo tenso, pero segundos después se relajo y dejó que yo limpiara su rostro.

—Nada, estaba pensando cosas algo personales—evadió rápidamente y sonrió.

—Hum—me senté a su lado—¿Podríamos hablar?—cuestioné

—Yo creo que ya es un poco tarde—se apresuró a decir y se levantó de golpe. Tomé su muñeca y le supliqué con la mirada que se sentará de nuevo, tal como esperaba ella lo hizo.

—Bien, ¿De que debíamos hablar?—murmuró calcando sus ojos en mi. Sus ojos estaban vidriosos y un poco irritados. Se miraba muy vulnerable y eso aterrorizó mi corazón.

No sabía cómo iba a tomar esto pero quería decirlo. Maya no era debil, pero al mirar su rostro, al mirar sus ojos, al mirar su pequeña nariz con la punta roja y sus mejillas con las marcas de las lágrimas que pasaron por allí, todo eso me hacia temer hablar. Cómo si respirara fuerte fuera a romperla. Cómo mi pequeña muñeca de porcelana. Eso me hacia recordar lo mucho que la amaba. Recordaba como la había tenido en mis manos; añoraba protegerla siempre, contra todo
Protegerla de mi.

—Es que yo... Maya yo—hize una pausa y tomé sus manos con delicadeza.

Por un momento pensé en hacerle prometer que no me soltaría, que no se iría y que se quedaría aquí, quería pedirle que me entendiera pero eso solo sería una gran manipulación. No la dejaría ser libre si hablaba demás.

—¿Si?

—Yo soy...—mi voz se volvió a apagar ¿Qué, yo qué?, ¿Qué era yo si no más que un cobarde?. Mis manos resbalaron de las suyas aterrorizadas de su reacción y de mi falta de valor—Soy alguien que tiene mucho que ver en tu pasado. Estuve contigo bastante tiempo, porque soy...

—¿Eres?, sabía que en algo te había visto pero no entiendo—me miró con intriga.

La tranquilidad en su rostro pronto se desvanecerá.

—El padre de tu hija.

Y podía jurar que esa frase fue como una bala directo a ella. No supe si a su orgullo, a su corazón, a su alma. No supe de que manera o si quizás me creería.

—Eso... Eso es lo más probable, no por nada tiene mis rasgos—continué rápidamente mirando su rostro lleno de incredulidad, frustración, enojo o tristeza—Te conocí bastante pequeña, mantuvimos una relación desde pequeños, nos separamos, volvimos años más tarde y no pasó mucho más de una año todo el tiempo que estuvimos juntos. Vivías conmigo, dormías conmigo, teníamos muchas cosas que hacer y que cumplir.

Su boca se apretó escuchando con atención cada palabra. Se preparó para decir algo que, me dejaría como un total idiota.

Vendida #2: Recuerdame ➜+18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora