capitulo 7

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Regresamos a casa no muy tarde, Vanessa era una chica muy agradable y creo que se convertirá en mi mejor compañía en esta estancia, y quizá para después.

—Es muy lindo por aquí—dijo la peliroja dejando su abrigo en el sofá de la entrada.

—Si, es increíble—contesté imitando su acción después de dejar a Lili en la cama quien ya estaba dormida.

—Pensé que llegarían más tarde—murmuró Christian bajando las escaleras.

Vanessa volteó al instante y clavó sus ojos en él con una sonrisa impregnada en sus labios. El pelinegro la jaló de la cintura y le besó la frente con sumo cuidado. Si, era muy cursi, era tierno, era un dejavu aunque nunca los había visto besandose.

—Esta lista la cena—carraspeó Hazel entrando por la izquierda desde el comedor.

—En seguida vamos—sonreí y luego me volví hacia Lili para cargarla pero me interrumpió.

—Se durmió—susurró Hazel acercando sus manos a ella chocando así con las mías—Yo la llevo, estará segura, lo prometo—concluyó arrodillándose frente de Lili y la tomó con sumo cuidado entre sus brazos.

No siquiera había aceptado aunque no me molestaba. Parecía que tenía la necesidad de tenerla entre sus brazos y cargarla así que no me negué.

Hazel la miró como si estuviera anonadado en ella. Sonrió con cierto brillo en sus ojos mientras agitaba sus brazos muy despacio, arrullando. Está vez ni siquiera me miró, continuó mirandola dormir y caminó con sumo cuidado subiendo las escaleras con Lili en sus brazos. Quizá amaba a los niños igual que Christian.

Nosotros tres continuamos nuestro camino al comedor, allí estaba Antoni y una pelinegra que me parecía extrañamente familiar pero aseguro que no la había visto en mi vida.

La pálida pelinegra no nos dedicó mirada alguna, su rostro estaba lleno de confusión,  tristeza, enojo, frustración, no lo sabía. Sus cejas estaban fruncidas si expresión alguna en su rostro. Después de unas segundos levantó el rostro y clavó sus ojos en mi, sus labios se entreabrieron pero después los apretó guardando las palabras que apuesto quería decir, no entendía bien que sucedía.

—Siempre los mismos juegos—bufó llena de coraje—¿Tienen un maldito auto aquí que pueda llevarme?—cuestionó  mirando a Antoni.

¿Por qué tan grosera?
Era evidente que tenía problemas pero no era motivo para su mala educación.

—¿Quieres uno?—pregunté sin verla, continué tomando jugó que había en la mesa pero apuesto que ella si me miró.

Apretó los puños notando mi tono despectivo y luego soltó un suspiro gigantesco.

—Lamento esto, trato  de calmarme pero en realidad no puedo—se levantó de la mesa y me miró suavizando su rostro—Si podrían darme cualquier cosa que me permita movilizarme, sería de mucha ayuda. Trato de respirar pero ¿Cómo lo hago si mi novio está...

—Naomi—Christian le interrumpió al instante levantando una ceja y negando—Los autos están afuera—le lanzo una llave—pero las llaves las tiene Hazel, solo puedes llevarte una motocicleta, es la negra azulada.

Ella atrapó las llaves en el aire—Gracias.

—Antes de que te vayas—murmuró Cris de nuevo—No hagas ninguna locura, regresa aquí, o nada saldrá bien.

Ella no le contestó, dió media vuelta y salió del lugar a un paso apresurado.

Por su forma de vestir y su apariencia física no podría deducir que sabría manejar motocicleta pero e aquí mi estereotipo absurdo.

Vendida #2: Recuerdame ➜+18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora