20 de diciembre - Apodos

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¡Ey pelusa!

¡Robito copito!

¡SnowBall!

¡Isopo!

¡Algodón con patas!

¡Oveja trasquilada!

¡Huron oxigenado!

¡Desteñido!

¡Enano!

¡Malvavisco pinchado en el culo!

Y tantos apodos que no podía olvidar, no importa cuánto lo intentara aparecía una repetición perfecta de la voz de Mello en su cabeza gritando todos y cada uno de ellos, que eran bastantes. Cada semana al menos tenía uno nuevo, otros los creaba al momento o bien alguna extraña frase insinuante.

Tenía la expectativa de que las cosas cambiarían una vez fueron pareja, pero nada de eso. Ahora los apodos venían con ciertas frases que no todo el tiempo el rubio tenía la decencia de que sólo ellos dos escucharan. Unas como: Quiero dejarte ese trasero como bandera japonesa. A ese podía tomarle gusto siempre que no se lo dijera en medio de la clase de historia política haciéndolo saltar y ganándose que el profesor lo dejase fuera el resto de la clase.

Y cuando algunos compañeros comenzaron a decirle de esas variopintas formas fue suficiente para él. Bien lo dijo un filósofo político: la afrenta que se le hace a un hombre debe ser tal que no haya ocasión de temer su venganza. Y eso era lo que planeaba, que su desquite fuese tal que Mello no encontrase lugar a represalia.

Y por ese motivo buscó una vieja cámara, bajó al pueblo de Winchester unas dos semanas antes de la misa de acción de gracias del orfanato y regresó allí por la tarde víspera de aquel domingo. Hizo un par de favores con el jardinero que le dio llave al cobertizo y en punto de las 2 de la mañana colocó ese enorme cartel con todos los apodos que pudo maquilar en su cabeza con una foto de 5 metros cuadrados de la rubia gritando a la cámara. Cuando empezaron las risas a la mañana vio a Mello tratando de descolgar esa foto sin mucho éxito. La semana entera tuvo que dormir en la habitación de Linda y desaparecer de la vista azulina embravecida. El 80% de sus juguetes no sobrevivieron al asalto de Mello a su habitación. Cuando le dio cara a su novio le tuvo que regalar una caja de chocolates suizos (los compró en la segunda ida al pueblo).

Mello no le volvió a decir apodo alguno en los pasillos de Wammy's, ahora los apodos se los hacían a él y Near tuvo que aceptar que eran graciosos mientras no fuesen suyos.

N/A: Estaba pensando en que fuera más extenso, pero hay días que no doy de mi.

Mes Meronia 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora