27 de DICIEMBRE

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Casa de los Tabares

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Casa de los Tabares

Cameron tocó el timbre y lo recibió Francisca con una expresión en el rostro de que no los esperaba allí.

—Hola, consuegra, ¿cómo estás?

—Hola, Cameron, bien, ¿y vos?

—Bien, ¿estás ocupada? Kimberly quiere ir a comprarse algo bonito para la fiesta de mañana y me pidió que te pasáramos a buscar, ¿vienes?

La puerta de entrada de la casa se abrió y salieron Miguel y Morela.

—Sí, va a ir —respondió por ella su hija quien le puso la cartera en el hombro y le sonrió—. Te vas con nosotras, Jereth está viniendo para acá, los hombres van a comprarse ropa para mañana también.

—Tienes la licencia del conductor en la guantera y los demás papeles por si los necesitas —le comentó su suegro entregándole las llaves del auto.

—Pero estas son las llaves de Jereth —contestó mirando el llavero de la estatua de la Libertad.

—Sí, nosotros nos vamos con mi coche.

Cinco minutos más tarde llegó Jereth con el auto de su padre y estacionó detrás del suyo, se bajó y saludó a los demás.

—¿Todos están listos?

—Sí —habló Morela—, papá usa la extensión de la tarjeta que te hice.

—Mi idea era comprarme solo una camisa y una corbata.

—Lo que te quieras comprar, no importa.

—¿Vos te probaste el traje? —preguntó Francisca frunciendo el ceño—. Porque hasta donde sabía no te entraba.

—La semana pasada me lo probé, me aprieta un poco, pero si bajo me entra bien.

—La fiesta es mañana, papá. No vas a poder bajar tanto, así que, te vas a comprar otro traje.

—¿Vos decís?

—Sí, yo te lo digo, te lo compras y listo.

—Bueno.

Todos se metieron a los autos y cada uno tomó caminos separados.

Las tres mujeres se pasaron más de tres horas dentro del shopping, no solo comprando lo necesario para el evento del día siguiente sino otras cosas más.

🎄

Los tres hombres hacía una hora atrás que habían vuelto y estaban en la casa de los padres de Morela.

Media hora después entraron a la casa las tres porque Jereth le había avisado a su novia que estaban ahí.

La joven dejó la cartera y las bolsas sobre el sillón y agarró la que tenía que darle a su novio.

Nunca es invierno en diciembre ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora