SANGRE PELIGROSA

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─¡Madre! ¡Levi está jugando con esos niños otra vez!

Ante el chillido de su cachorro, Carla detiene sus dedos hábiles en el bordado que yacía haciendo para dejar el material en su regazo, y desviar la vista de la colorida lana hasta la expresión berrinchuda y molesta de Eren.

La reina se ríe, y pincha la aguja en una de las tantas madejas de lana puestas sobre la mesita de centro a sus pies, para así guiar su mano a los castaños cabellos de su bebé, no tan bebé, de doce años.

─Oh, ¿de veras? ¡Qué infortunio, mi tesoro! Pero ¿qué podemos hacer al respecto? —Murmuró con gracia en su tono suave, guiando sus hábiles dedos a través de los cabellos de Eren, transformando su irritación en una risueña sonrisa.

Sin embargo, recordando la fea sensación que tuvo en el pecho al verle corretearse con esos niños en el jardín, Eren sacude la cabeza y se aleja de los dedos relajantes de su progenitora, volviendo a fruncir el ceño y abultar inconscientemente sus labios.

─¡No te burles de mí, mamá! ─Resopla, cruzándose de brazos. ─Jugamos toda la mañana en el salón, pero me tuve que ir a mis clases de esgrima, ¡Y cuando volví, él estaba jugueteando con el estúpido hijo de la cocinera! ¡Y creo que el otro era el del jardinero! ¡No, no, eran casi cuatro niños! ¡Cuatro, mamá!

Carla blanquea los ojos, acomodándose en la mecedora de suave y firme madera en la que había pasado el tiempo tejiendo y escuchando a sus Donceles cantarle, tal como le gustaba. Sabía que Eren estaba exagerando, pero no evitaba sentirse inquieta, cada día era lo mismo, esa agresividad que terminaba con algún cachorro llorando, o en el peor de los casos, con un Levi asustado y huyendo del Alfa, cosa que sólo enloquecía aún más a Eren.

Sentía que las cosas iban de mal en peor, y era casi gracioso la doble cara que su cachorro tenía al estar con Levi, y al estar sin él.

Ambos niños habían contraído matrimonio hace escasos meses, los reinos continuaban en guerra, pero gracias a la unión de Évrea y Bepsea sus ejércitos se multiplicaron y claramente llevaban ventaja en la batalla. Gracias a esto, el Alfa de Carla yacía en combate, y desgraciadamente él era el único que tenía poder en Eren. Su madre podría calmarle, pero su progenitor Alfa sabía callarlo y mantenerlo quieto, sin necesidad de golpearle, drogarle o ceder a sus caprichos.

El Rey aún no sabía de los comportamientos extraños de Eren, Carla había enviado cartas a su querido Alfa contándole al respecto, pero aún no tenía respuesta, así que por ahora era sólo una tonta hipótesis de madre preocupada. Después de todo, el príncipe heredero no era más que un cachorro que ya contaba con un lazo, quizá era normal lo posesivo y territorial que acostumbraba a ser con el dulce Omega.

Quizá...

Por lo que, tratando de no asustarse en vano, Carla niega con la cabeza, riendo entre dientes. Con un ademán le indica a sus Donceles que retiren el bordado de su regazo, y una vez libre, ella le extiende la mano a su cachorrito. Eren le mira con molestia, pero termina suspirando y dejándose hacer cuando la Omega le sienta en su regazo, le acaricia el pelo y le arrulla entre murmullos suaves.

─Levi tiene sus propios amigos en palacio, mi amor. Es encantador y beneficioso que se relacione con los demás. Tú, mi querido príncipe, también brillarás en tu reinado, aunque debas compartir las alegrías y responsabilidades. ─Ante sus palabras, Eren ronronea, contento y orgulloso. ─Mi niño, suelta un poco tu agarre en Levi, él estará bien. No va a dejar de jugar contigo por más que juegue con el pueblo entero, ¿mh?

─Pero mamá... ─En seguida el pequeño Alfa comienza a quejarse. ─Levi es muy bonito, muchos extraños se le acercan. Y yo no los quiero a su alrededor, se supone que él se casó conmigo, y yo lo mordí, ¿Por qué no puede estar todo el día conmigo? Yo lo hago reír mucho, jugamos a ese tonto juego de té y lo ayudo con sus florecitas en el jardín, ¿por qué no me prefiere a mí?

Youngblood - EreriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora