19 de DICIEMBRE

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Sparkle

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Sparkle

Era martes y en la empresa se respiraba cada vez más la Navidad, Jereth y Morela trabajaban arduamente para tener todo listo el 28 de diciembre en la fiesta de fin de año y mientras cada uno estaba en la labor de algo en común, ella a su vez pedía un turno online para la cita de la Visa a la Embajada de Estados Unidos en Argentina. Lo que había leído en la página era que la cita podía concertarse en varios meses y luego pasaría un año o más para otorgarla como no, la visa.

Por otra parte, ese día Morela decidió llevar a la empresa una caja roja de seis sobres diferentes navideños de los que hacía, con la posibilidad de agregarlos en la tienda que tenía el edificio, porque aparte de la distribución que realizaba, tenía un negocio con varias de las decoraciones navideñas que sacaba cada año y durante este para que los vecinos alrededor no tuvieran que ir a otros lugares a conseguirlos y solo debían acercarse para comprarlos.

La joven se armó de valor y cerró la caja para caminar hacia el despacho y poder presentárselos como algo extra y sin decirle a Jereth que los creaba ella.

Golpeó la puerta y la abrió cuando le dijo que podía pasar.

—¿Me traes más papeles?

—No, quiero mostrarte algo que me dieron hace unos días atrás y no encontraba el momento para que los vieras.

—¿Lo que está en la caja?

—Sí, las hace una vecina de mi cuadra. Me pregunto si se los podía mostrar a mi jefe, y como ahora estás vos de forma temporal, te los muestro a vos por si te gustan y querías ponerlos en un rincón de la tienda de abajo.

—Muéstramelos, me estás intrigando.

—Son navideños, pero sé que hace otros y personalizados.

Morela le destapó la caja y él se acercó para ver lo que contenía el interior. Se sorprendió al ver unos seis sobres bien acomodados y de los colores clásicos de Navidad, sin contar con que tenían decoraciones de dicha festividad.

—¿Tienen tarjeta por dentro?

—Estos sí, porque al ser navideños tienen frases de festividades, pero tres sobres tienen tarjeta de año nuevo.

—Se podría poner la caja y ver si alguien se interesa en comprarlos. ¿O se vende sí o sí el pack?

—No, la chica me dio la caja para que no estén sueltos y se estropeen, pero me dijo que se venden por unidad.

—¿Qué precio tienen cada uno?

—Dos mil pesos.

Jereth tomó uno en sus manos y lo dio vuelta para ver el sello que estaba impreso a un costado.

—Mora —frunció el ceño—. Qué nombre raro para el rubro de tarjetería, pero bueno, no soy quién para discutir un nombre. No le agregaremos un sobreprecio para que la empresa se quede con una parte, porque sería la primera vez que hay algo así en la compañía y no sabemos cómo irá, así que, si quieres, le puedes decir que, si tiene más de Navidad, que los traiga y los agregaremos, la empresa no va a estar abierta, pero sí la tienda. Hablas con ella, ¿verdad?

—Sí, sí, yo le digo y en cuanto me los entregue, los traigo.

—De acuerdo, mientras tanto, llévalos a la tienda y ponlos en algún rincón donde creas conveniente para que los clientes lo vean.

—Está bien, lo haré.

El resto del día siguió su curso para terminar el horario laboral y ambos se fueron por caminos separados con la condición de que se verían mañana para hacer algo juntos, ya que, desde el día siguiente, la empresa cerraría una semana por festividades.

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Casa de Los Jelingold - Casa de Los Tabares

Recién a la noche bastante tarde y estando Morela durmiendo profundamente y él en la cama sin poder dormir pensando sobre lo que le había mostrado la asistente, hasta que cayó en la cuenta de quién se trataba «Mora».

Llamó de inmediato a la chica y esta atendió el teléfono por inercia.

—Hola, ¿qué pasó, Jereth? —preguntó bostezando y con los ojos cerrados.

—Hola, perdón por despertarte, creí que estabas despierta aún, dime algo, Mora, es tu nombre acortado, ¿verdad?

—S-sí.

—¿Por qué no me lo dijiste cuando me mostraste los sobres que tenías que inventarte lo de la vecina? —Unió las cejas ante la interrogación que le hizo.

—Porque no quise ponerte en un compromiso en tener que mostrarlos al público por obligación.

—Mañana hablaremos mejor, pero no tienes que mentirme con tus cosas, ya me contarás el emprendimiento que tienes.

—Bueno, ahora dejame dormir —rio cuando se lo dijo.

—Sí, buenas noches —rio él también.

—Buenas noches. 


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¡Hola, pronto subiré más capítulos de la historia! Espero que les siga gustando 💜🦋🍁✨

Nunca es invierno en diciembre ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora