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Me queje en voz alta cuando sentí la almohada estampar mi rostro, haciendo que soltará una maldición. Abrí mis ojos, para después cerrarlos otra vez a causa del sol. Me dolía la jodida cabeza y lo único que quería era morir. Los abrí nuevamente, viendo con confusion la silueta que estaba parado en el umbral de la puerta con los brazos cruzados. Me restregó los ojos, sentandome completamente en la cama.

—Hasta que despiertas, feo durmiente—su voz martillo contra mis jodidos oídos, haciendo un eco insoportable en mi cabeza. Esto era una jodida tortura.

—¿Que haces aquí? ¿Cómo entraste?—pregunté un poco confundido. Cada que intentaba abrir los ojos sentía mi cabeza martillar, así que opte por la mejor opción. Hablar con los ojos cerrados.

—Tu puerta estaba abierta, genio—dijo él, acercándose unos pasos a mi y entregándome un vaso con agua y una pastilla, para luego sentarse en la cama a mis pies. Lo mire agradecido, para después llevarla a mi boca.—Eres un jodido desastre, Tom. Dejaste la puta puerta abierta. ¿Entiendes eso?

Le regrese el vaso con una mueca, escondiendo mis manos en mi rostro.

—Ya, no me regañes. Siento que la cabeza me va a explotar.

—¿Y como no? Estoy seguro de que bebiste como un desquiciado.—rodó los ojos, viéndome de arriba a abajo—Y después de la escandalosa discusión que tuviste con Ashley...

Solté un resoplido, intentando contener mis impulsos de estrellarle la lámpara en la cara, para así tal vez hacerlo callar. No estaba de humor para hablar de eso.

—Lucas, si viniste a regañarme...

Se levantó de la cama, mientras negaba con la cabeza.

—No vine a eso. Tú más que nadie sabes que tu relación con Ashley me importa una mierda.—dijo con voz dura, con su rostro completamente serio. Quité mis manos de mi rostro, viendolo con los ojos entrecerrados, ya que el simple hecho de abrirlos completamente hacia que me ardieran.

—¿Entonces?

Él arrugó sus cejas, para después rascarse la barbilla.

—En la madrugada de hoy recibí un mensaje un tanto... Curioso—comenzó a hablar, mientras lo miraba con curiosidad.—¿Tienes idea de quién me lo envió?—negue con la cabeza, estando completamente confundido—.Bien. ¿Al menos recuerdas que hiciste o a quien llamaste ayer?

Arrugue las cejas ante sus preguntas, estando cada vez más confundido que antes. Lo mire sin entender, mientras negaba nuevamente. La verdad es que no me acordaba de absolutamente nada. Mi mente estaba en blanco. Solo esperaba que no haya hecho ninguna tontería.

—¿Por qué no dejas las absurdas preguntas y me dices?—pregunte cansado. Queria volver a dormir. Lucas se rió sin gracia, para después acercarse nuevamente a mi, apuntandome con su dedo.

—Si no fuera un delito ya te hubiera asesinado—dijo enojado. Lo mire con rareza, pero al mismo tiempo intrigado y algo asustado. ¿Que pude haber hecho anoche?

—Deja los malditos rodeos y dime ¿qué carajos sucede?

—Oh, encantado de decirte. Sucede que en la madrugada llamaste a Elizabeth, ya que eres tan idiota como para embriagarse e ir a su trabajo en la madrugada. Me dijo que tuvo que ir a recogerte ya que estabas ebrio hasta el culo, si. ¿En qué carajos estabas pensando en llamarla?

Me quedé congelado ante la nueva información, sintiendo mi corazón latir con fuerza contra mi pecho al escuchar su nombre. No, no y no. Esto tenía que ser una jodida broma. Yo no seria capaz de hacer algo así. ¿Verdad?

Un Año Y Tres Meses Donde viven las historias. Descúbrelo ahora