Capitulo 04.🍒

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Wonka.

Los ladridos del perro del señor Lejía, nos despiertan a todos para el pase de lista

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Los ladridos del perro del señor Lejía, nos despiertan a todos para el pase de lista. Algunos de mis compañeros ya han bajado y pienso que soy el último hasta que la señorita Penelope sale de la habitación de enfrente.

—Buenos días —la saludo. Está lista para salir, con un abrigo beige y una bufanda sobre el cuello—. ¿Dormiste bien?.

—Ah sí, Bueno días —responde.

Ambos nos formamos para bajar las escaleras. El señor Lejía suena ese horrible silbato y comienza a nombrarnos.

—Casi lo olvido —dijo, metiendo mi mano a mi bolsillo derecho. Sacó la bolsa de celofán—. Tome señorita, para usted —se los ofrezco.

—¿Qué cosa es? —pregunta, antes de tomarla.

—Mi actual creación —la toma—. Tres de ellos sólo para usted, por el estofado de anoche. Jamás había…

—No es necesario —me interrumpe, intentó devolverme la bolsita.

—También lo hago porque quiero llevarme bien con usted, por favor —le pido.

Si estaré aquí hasta que logré pagar mi deuda, la cuál espero pagar pronto. No quiero llevarme mal con nadie.

—¡Lewis! —grita el señor Lejía.

—Gracias señor Wonka —lo acepta, bajando por completo las escaleras—. Aquí, señor Lejía.

—Vuelve temprano para preparar la cena —le ordena el hombre. La señorita Penelope hace una señal militar, aceptando para luego irse—. ¡Wonka!

—Buenos días —respondo, la voz de la señora Fregoso, llamando a Lejía para avisarle que su inodoro se tapó, es mi señal—. El inconfundible sonido del amor.

—¿El sonido de que? —me cuestiona. Sonrió antes de girarme.

—¿No, lo has notado? —pregunto, fingiendo una confusión severa—. Ella está súper enamorada de ti.

—¿La señora Fregoso? —su cara está roja, pero no distingo si es rubor o simplemente el frío.

—Claro. Y como no, si eres un figurín de hombre —lo halago—. Solo debes arreglarte un poco, ya sabes, bañarte, comprar algo de ropa.

—¿Bañarme?

—Ya sabes lo que dicen.

—¿Qué dicen? —pregunta. Por alguna razón ambos murmuramos.

—Pierde un tornillo, por un tobillo —dijo.

—Si…

—Y te darán cosquillas en las rodillas.

—Claro…

—Pero si la quieres ver suspirar —continuo—. El muslo hay que mostrar.

—Si.. —me sonríe, con esos dientes amarillos, maíz. Nuestra conversación termina por el nuevo grito de la señora Fregoso, enojada porque el agua ya le llega hasta las rodillas—. Entra de una vez —me ordena.

CHERRY SWEET || Willy Wonka.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora