4 de DICIEMBRE

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Morela bostezó antes de entrar al despacho de su jefe para darle unos papeles en carpeta a los que debía mirarlos para firmarlos, pero cuando entró luego de que la habilitara se llevó una gran sorpresa

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Morela bostezó antes de entrar al despacho de su jefe para darle unos papeles en carpeta a los que debía mirarlos para firmarlos, pero cuando entró luego de que la habilitara se llevó una gran sorpresa. Sorpresa que no sabía si en verdad era agradable o no puesto que en la silla presidencial estaba sentado Jereth.

—Buenos días —le dijo con seriedad él.

—Buen día, pensé que iba a estar tu papá, tenía que mirar unos papeles y firmarlos. ¿Te los doy a vos?

—Sí, me ha dicho sobre esos papeles y te comunico que hasta fin de mes yo estaré a cargo de esta silla.

—De acuerdo, me parece bien que te hagas cargo mientras él descansa y la pasa con tu mamá.

—Estamos en horario de trabajo, por lo tanto, prefiero que evites este tipo de comportamiento conmigo.

—¿Qué comportamiento? —Sacudió un poco la cabeza y frunció el ceño sin entenderlo del todo.

—Este que estamos teniendo, hablaremos del trabajo, no de mi familia, algo que se debería priorizar, el trabajo y lo que tengas para darme y yo verlo para firmarlo.

—Está bien —asintió con la cabeza—. ¿Querés que te traiga una taza de café?

—Por ahora no, gracias —le respondió mirando los papeles y luego los firmó—. Ciérrame la puerta cuando salgas —expresó entregándole la carpeta roja con una rosca navideña dibujada en la portada.

—Bueno.

Apenas se sentó en la silla de su escritorio, expulsó el aire que estaba conteniendo, tenía sueño y la mañana no podía haber sido peor cuando lo vio en la silla de su padre. Todo el mes viéndole la cara, día y noche, dentro y fuera de la empresa, iban a terminar por agarrarse de los pelos si no se controlaba y dejaba pasar todo lo que él le decía y hacía.

El sonido de un mensaje desvió la vista de Morela a la pantalla de la notebook y vio que era Jereth.

«Como los horarios han cambiado, los dos terminaremos de trabajar a las siete de la tarde y luego me llevarás hasta mi casa y más tarde iremos a algún lugar para conocer»

«Siempre terminé de trabajar a las cinco»

«Tu nuevo jefe temporal te cambió el horario laboral, así que, vas a tener que trabajar hasta ese nuevo horario»

«¿Tu papá sabe de este horario?»

«Sí, me dijo que estaba bien»

Morela se extrañó por la respuesta que había leído, pero se calló la boca.

«Está bien»

Jereth sonrió al leer la escueta contestación de la chica.

Durante todo el día fue exhaustivo para la argentina puesto que su nuevo jefe era tan exigente que cada media hora la llamaba para que fuera a la oficina. La joven sin quejas realizó su trabajo, a pesar de que se lo hacía porque sabía que no le había caído en gracia desde el primer momento en que se vieron. Cuando la hora marcó las siete de la tarde, él salió del despacho y se acercó a la asistente.

Nunca es invierno en diciembre ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora