-Capítulo dos-

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Narra Guillermo/Willy:

Vegetta cayó encima mío y lo único que hacía yo era sonrojarme inmediatamente, sentía su respiración en mi cuello y volteé la mirada para no mirarlo directo a los ojos, que posición tan vergonzosa...

- Esto... Samuel ¿Podrías levantarte de encima mio, por favor?.-pregunté, estaba rojo como nunca.

"¿Por qué me siento así?"

Yo no sabía la respuesta, pero lo que sé es que la situación de ahora es muy rara, yo abajo de él sonrojado y con la respiración agitada por la reciente carrera, y él arriba mío y también con la respiración agitada.

- Lo siento Willy, me hiciste tropezar.-me respondió sin aún quitarce de mi encima. Esta situación me provocaba muchos nervios.

- ¡Ya, solo quítate de mi encima!- grité sin razón, rápidamente me arrepentí-Solo quítate, pesas - agregé un poco más despacio y risueño.

- Okay, okay - se levantó de encima mío- Bueno...- susurró- ¿Por qué no mejor paseamos?

La situación se volvía avergonzada, caminábamos por todo el parque, el cielo se enrojecía como mis mejillas cada vez que me dice "chiqui".

Caminando por la entrada del parque, nos encontramos a un camión de helados.

- ¡Mira!.- gritó señalando el camión de helados, a mi me encantaban- ¡Hay que ir!- jaló de mi brazo para comenzar a llevarme a rastras hacia el camión, llegando Vegetta me preguntó:-¿Qué sabor quieres Willy?

-¡Fresa!- respondo rápidamente- Digo... fresa- repetí con un tono más calmado.

- Vale- menciona sacando su billetera, esperen ¿Él va a pagar?- Uno de fresa y otro de chocolate- le pide al señor con un billete en sus manos. El señor se lo acepta y comienza a servir los helados en los conos.

Nos entrega los helados a cada uno, Vegetta se lo come a lenguetazos, y yo solo lo muerdo poco a poco, depositando el helado en el interior de mi boca para así derretirlo y tragármelo.

- Tienes algo aquí- comenta, seguido de eso levanta su mano para deslizar su dedo por la comisura de mi labio, para retirar el helado que se quedó ahí, y luego llevárselo a su boca.

"¿Este tío quiere matarme?"- pensé.

Después de comernos nuestros helados, nos dimos cuenta que ya se había hecho de noche, y yo ya tenía que regresar a mi casa.

- Macho, me tengo que ir- le dije.

- Vale- contesta- Te acompaño a tu casa-dice con una sonrisa.

Samuel me acompaño todo el camino hacia mi casa, y entre conversaciones llegamos.

Mis padres no se encontraban en ella, ya que el portal de la puerta estaba apagado, y le daba un aspecto de abandono.

Abrí la puerta con las llaves que me entregó mi madre por precaución a que si ella no se encontraba en casa.

- ¿Vamos a mi cuarto?- sugerí.

- Claro.

Subimos las escaleras y en una de esas me resbalé con una, estaba por caerme, pero Samuel, que estaba subiendo detrás mío, me agarró de la cintura para evitar caernos los dos.

-Ehe- comencé a reírme avergonzado- Gracias- le agradecí.

- De nada- me contestó- Por cierto- agregó al llegar arriba, volteé hacia él para que siguiera hablando- ¡Estás más delgado Willy!- comenta- Te veo diferente, ¿que te has hecho, eh?- pregunta exagerado.

- ¿Eh?- respondí confuso- No me he hecho nada. -dije negando con la cabeza.

- Mmm...- Samuel me cargó, sujetándome de mi cintura, dandome una vuelta por el aire. Al bajarme yo solo me limité a reírme como subnormal por aquel acto que hizo él.

- ¿Por qué hiciste eso?, tonto- dije en medio de risas, su cara de empana'o lo valía todo.

- ....-seguía con la cara de empanado- ¿Willy?- habló por fin.

- ¿Si?- contesté.

Vegetta sujetó los bordes de mi camiseta blanca y la levantó para que se vea mis, muy pocos, marcados abdominales y mi cintura.

Mis mejillas se pintaron de un carmín encendido, no sé por qué Vegetta me levantó la camiseta.

- ¿Ve-Vegetta, qué haces pringa'o?- pregunté sorprendido.

Bajé los brazos para tratar que Vegetta soltara mi camiseta y así bajármela, pero aún así Vegetta no la soltaba.

- Ya deja de mirarme... es vergonzoso- susurré con las mejillas sonrojadas.

- ¡Willy!- exclamó- ¡Has adelgazado un montón, chavál, mira, tienes abdominales, y cintura!- volvió a exclamar, sorprendido por mi gran cambio desde que me conoció- No te pareces nada al Willy de hace un año-sonrió- El gimnasio te hace bien- comentó.

Su sonrisa hizo que mis mejillas subieran un tono de rojo más, las sentía muy calientes, eso debería ser ilegal.

Después de un minuto de que Vegetta siguiera viendo mi torso desnudo, bajó mi camiseta.

- Bueno, me voy- dijo.

¿Espera, se va a ir?.-piensé.

- ¡Que descanses!- se volteó y comenzó a bajar las escaleras llendo hacia la puerta. Yo lo seguía. No quería que se fuera, extrañaria su presencia. Además, que mi madre, seguramente, se habría ido de viaje, con Karol y mi padre; y no quiero quedarme solo.

- ¡Espera!- exclamo sujetándolo yo ahora a su camisa- ¿No te podrías... quedar?- susurro- Digo, mañana es sábado, ¿no?. ¿Por qué no te quedas a dormir?

- Esa es una buena idea, Willy- sonríe.

Se dirigía a la puerta, abriéndola.

- Pero, ¿por qué te vas?- pregunté.

- Voy a por ropa a mi casa, no voy a dormir en ropa interior, ¿no?- respondí

- Pero me voy a quedar solo- murmullo haciendo un puchero. No me gusta para nada estar solo en mi casa, cualquier persona entraría y me mataría, y no estoy en plan.

- Vale, vale- dijo alejándose de la puerta con una sonrisa- Bueno, entonces ¿En dónde dormiré?

Mierda, se me había olvidado, no puede dormir en la cama de mi hermana, menos la de mis padres, y no teníamos una habitación para invitados.

- Emm...- pensaba- ¿En mi habitación?- dije dudoso.

Subimos a mi dormitorio y yo prendí la consola para jugar para matar el tiempo.

Jugamos toda la noche, en medio de una partida online, cuando dí un boztezo, Samuel puso pausa, y me habló.

- ¿Por qué no dormimos ya?- preguntó- Tu ya tienes sueño, además de que mira, ya es tarde- comentó mirando su relog.

Miro la hora en la pantalla de mi móvil, las 1a.m. Ostia, que si es tarde.

- Okay- dije para acercarme a mi armario y sacar un polo suelto y un short suelto también. Luego me dirijí a mi baño para cambiarme, cerré la puerta y me dispuse a hacerlo.

Al salir me encontré con la habitación a oscuras, con dificultad avancé hacia mi cama, para depositarme en ella, sentí como algo se movía al otro extremo de esta, era Vegetta, estaba con el torzo descubierto, y la delgada tela de la sábana le tapaba sus tan trabajadas piernas; aclaré más mi vista, viendo como su pecho subía y bajaba, bajaba mi mirada por sus marcados abdominales, bajando hasta ver su notable paquete debajo de su apretado boxer. Me avergonzé y aparté la mirada de ahí, sintiendo como mis mejillas se calentaban, aunque dudo que se distinguen en la oscuridad.

"¿Qué me está pasando?"- me pregunté otra vez.

Volteé mi cuerpo, para darle la espalda al cuerpo dormido de Samuel; luego de tratar de borrar el suculento y sexi cuerpo de mi compañero, caigo dormido, adentrándome en mi mundo de sueños e ideas.

~Milagro de vida~ [Mpreg](Wigetta) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora