5: Héroe milenario

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16 de diciembre del 2020

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16 de diciembre del 2020.

Aquella noche era como cualquier otra en Caprarola, o al menos, igual a cómo había sido desde hace unos meses, cargada de ominosas nubes. El que algún horror corriera por las calles o acechara en las noches a la espera de algún despistado transeúnte ya se había vuelto la norma de la ciudad, a un nivel tal que se había ordenado un toque de queda. La ciudad parecía una maqueta cuidadosamente hecha para representar un pequeño, pero moderno reino mágico.

Los fríos susurros de las altas horas cortaban como una navaja todo lo que se le cruzaba, mientras viajaba a través de las empedradas calles. Algunos copos de nieve caían como hojas desde el cielo, que a duras penas cubrían los tejados de los edificios y las adoquinadas calles con una delgada capa de escarcha. Un sonido crujiente de esa fina capa de hielo era lo único que rompía el incómodo silencio.

Una extraña criatura se hizo ver mientras corría. Esta estaba hecha de un extraño humo violeta con la forma de un lobo que, sin importar qué tan brusco fueran sus movimientos, el humo siempre mantenía consistentemente aquella forma. Sus letales ojos brillaban con un fulgor mágico mientras se movía con agilidad por la ciudad, pendientes a cualquier posible obstáculo. El ser sostenía una bolsa en su hocico, llevándola con un aparente recelo. A pesar de tener las calles para sí mismo, no estaba solo.

En lo alto de un pequeño edificio, un trío de figuras observaban con atención al lobo de humo violeta. El destello de un trueno reveló el aspecto de los tres individuos. La figura que se encontraba en el medio usaba un traje que traía una capucha blanca que cubría la parte superior de la cabeza, estando conectada a una gran capa que terminaba con grandes triángulos, luciendo como un espectro. Como si no fuera poco, también contaba con dos brillantes ojos esmeraldas que eran rodeados por una capa de color carmesí; todo unido a una máscara que carecía de una boca, reemplazándolo por un negro tan profundo como la noche. El resto del traje consistía de franjas carmesí, azabaches y blancas que coexisten en armonía; y sumado a los puntiagudos dedos esmeralda que el traje tenía tanto en sus manos como en los pies(que brillaban en sintonía con sus ojos), le otorgaban una presencia intimidante a la figura.

A su lado, había una silueta femenina de piel bronceada que vestía de forma similar a un ninja, aunque el color rojo predominaba junto a un verde, el cual había integrado a su traje meses atrás y ocupaba cada vez más espacio dentro de este. Los vendajes que cubrían su boca también habían sido reemplazados por el verde, solo salvándose su pelo carmesí, el cual tenía bien recogido.

Por último, la tercera figura, estaba sobre el hombro derecho de la ninja, teniendo el mismo tamaño que su cabeza. Esta tenía unas alas translúcidas cuyos patrones rimaban con los de una mariposa. Tenía un pelo rubio como los rayos del sol, junto a una túnica blanca llena de líneas grises que se asemejaban a las venas de una hoja. Además de eso, usaba zapatillas de color verde, que aparentaban estar hecha de hojas.

—¿A dónde estará yendo el sabueso? —preguntó la hada, buscando asomarse más allá de lo que le permitía el "terreno" sobre el que estaba parada. Inmediatamente, fue recibida por un «¡Shhh!», por parte de sus compañeros.

Inefables: AmanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora