Un profesor de baile de un pequeño pueblo lo deja todo y se va a hacer un viaje por las montañas completamente solo. Espera que este viaje le ayude a encontrar el camino que quiere en su vida y quizás dejar de esconderse.
¿Quién le iba a decir que...
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Han no tenía ni idea qué decir. Ni que pensar. El chico a su lado apretaba la mandíbula mientras le temblaban las manos aún con el móvil en ellas. La vida no es facil para nada, quizá ahora entendía lo que Minho le dijo sobre cambiar la idea que tenía sobre él. Lo que pasa es que Han no sabe si tenía una idea de él o no antes. ¿Cuanto tardas en formarte una idea sobre alguien? Seguro que más de dos días, el aún estaba desarrollando. No tenía muy claro nada, solo que el chico le gustaba un montón, que había sido amable con él y con Dori y que le hacía cosquillas en el corazón. No porque le conociera poco le importaba menos su situación. Minho estaba en una encrucijada y eso, le hacía sentirse incluso más cercano a él... Ya se sabe que cuando se comparten traumas... Nace una unión.
Los ojos cerrados eran solo una excusa para que las lágrimas que se la habían formado traicioneras no cayeran por su cara. Hacía años que no lloraba, desde lo de Félix quizá. No iba a mentir, la situación lo ameritaba. Porque mientras no hubiera hecho la llamada podía engañarse pensando que las cosas no eran tan graves como su mente se imaginaba. Ahora, después de hacerla, la realidad era peor que sus pesadillas. Ya estaba destruido, lo notaba en como la desesperación hacía de su cuerpo un ente ajeno a su mente. No lo controlaba y eso siempre es peligroso. Una vez toda esperanza estaba perdida solo necesitaba saber cómo de grave era la situación, por intuir el golpe aunque no pudiese pararlo.
El móvil estaba al 6% de batería. Aún podía hacer algo más.
- ¿Puedo usar tu móvil de nuevo?-Pregunta pero no reconoce ni de dónde le sale la voz.
- Claro...-La voz del contrario es apenas un susurro.
Minho casi se había olvidado del chico, solo sintió su tacto sobre el como si fuera parte de sí mismo. A pesar de sentirse totalmente desnudo no hubiera deseado que él no estuviera ahí. Ni el mismo se entendía a estas alturas. Marca el número en automático, ya sin nervios, simplemente apático.
Apenas suena el primer toque y una voz asustada suena al otro lado:
- ¡Hola!-La voz alterada como si llevara esperando la llamada demasiado tiempo. Minho no responde aún perdido entre sus pensamientos- Eres tu... -La voz se ríe sarcástico- Claro que eres tú ¿Quién sino iba a ser?-Pausa- ¿Estás bien?
La voz suena preocupada, la pregunta queda en el aire alcanzando a todo el mundo y no pudiendo dejarle indiferente por más tiempo. La lágrima le cae indolente por la mejilla y termina en la mano de Han que seguía ahí sosteniendo las suyas.
- Bueno... Se que no me ibas a responder esa pregunta pero saber que estás ahí... Bueno-La voz se le corta- Al menos ya... Es algo-Se sorben la nariz al otro lado y vuelve a no escucharse nada.
Minho de repente mira al techo, sabiendo que el tiempo se le está yendo, que cada segundo va gastando la batería y que no está aprovechando la llamada. El miedo le ha paralizado, las lágrimas se le han escapado y eso, no está nada bien.
