Sparkle Company
Era lunes de nuevo y como todo inicio de semana, costaba empezar otra vez después del fin de semana bastante productivo. El calor comenzaba a apretar a pesar de que todavía estaban en primavera y el aire acondicionado parecía que no daba abasto. La sensación térmica rondaba los treinta grados y la ropa por más ligera que era daba la impresión de pegarse en el cuerpo.
Jereth llegó al piso con un jean y una remera, poco típico en él, pero entendible con el calor que posiblemente estaba teniendo.
—Buenos días —se dijeron ambos.
—¿Con calor? —preguntó ella.
—Bastante —se estiró el cuello de la remera.
—Me imaginé porque es raro verte así vestido —le dijo refiriéndose al atuendo.
—¿Qué hace mi padre cuando hay un calor atroz como el de ahora?
—Nada, trabajamos igual, no estás acostumbrado a este calor me parece, algo que para nosotros es común.
—Error, estoy acostumbrado, el tema es que cuando está este calor, yo cierro la empresa porque caen vacaciones de verano.
—Entiendo, pero tu papá no cierra en fiestas porque no es época de vacaciones de verano.
—Pues hoy cerramos, por lo menos por hoy, manda a todos a sus casas, que hagan lo que quieran, vuelven mañana.
—De eso te tendrías que encargar vos —alzó las cejas quedándose un poco sorprendida—, yo solo soy la asistente, vos el jefe.
—De acuerdo, ¿cómo se maneja mi padre cuando tiene que reunir a todos?
—Yo les mando un correo general.
—Haz eso entonces. Los quiero a todos en la sala de reuniones en quince minutos.
—Bueno —se acomodó en la silla y comenzó a abrir la página del correo para redactar uno y enviarlo enseguida.
Veinte minutos más tarde se encontraban todos dentro de la sala de juntas.
—Necesito que entiendan que es solamente por hoy. Mañana volverán a trabajar, hace demasiado calor y prefiero que estén en sus casas o donde quieran.
—En mi casa se rompió el aire acondicionado hace una semana y el técnico recién la semana que viene estará disponible.
—En la zona donde vivo estamos sin luz y venir acá es un relajo con los sofocones de calor que hay.
—Entiendo, en ese caso, necesito saber qué quisieran hacer.
—Preferimos quedarnos.
—De acuerdo, quienes quieran quedarse, lo pueden hacer y quienes quieran irse por hoy a sus casas, lo pueden hacer también.
ESTÁS LEYENDO
Nunca es invierno en diciembre ©
Chick-LitMorela tiene que hacerle un gran favor a su jefe, recibir a su hijo en el aeropuerto y ejercer de guía de turismo para él puesto que es la primera vez que se quedará un mes en Buenos Aires. Las cosas se complican cuando el arrogante de Jereth y ella...