Глава 18

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Cómo México había enfermado en navidad (se dio cuenta después de todo), había comprado regalos para algunos de los países una semana antes. Obviamente Brasil tenía que estar en la lista.

Había ido a su clóset para rebuscar una caja con envoltura colorida en patrones navideños. Se la dio. El de chinos se emocionó al ver qué era nada más y nada menos que lo que buscaba hace tiempo. Un reloj.

Rusia había visto cómo se emocionaba por algo tan simplón. Pensó que si le llegaban a regalar una cosa así solo daría las gracias, pero en el caso de ellos era todo lo contrario.

— (Donde lo conseguiste?) —

Es un secreto

Brasil le había regalado en cambio, una muñeca tejida. México se emocionó mucho al tenerla entre sus manos.

A partir de ese día, Brasil lleva siempre consigo el reloj, que ni siquiera era de marca, y México siempre hablaba de aquella muñeca, probablemente tejida por una humana.

(...)

Paso una semana después de que el norteamericano tomara su descanso. Rusia solo venía a verlo unas veces al día para asegurarse que no hiciera mucho esfuerzo, e iba a dormir a su habitación.

El último día entro como siempre para revisar, pero está vez no estaba en la cama. Estaba en el balcón envuelto en las frazadas. El aire frío entraba y como Rusia no tenía su abrigo, le dio un leve escalofrío.
Se percató de su presencia.

— (Que haces?) —

México movía su pie. Estaba inquieto.

Ya no puedo estar sin hacer algo. Voy a saltar de aquí

Rusia lo agarro del brazo e hizo que entrara para cerrar la puerta de aquel balcón. También cerro las cortinas.

— (Ya volverás a trabajar y querrás descansar) —

El mexicano no podía no hacer nada. Estar siempre con pendientes, moviéndose de un lado a otro, era una costumbre.

No lo creo, me siento con mucha energía

Mordió su pulgar con exasperación. Empezó a caminar en círculos. Quería salir de esas cuatro paredes que lo aprisionaban. Rusia al ver su actitud se le ocurrió una idea.

— (Que te parece acompañarme a salir de compras?) —

México se detuvo al escuchar aquello. Sus ojos se llenaron de alivio y felicidad.

Si! Te acompaño, lo que sea, pero sácame de aquí!

Aventó la frazada a la cama y se dirigió al baño para cambiarse la ropa que tenía puesta. Se puso unas botas y un abrigo y abrió la puerta para que el eslavo saliera.

Rusia le pareció extraña pero graciosa esa respuesta.

(...)

Habían salido a espaldas de todo mundo, incluido los guardias.
Caminaron hasta en un pequeño pueblo que se encontraba a los alrededores de Londres. La nieve caía con gracia ante sus narices. México le había devuelto el ushanka a Rusia y ahora usaba un gorro propio con un pompón en la parte de arriba.

Su compañía no fue incómoda, pero si rara. Cuando recuerda todo lo que había contado, lo inunda un arrepentimiento.

Llegaron a una tienda de libros viejos. El eslavo sostuvo la puerta para que entrara. México examinó el lugar. Había un joven leyendo un libro en la caja registradora. Rusia se acercó.

'Hola. Tienes de ajedrez?' —

El joven se quedó helado al verlo, y con su dedo señaló el pasillo.
Se dirigió a los estantes y México lo siguió por detrás. Tomo uno que tenía una pieza de este juego en la portada pero lo regreso. Así fue con tres libros hasta que vio una que realmente le interesó y empezó a leerlo.
El de águila solo se le quedó viendo como ponía atención a aquellas letras e imágenes.

Juegas?

Volvió su cabeza hacia el.

— (Perdón?) —

Ajedrez

— (A veces. Mucha gente ya no le interesa, así que no tengo con quien jugar) —

Podrías jugar conmigo, se un poco

No dijo nada y regreso a su lectura. México decidió husmear entre los pasillos de aquella tienda olorosa a cera de vela. Vio libros de muchos temas, hasta que paro en las novelas de romance.
Tomo uno y empezó a leerlo. Era encantador.

Pasaron unos minutos para escuchar la voz de Rusia pagando con el joven. Regreso el libro y se dirigió a la puerta.

(...)

Entraron a varias tiendas. De ropa, de dulces, de juguetes. Rusia compro unos zapatos y unos caramelos de fresa. México no compro nada.

No se hablaron por un buen rato. El americano quería hablar de algo que lo carcomía por dentro pero le fue imposible.

Pasaron por una tienda de peluches. En el aparador había un conejito de color blanco con un cascabel en el cuello. Se detuvo para verlo porque le parecía lindo. Rusia igualmente paro el paso.

Espera, no tardó

Entro a la tienda. Después de un rato salió con una cajita con un moño rojo y el conejito.

(...)

Volvieron al edificio con precaución de que nadie se percatara.

Gracias por dejarme salir contigo

Suspiró de alivio.

— (No es nada. Ya que te recuperaste, no vendré más a tu dormitorio. Y gracias por contarme aquello) —

Dio la vuelta para irse. Unos cuantos pasos dio para sentir que agarraba su brazo para detenerlo.

Última cosa, ten

Le extendió la caja a su pecho, chocando contra este.

Compré esto para ti

— (Es una broma?) —

No, de verdad, tómala

Lo tomó. México se despidió con la mano y subió las escaleras para volver. Rusia lo vio irse.

(...)

Dejo las bolsas de las compras a lado de la puerta cuando entro. Se quitó los zapatos y se estiro. Se sentó en la cama con la cajita que le había regalado y la abrió quitando con cuidado el lazo.

Soltó una risa al ver que era. Un osito de peluche blanco. Lo saco y vio que en la parte inferior de la caja había una nota pegada. La quito. Estaba en ruso.


Gracias por cuidarme y lo siento por darte tantas molestias. Se leer ruso, por eso buscaba libros de URSS. Lamento mentirte.
P.D. El osito me recordó a ti, por eso lo compré :)


Miro de nuevo aquel peluche. Un recuerdo fugas pasó por su mente.

~~~

Tu eres el conejo y yo el oso.

The FlagMast (RusMex)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora