4

1.4K 117 227
                                    

Mis dedos temblorosos recorrieron las marcas en mi cuello, intentando calcular cuánto tiempo tardarían en desaparecer. La sesión de fotos. Maldita sea. ¿Cómo iba a explicar esto?

Con un suspiro de frustración, terminé de arreglar mi camisa, cubriendo la evidencia lo mejor que pude. Cada botón era una pequeña victoria, ocultando poco a poco las huellas de mi momento de debilidad.

Salí del baño con pasos inseguros, mi cuerpo aún protestando por el abuso reciente. El pasillo estaba desierto y cuando me alejé de los baños la fiesta ya había terminado prácticamente. No quedaba casi nadie.

Salí de ese maldito lugar del terror y me subí a mi limusina rogando al cielo que no hubiera un puto fotógrafo cerca.
Cerré la puerta y pedí que me llevaran a mi departamento.

Necesitaba un plan. La sesión de fotos era en dos días. Dos malditos días para borrar las marcas de Minho de mi piel.

 Dos malditos días para borrar las marcas de Minho de mi piel

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Llegué a mi penthouse apunto de desmayarme. Me dolía todo el cuerpo, sentía que iba saliendo de un ring de boxeo y así fue técnicamente.

En mi habitación abrí mi bolso con manos temblorosas, buscando mi maquillaje. Tenía que haber una forma de cubrir esto.

El pánico comenzó a apoderarse de mí. ¿Qué pasaría si no podía ocultarlo? ¿Si todos veían lo que había sucedido? ¿Y si todos se enteraban de que fue con Minho? Mi reputación, mi carrera, todo por lo que había trabajado tan duro... todo podría desmoronarse por un momento de debilidad.

El problema no era que la prensa dijera por todos lados que tuve sexo casual o una pelea callejera, el problema era que de alguna manera se enteraran que fue con Minho.

Era mi mayor rival y desde inicios de mi carrera había dejado muy en claro que lo odiaba y me sabía a mierda ese malnacido y si la verdad salía a la luz perdería todo. Sería catalogado como el mayor farsante de la historia, ni ganando todas las carreras podría seguir a flote, nadie me patrocinaría.

Y lo peor de todo era que una parte de mí, una parte que me negaba a reconocer, anhelaba esas marcas. Quería mantenerlas, como un recordatorio secreto de la intensidad de lo que había compartido con ese bastardo.

Sacudí la cabeza, tratando de alejar esos pensamientos. No. No podía permitirme pensar así. Esto era una guerra, y Minho era el enemigo. No importaba lo que mi cuerpo traidor quisiera.

Con determinación, comencé a buscar en mi teléfono. Necesitaba ayuda profesional. Un maquillador discreto, alguien que pudiera hacer milagros. Porque eso era lo que necesitaba ahora: un maldito milagro.

Mientras esperaba respuestas a mis mensajes desesperados, respuestas que no llegaban, mi mente volvía una y otra vez al cubículo del baño. A las manos de Minho, a sus labios, a la forma en que nuestros cuerpos encajaban perfectamente. Y con cada recuerdo, las marcas en mi piel parecían arder, como si quisieran recordarme que, por mucho que intentara negarlo, una parte de mí siempre llevaría a Minho conmigo.

Derrapa en mis curvas • +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora