Into the Forest

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Minho había guardado lo justo en su maleta, con la prisa vibrando en el corazón. Una vez colgó la llamada lo único que recuerda es salir corriendo. Literalmente. 

Lo dejó todo atrás. La tarta de manzana que acababa de sacar del horno, la camisa nueva que se había comprado para la celebración del baile de navidad, la taza de café sin terminar, el email que le invitaba a hacer una prueba en una compañía de la ciudad y sobre todo había dejado esa conversación de whatsapp sin responder.

> Lo sabe todo Minho.

La sangre se le heló y casi no le dió tiempo a nada cuando el teléfono de un número de teléfono desconocido brillaba como llamada entrante. Quiso reirse, de lo irónico de la vida, pero, en lugar de eso, cogió el teléfono y recaudó todo el orgullo que le quedaba, si es que alguna vez tuvo. La llamada duró 3 minutos con 30 segundos. Ese fue el tiempo suficiente para destrozar una vida. La suya.

Después de la catástrofe no vino la calma. Vino el apocalipsis. Y Minho hizo lo único que se le ocurrió. Huir. Se supone que la gente construye una vida para permanecer en ella, porque le gusta y ha luchado mucho por mantenerla. El podría lamentarse de cómo ha ido el rumbo de la suya pero lo cierto es que simplemente se ha acostumbrado. Ni siquiera piensa en lo que echará de menos cuando coge su chaqueta favorita pero deja el móvil con la conversación sin responder encima de su cama. 

Hay un total de 3 maletas y se las coloca como puede. La primera es su tienda de campaña color verde intenso que tiene demasiados años pero es de montaje rápido y le encanta. Se la regaló su padre cuando tenía 15 años y ahora con 20 se ha convertido en el regalo que más ha usado nunca. La segunda la llena de conservas, comida lista para alimentarle por lo menos unos cuantos de días. Se ha llevado sus cereales favoritos, los chococrispis, varias botellas de agua y el mismo número de botellas de soju. En la última lleva ropa interior, muchos calcetines, algunas camisetas y otra muda de pantalón. Sabe de sobra que lo que lleva se le quedará corto e insuficiente demasiado rápido pero incluso si su plan no es un plan, es el único que tiene. 

La llamada terminó a las 12 de la mañana, a las 2 de la tarde con el sol cayendo sobre la tierra en todo lo alto, Minho salía con 3 maletas y se despedía de sus dos gatos naranjas, Soonie y Doongie. Detrás de sí, no dejo nada más que una nota:

"Seungmin cuida de ellos por mi, recuerda que son mis hijos"

Y se fue. 

La linde del bosque de la región estaba pasando la estación de tren. Su pueblo, Kumgang estaba en mitad de una de las cordilleras altas al norte de Corea del sur. En otras palabras, estaba en mitad de ninguna parte. Era una ruta conocida por mucha gente, que llegaba intentando subir a la cima para pedir un deseo, incluso había leyendas de personas que habían hecho la subida como penitencia. Por su parte el pueblo tenía una tradición, la de subir una vez al año. Se hacía una gran fiesta en la plaza con mucha comida y se despedían a los aventureros. Mientras estos subían, en el pueblo había fiesta durante una semana entera. Esto ocurría en el solsticio de verano. Ahora a 5 días del solsticio de invierno el acceso a la cima estaba totalmente prohibido por el ayuntamiento. Carteles de advertencia estaban colocados en todos los caminos. Minho fue pasando uno a uno todos ellos adentrándose por el maltrecho paso que se adentraba entre los frondosos árboles y sus mustias hojas invernales. 

Su padre trabajaba en la administración del pueblo. Todo el mundo le conocía, ese pensamiento repentino le hizo temblar mientras pasaba unas ramas hundidas en la tierra. Todo el mundo sabía quién era su padre y sería cuestión de tiempo de que todo saliera a la luz... Probablemente su padre le mataría, o peor aún querría morirse él por haber tenido un hijo como él. Le pondría en vergüenza delante de todo el pueblo. Sería el fin. Y todo por su culpa.

Into the Forest (Minsung)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora