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—Al fin despiertas —me habla Noodle, su voz parece lejana pero está a mi lado.
Los párpados me duelen cuando intento mantener los ojos abiertos, mi garganta está seca y me cuesta encontrar mi voz.
—¿Cuánto tiempo dormí? —pregunto. Intento levantarme un poco pero me mareo al instante y vuelvo a recostar mi cabeza.
—Dormiste casi dos días —me responde, tomando mi mano. Sus ojos se vuelven cristalinos y casi al instante comienza a llorar—. Tuve tanto miedo. No quería quedarme sola otra vez —me confiesa entre sollozos.
—No voy a dejarte, Noodle. Eres mi pequeña hermanita —la consuelo, estiró mi mano y le limpió un par de lágrimas—. ¿Cómo llegué hasta aquí?
Se mueve aún lado y detrás de ella, sobre su cama está el señor Wonka completamente dormido.
—¿Qué hace dormido aquí? —cuestiono—. Debería estar en su habitación.
—Él te tragó y desde entonces se rehúsa a salir de aquí. Quería esperar a que despertarás pero supongo que el cansancio le ganó.
Su ropa y cabello están desalineados y parece un cachorro mientras duerme. Una sensación extraña se instala en mi pecho con sueños borrosos del rostro del señor Wonka, poniéndome paños de agua sobre la frente y hablándome pero ahora se que no son sueños, sino recuerdos de él cuidando de mi.
—Te traeré agua para tus medicamentos —me avisa, poniéndose de pie—. No tardaré.
—Si.
Me sonríe antes de salir. Vuelvo a mirar al frente donde está él durmiendo y quizás tengo la mirada tan pesada que la siente y comienza a despertar.
Está volteado hacia mí y cuando abre los ojos soy lo primero que ve.
—Hola —lo saludo.
—Despertaste —me llevo la mano al pecho, cuando se levanta de un brinco y se sienta junto a mí. Mi corazón late con fuerza por la sorpresa—. Despertaste. Al fin despertaste.
Parece alegrarle mucho el que esté consciente.
—Intente estar despierto pero no recuerdo cuando me quedé dormido. Lo siento debí estar al pendiente —se disculpa. La cercanía me permite verle el rostro y sobre su mejilla tiene una rasguñada.
—¿De dónde salió eso? —preguntó, señalando su rostro—. No lo tenía.
