La conocí cuando tenia 20 años y yo 25, mi primer recuerdo de ella es de su sonrisa, tenia una sonrisa muy amplia, mostraba su aperlada dentadura mientras entrecerraba sus pequeños ojos.
Fue un 3 de Brill del año 1601, La isla atraco en el puerto de westhampton y fue ahí donde subió, la noté casi al instante a pesar de que su complexión la escondía entre el tumulto, llevaba una enorme mochila que se asomaba sobre su cabeza, un sombrero ancho y unas gafas que le cubrían casi todo el rostro. Era simpático verla abrirse paso entre el barullo, como un pequeño ratón que escapa entre estrechos rincones. En ese entonces era yo el segundo navegante en jefe de la isla así que tenia cierta influencia, le pedí a uno de mis subordinados que le dijera que el capitán quería verla y ella accedió. Cuando entró, me encontró en una pose enhiesta y poco natural, parlotee un poco y le mostré mi sextante, aquel que compre en una de las tiendas más populares y caras de Turkstan. Fue lo único que se me ocurrió pues yo nunca antes había intentado coquetear con una mujer, ¡sin embargo funciono! mi patético y cutre flirteo la hizo reír, Me mostro todos los dientes en una mueca sincera e infantil y en ese momento... quede prendado de ella, se llamaba Hanami.
Herbolaria de profesión y quizá sea muy obvio decirlo, pero amaba las plantas. Era una mujer sibak que viajaba de aquí para allá en busca de hongos y hierbas curativas. Había estudiado en una de las academias mas famosas de Los estados unidos de Footland y aun así mantenía el espíritu apacible de los de su raza. Durante el mes que estuvo permanecimos inseparables, nos la vivíamos en la plaza charlando y en el malecón esperando el atardecer que era el momento en que se quitaba sus enormes gafas y me miraba a los ojos directamente.
Me dijo que se bajaría hasta que llegáramos al mar de Katu, sus jefes, de quienes no oí mucho, financiaban su investigación y le habían dado quince años para completarla. No me dijo que buscaba con certeza, pero creía que encontrarlo salvaría al mundo. No exagero, dijo exactamente estas palabras "quizá si lo encuentro salve al mundo", recuerdo perfectamente cada palabra que salia de su boca, pero lo que realmente se quedó incrustado en mi pecho, era aquella determinación pintada en sus cejas y su clara alegría inocente al hablar de su más sentida pasión.
Yo pedí de descanso las tardes, que eran los momentos que ella podía salir a caminar sin preocuparse por el sol en sus ojos. incluso adapte mis horarios de sueño para pasar el mayor tiempo posible con ella. La lleve a todas partes dentro de la isla, a los muelles, los jardines colgantes, las fuentes autosustentables, el acuario gigante submarino y hasta al teatro. estaba apresurado a vivir como si el tiempo me corriera más pronto, hasta podía sentir como pasaban sobe mi cabeza las horas en las que dormía, como si me pesara perder valioso tiempo, pero incluso en mis sueños, estaba ella.
Estuvo conmigo tres cortos meses, un fatídico quince de laijun llegamos a su destino, desembarco en el puerto temotl, aunque me dijo que no se asentaría ahí, pues su objetivo era el archipiélago Tlalotlan, casi colindando con el mar Nilo. La despedí con una lagrima escondida y la vi perderse entre la multitud del puerto, antes de irse me dio un beso en la mejilla aunque yo anhelaba besarle los labios, no me atreví, se quedo atorado en mi boca. Llevaba su rumbo bien fijo, y su enorme mochila sobre la espalda. Su primera parada era la capital de Mapilitlan, donde la certificaban como calmeca, que es una forma de referirse a los maestros que se especializan en la herbolarea en casi todo el mar de Katu. Le dedique un ultimo suspiro y volví a lo mio, no era la primera vez que me despedía de un buen amigo... pero sí la primera que me despedía de un amor.
La isla giró al norte para dirigirse a Glacioheim, yo le di esa instrucción al timonel maestro y prestos los 62 timoneles acataron mi orden al unisono. Pronto nos hallábamos en los helados mares Varicos. Me enfrasque en lo que necesitaba ser, en lo que thor-bas necesitaba que fuera, para sobrevivir. Seguimos con la rutina para el bien del balance, intercambiando mercancía, cobrando por viajar a pasajeros que buscaban una nueva experiencia de viaje, ofreciendo trueques y vendiendo especias. A la gente le gustaba hacer trueques con nosotros, no en cualquier mercado se encuentran especias o carnes exóticas que para conseguir se bebe atravesar el océano. los chefs y dueños de grandes restaurantes eran los que más nos solicitaban y cuando atracábamos cerca de un gran puerto la plaza se llenaba de bullicio. eran esos momentos de ruido y caos los que más me gustaban, me distraían, evitaban que mi mente bojeara en aguas de nostalgia.
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CRÓNICAS DE MAR Y TIERRA
FantasyCOMPENDIO DE CUENTOS FANTÁSTICOS, CREADOS EN COLABORACIÓN DE WSHISTLE LAUREL, ALFONSO NORIEGA y LIMBO. AUNQUE SON DIVERSOS CUENTOS Y PROTAGONISTAS, ASÍ COMO TEMÁTICAS Y GÉNEROS, TODOS CONVERGEN EN UN MISMO UNIVERSO.