06

178 14 3
                                    

Solté un suspiro, entrando a las instalaciones de mi adorada y querida universidad. (Noten el sarcasmo, por favor) estaba muerta y adolorida. Me sentia increíblemente cansada, y es que, después de dejar a Tom y regresar a mi casa, tuve la mala suerte de chocar con mi padre, que cundo entre el apenas estaba llegando después de más de 24 horas sin verlo. Claro, a él no le agrado para nada que yo estuviera llegando a altas horas de la noche, y sumándole que se encontraba borracho no me fue nada bien. Resumiré el tema en que ahora tenía la mano más lastimada que antes.

Cuando entre al campus a lo lejos ví a Allison, quien charlaba muy animadamente con una chica de otro semestre. Cuando volteo a mi dirección pude ver cómo soltó una exclamación, para después decirle unas cuantas palabras a su acompañante y venir hacia mi con un gran sonrisa en su rostro, caminando con rapidez, incluso casi trotando. Cuando al fin llegó envolvió sus brazos al rededor de mi cuerpo, haciendo que me pusiera rígido. No estaba acostumbrada a recibir este tipo de afectos, y estoy segura que ella lo captó, ya que en cuestión de segundos se separo de mi.

—¡Lizzy! Por Dios. Creí que te había pasado algo. ¿En dónde te metiste? Me dijistes que solo ibas al baño y no supe más de tí. ¿Estás bien?—habló con rapidez, viéndose genuinamente preocupada. Sonreí ante aquello. Nadie se había preocupado tanto por mi.

—Me encuentro bien, solo tenía dolor de cabeza, pero ahora estoy bien.—respondí, sintiendo por alguna razón mis mejillas calientes. Estaba segura de que me encontraba mas roja que un tomate, y de tan solo pensar en eso hacia que me sonrojara más. Mire hacia el piso, con una pequeña sonrisa. Allison suspiro, tocando su pecho.

—En verdad quise llamarte, pero como no tengo tu número se me hizo complicado.

La mire con una sonrisa, pareciendome tierna su preocupación. Me encogi de hombros, restándole importancia.

—No te preocupes, me encuentro bien.

Ella sonrió aliviada, para después ponerse a mi lado y agarrar mi brazo, para comenzar a caminar.

—Menos mal. Te guarde todos los apuntes. Ya sabes, para que no te atrases.—sonrei a su dirección, asintiendo. Que chica tan agradable.

—Gracias, Allison.

No quedamos unos cuantos minutos en silencio, en los que solo nos dedicamos a caminar hacia nuestros salones, pero de la nada ella se detuvo, haciendo que yo hiciera lo mismo. Volteé a verla confundida, mientras ella miraba hacia abajo con el entrecejo fruncido.

—¿Que pasa?

—¿Que te sucedió en la mano?—su tono preocupado regreso, mientras tenía su vista fija en mi vendaje. Alce la mano, mirándola también.

—Oh, eso. Me queme... Solo es una quemadura. Nada importante —respondí con simpleza, no dandole mucha importancia. Allison ladeo la cabeza, frunciendo el ceño.

—¿Una quemadura?—preguntó visiblemente confundida, tomando mi mano lo más cuidadosamente posible, para poder examinarla de cerca.—¿Cómo ocurrió?

Abrí y cerré la boca sin saber que decir, intentando formular alguna excusa creíble para eso. No le diría que Ashley estuvo en mi trabajo y chocó conmigo accidentalmente, haciendo que el café ardiente me cayera en mi pobre mano.

Aparte la mano con suavidad de su agarre, buscando no lastimarme, mientras fingía una sonrisa.

—Estaba cocinando y me queme. Pero tranquila, no es nada grave.—mentí en voz baja, temiendo que descubriera mi mentira por el temblor en mi voz. Me miró con los ojos entrecerrados, asistiendo un poco.

—Debes tener mucho más cuidado.

—Si... Lo tendré.—despues de decir aquello caminamos por el denso pasillo, sumergidas en un silencio agradablemente cómodo. Solté un suspiro, mirándola por unos segundos.—Escucha... yo necesito ir al baño. ¿Me esperas en el salón?

Un Año Y Tres Meses Donde viven las historias. Descúbrelo ahora