4. Y ahora... a la guerra

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- ¿Qué ostias dices?- exclamó Álex levantándose y separándose de mí. Me dispuse a hablar pero me interrumpió- No, no quiero oírte. Te dije que amigos y nada más. Mientes a la gente para hacerte el guay. En estas horas que hemos estado juntos, nos lo hemos pasado bien. Te he visto durante este curso liándote con la mayoría de las chicas del instituto y yo no voy a ser una más de esas- terminó su discurso y se volvió a meter por el pasillo que llevaba a las habitaciones.

Me quedé de pie mirando hacia la puerta, con todas las miradas puestas en mí. Miré a Luke y me gesticuló que fuese detrás de ella después de hacerme el gesto de dinero con los dedos. Sin pensármelo dos veces, me metí en el pasillo bajo la mirada de Larry y mis compañeros y subí las escaleras. Llegué a la habitación y escuché un grito ahogado al final de el. Fui a la cama de Álex y me la encontré tapándose la cara con la almohada.

- Álex, yo...

- No quiero ni verte, te lo dejé claro. No quiero más cosas de esas con un chico. Amigos te lo acepto, pero más no.

- ¿Por qué?- pregunté sin entender de lo que hablaba.

- Porque...- se lo pensó y después se destapo la cara- No te lo voy a decir. No hay confianza.

¿Por qué no quería ninguna relación con nadie?¿Qué le hicieron para que no quisiera tener a ningún chico en su vida? Quería las respuestas a esas preguntas y saber lo que le pasó para... Algo, no lo sabía ni yo.

- Álex, lo de antes era una broma. Sé que entre tú y yo solamente hay amistad- me senté junto a ella en la cama.

- ¿Una broma? Esas bromas a mi me hacen daño. Si supieras que...- se quedó callada y solamente me fulminaba con la mirada. No sé por qué pero me sentía la persona más gilipollas del mundo por haber echo eso.

- Lo siento, de verdad- dije con toda la sinceridad del mundo.

Se quedó pensativa unos segundos como si estuviera recordando algo y se le empezaron a llenar los ojos de lagrimas. Esperaba que no se pusiera a llorar. No soy el tipo de persona que aguanta a las personas cuando están llorando. Nunca la había visto de este modo. Cuando la lleve al pasillo el lunes me pego y me dijo de todo y en este momento estaba a punto de echarse a llorar enfrente mío.

Se recompuso y lo único que hizo fue darme un fuerte golpe en el hombro.

- ¿Y esto?- pregunté- ¿Por qué es?

- Por lo de antes. No lo vuelvas a repetir- asentí acariciándome el hombro- Vamos al comedor.

Me adelanté a ella por tener las piernas más largas y me metí en el baño para lavarme las manos. Una cosa rara en mí. Cuando ella terminó, seguí por el pasillo hacia la puerta. Cuando estuve a punto de abrirla escuché pasos rápidos y luego un peso en mi espalada. Miré por encima de mi hombro y era Álex. Se reía como una niña pequeña y eso me hizo sonreír.

- Me lo debes. Bájame a caballito.

Le agarre de sus piernas desnudas y suaves y bajé las escaleras con cuidado. Pero cuando llegamos al último tramo hice un amago de caerme al suelo y Álex se enganchó a mi cuello como si fuese su último momento de vida llevándome la cabeza para atrás, haciendo que cayéramos en una postura no muy infantil.

Estaba encima mío con la boca a escasos centímetros de la mía. Bajé la mirada a sus labios y vi lo carnosos y rosados que eran. Tenía tantas ganas de besarla en ese momento. En abrazarla y hacerla rodar para quedar yo encima y quedarnos así por mucho tiem... ¿Pero en que piensas? No quería eso.

Alguien carraspeó a nuestro lado pero nosotros seguíamos aguantándonos la mirada. El que carraspeó lo volvió a hacer y miramos encontrándonos a Larry cruzado de brazos.

DANIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora