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Me desperté sobresaltado al escuchar la alarma. Por un momento, me quedé desorientado, pero luego recordé: hoy era el día. El día que Minho y yo tendríamos que enfrentar las consecuencias de nuestras acciones.

Miré a mi lado y vi a Minho, sus ojos ya abiertos, mirándome con una mezcla de preocupación y ¿Alegría?

—Buenos días, bonito —murmuró Minho, su voz ronca por el sueño —¿Cómo te sientes?

—Como si estuviera a punto de vomitar —admití, pasando una mano por mi cabello desordenado. —¿Y tú?

—Vomitame  —respondió para luego tirarse sobre mí y darme un beso super exagerado.

—¡Minho, que asco! —dije mientras intentaba sacármelo de encima —¿Cuando vas a dejar que te la meta?

Esa pregunta logró mi objetivo, que Minho me soltara.

—Eso jamás —respondió firme y sin titubear.

—¿Por qué no? Yo soy versátil, no la tengo pequeña y según los que han estado conmigo lo hago muy bien —le dije pero Minho solo decía que no con la cabeza.

—Yo te la meto a ti y así estamos más que bien —susurró en mi oído.

Me moví hacia la orilla de la cama e intenté levantarme, pero los brazos de Minho alrededor de mi cintura me regresaron a la cama.

—Ven acá. Ya hablando sin juegos, me siento igual de nervioso que tú —habló ya en un tono más serio —Estamos juntos en esto.

—Lo sé. Iré a lavarme los dientes.

Gateé en la cama para irme al baño pero antes de bajarme Minho alcanzó a darme tremenda nalgada.

—Estúpido —dije mirándolo con enojo fingido.

Si él se quiere perder la maravillosa oportunidad de que se la meta es su problema, que se joda.

Mientras nos preparábamos, no pude evitar notar las marcas que cubrían mi cuerpo: chupones y mordidas, evidencia de nuestra noche juntos. En cualquier otro momento, me habría sentido orgulloso de ellas, pero hoy solo aumentaban mi nerviosismo.

Ya estábamos casi listos, el ambiente estaba tenso… Estábamos aterrados.

Unos jeans oscuros, unas camisas blancas de botones, gafas de sol y unos suéteres para la rueda de prensa era la indumentaria de hoy.

—Pásame mi celular porfavor —le pedí a Minho..

Y en eso nuestros teléfonos sonaron casi simultáneamente. Eran nuestros managers.

—Jisung —la voz de mi manager sonaba tensa —Necesito que llegues temprano al edificio de la FIA. Después de la reunión, iremos directamente a la rueda de prensa. Prepárate para hacer una declaración pública y pedir disculpas.

—Entendido —respondí, mi estómago revolviéndose ante la idea.

Minho terminó su llamada poco después.

—¿Mismo plan? —preguntó.

—Mismo plan —confirmé.

Mientras Minho preparaba un desayuno rápido, yo me quedé sentado en la mesa de la cocina, incapaz de comer nada.

—Jisung, deberías comer algo —dijo empujando un plato de tostadas hacia mí.

—No puedo —murmuré, sintiendo náuseas solo de pensar en comida —Estoy demasiado nervioso.

—Pero con todas las emociones que estas sintiendo la comida te dará fuerzas —insistió.

—Si no nos quitan nuestras licencias de igual forma ya perdí todo —ignorando las palabras anteriores de Minho tomé un poco de mi café.

Derrapa en mis curvas • +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora